COLONIA TAMANDUÁ (Gisela Fernández y Oscar Ibarra, enviados especiales). La gente de la colonia es sencilla, de mucho trabajo y pocas palabras. Transcurren sus vidas entre la escuela, la familia y el trabajo (como la mayoría). Pero algunas historias merecen ser contadas, como esta que tiene lugar en el Paraje Tamanduá, ubicado a unos ocho kilómetros de Los Helechos. Hace poco más de un mes, a mediados de octubre pasado, la mamá de seis chicos (Naidelin de 11, Jocelyn de 8, Álvaro de 7, Lisandro de 5, Iris de 4 y Sabana de 1 año y 10 meses) fue a visitar al hospital Samic de Oberá a otra hija, ya mayor, que acababa de ser mamá. En el camino de regreso a la colonia, la moto en la que viajaba junto a su esposo, Alfredo, chocó contra un camión y murió pese a que los médicos le amputaron las piernas en su intento de salvarle la vida. Sus seis niños quedaron bajo el cuidado de su papá, Alfredo, un trabajador rural que presta sus servicios en una chacra de la zona. “Llamaron las mamás para avisarme del fallecimiento cuando estaba en Oberá, en el Congreso Provincial sobre Bullying. Les avisé a los otros maestros de la Escuela 243 (en total son tres maestras, dos maestros y siete docentes de áreas especiales) que estaban en el congreso que me iba, pero ninguno quiso quedarse y nos fuimos todos al velorio. Al llegar, nos encontramos con los chicos (salvo la más pequeña de los hermanos, que todavía no cumplió 2 años, los otros cinco van a la Escuela 243) adentro de un auto porque ninguna de sus tías logró que bajaran porque ellos no querían estar con nadie. Cuando llegamos , aceptaron salir del auto y estuvieron con nosotros en el velorio de su mamá. Fue muy triste y emotivo, las tías nos dijeron que estaban sorprendidas de cómo sus sobrinos buscaban contención en sus maestros”, recordó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN la directora de la Escuela 243, María Silvina Braga. Un ejemplo de solidaridadDespués de ese día tan triste, la solidaridad de todas las familias de Colonia Tamanduá no se hizo esperar. “No lo organizamos nosotros desde la escuela, la gente de la zona simplemente acudió en ayuda de este papá que quedó solo para cuidar a sus seis hijos. Algunos acercaron ropa, otros alimentos, otros pañales para la más pequeña… fueron tantas las cosas que recibió la familia que el papá pidió que no le mandaran más porque ya no tenía donde guardar”, contó la docente. Desde la escuela también acudieron en auxilio de estos niños que, de golpe, quedaron sin la protección y cuidado de su mamá, “no queríamos que los chicos dejaran la escuela para poder cuidar a su hermanita de un año mientras su papá iba a trabajar, por eso, hablamos con el papá para que las dos hermanas más grandecitas -Naidelin de 11 que va a cuarto grado y Jocelyn de 8 que está en tercer grado- falten en días alternados y sus maestras les mandan lo que hicieron en clases para que no pierdan tanto. Así nos arreglamos desde octubre hasta ahora y, cuando tenemos actividades especiales, como cuando nos visitó el programa Gurises Felices (ver recuadro), vienen todos los hermanitos, incluida la bebé, a la que cuidamos todas las maestras”, contó la directora. Ese día en que recibieron la visita de “Gurises Felices”, Margarita, la maestra del Nivel Inicial, no tuvo problemas en hacerle dormir la siesta a la pequeña Sabana que fue, sin dudas, la más mimada de la jornada. Al terminar la tarde, las maestras llevaron a los hermanitos hasta su casa, distante a unos tres kilómetros de la escuela. “Normalmente, ellos vienen caminando, pero ese día los llevamos porque estaban muy cansados y la beba tenía sueño”, recordó la directora para quien “esta es una historia como muchas que ocurren en las escuelas, sé que cualquier maestro en nuestro lugar haría exactamente lo mismo”. Alumnos de visita “Soy maestra de esta escuela desde hace dieciséis años y tengo tres hijas. Para nosotros es muy común llevar a pasar el fin de semana con nuestras familias a uno o dos alumnos por vez. Lo hice toda mi vida, también mi mamá que es docente jubilada. Ahora me resulta un poco más difícil porque estoy terminando la Licenciatura en Ciencias de la Educación, pero mi colega Sandra Valdéz invitó este fin de semana que pasó a dos de los hermanitos, Jocelyn y Alvaro. La idea es ayudar al papá en el cuidado y, especialmente, darle a los chicos la oportunidad de hacer actividades diferentes que los entretengan y alegren un poco”, indicó Braga. En cuanto al actual estado de los seis hermanitos, la docente contó que “los vemos bien, considerando que hace muy poco perdieron a su mamá. Tanto la mamá como el papá estuvieron siempre muy presentes en la educación de sus hijos, si bien no venían todos los días a la escuela, ambos acudían cada vez que se los llamaba por algo. Por supuesto que ahora que quedó el papá solo, hace lo que puede, pero las nenas de 11 y 8 años le ayudan un montón”, señaló la docente quien agregó que “acá en la colonia es absolutamente normal que los hermanos mayores cuiden de los menores”. El año que viene, la hija mayor (11 años) cursará el quinto grado por la mañana y sus hermanos vendrán en el turno tarde, por lo que la hermanita más pequeña tendrá siempre a alguien con ella. Cierre de 2013 y un cumpleaños para todos A la Escuela 243 asisten 123 alumnos, desde Nivel Inicial a séptimo grado. La mayoría de los chicos tiene a sus padres tareferos o jornaleros y unos pocos, son dueños de aserraderos.En esta escuela de colonia, la finalización de las clases está prevista para el 13 de diciembre, salvo el Nivel Inicial que desde esta semana no tiene más actividades. “Nosotros seguimos dando clases y ensayando para el acto de fin de año, que está previsto para el 19 de esta mes. La semana que viene también festejaremos el cumpleaños para todos. Los docentes tenemos que venir hasta el 20 y, como en la zona no hay otra actividad para los chicos que la escuela, no tenemos problemas que sigan viniendo”, contó María Silvina Braga que está a cargo de la dirección del establecimiento educativo desde hace seis años. Según destacó, “los docentes estamos preparando todo para la fiesta de fin de año. Los más chiquitos esperan un juguete y para poder juntar el dinero necesario, los docentes hicieron una venta de pollos y
de bollos dulces. Muchas veces, sacamos también de nuestros bolsillos pero esta vez logramos juntar un fondo y queremos ir a Encarnación para comprarles juguetitos a todos los alumnos, hasta cuarto grado; y a los más grandes, otras cosas, el año pasado les regalamos billeteras”. Los docentes también trabajan extra para juntar dinero para los viajes escolares, “este año viajamos con los chicos de séptimo dos días a Posadas, hasta comimos en un restorán y dormimos en un hotel que nos hicieron precio. También fuimos al cine, la mayoría no conocía Posadas. El intendente de Los Helechos, Pedro Gómez, nos da el transporte para viajar. Este año viajaron todos los grados, los de cuarto fueron a Iguazú (con el programa “Conozco Misiones”); quinto, sexto y séptimo fueron a la Fiesta del Inmigrande; tercero y cuarto fueron a Santa Ana y San Ignacio; y primero y segundo fueron al jardín de los pájaros y otros lugares de Oberá”. La directora elogió a sus colegas docentes “tengo un gran equipo de maestros, comprometidos con nuestra tarea. El más antiguo en la escuela es Víctor. Nuestro trabajo no es difícil, pero sí muy desgastante por todas las cosas que vemos. A veces, los chicos se nos duermen porque vienen con hambre. No es frecuente ver chicos maltratados físicamente, pero sí verbalmente… nosotros hablamos con los padres. También organizamos charlas con los padres, recientemente hicimos una sobre educación sexual, un tema que es tabú en esta zona. A este encuentro no vino ningún papá, solo las mamás asistieron pero que hayan venido quince mamás ya fue un logro”, reflexionó.




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