Bangui, República Centroafricana (Agencias y diarios digitales). El ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, anunció ayer el inicio de la operación militar francesa en la República Centroafricana, con el despliegue de patrullas en la capital, Bangui, donde se temen nuevas masacres.En las calles de la capital centroafricana, donde desde el jueves está interrumpida la circulación de vehículos civiles, no se observaba ningún despliegue masivo de tropas francesas. Como cada día, patrullas formadas por vehículos ligeros y blindados circulaban por las principales arterias de la capital. Asimismo, efectivos de la fuerza africana internacional (Misca) se encontraban estacionados en sus puestos habituales.Durante la noche del jueves, se escucharon disparos esporádicos de armas automáticas en varios barrios de la capital, según unos habitantes contactados por la AFP. “No sabemos por qué disparaban”, explicó un residente del barrio Ben Zvi. Por el momento, no se conoce el balance de posibles víctimas de esos disparos, que en algunos lugares cesaron de madrugada.A pesar del levantamiento del toque de queda a las 6, las calles estaban completamente vacías a primeras horas de la mañana y casi todos los comercios permanecían cerrados.El presidente francés, François Hollande, anunció una acción militar “inmediata” de Francia en República Centroafricana, poco después de que la ONU aprobara una resolución en ese sentido.La “intervención francesa será rápida” y su vocación es no durar mucho tiempo, dijo Hollande.La misión de los militares franceses, que apoyan a las fuerzas africanas ya desplegadas es mantener “un mínimo de seguridad para que pueda ponerse en marcha una intervención humanitaria, algo que hoy no es posible”, dijo el ministro.Ayer por la tarde, unos periodistas de la AFP contabilizaron al menos 54 cadáveres en una mezquita del centro de la ciudad y otros 25 cuerpos yaciendo en calles aledañas, con señales de heridas con cuchillos y balas.En el hospital comunitario de Bangui, MSF contabilizó al menos 50 muertos el jueves por la tarde.República Centroafricana está sumida en el caos desde que la coalición rebelde Seleka, mayoritariamente musulmana, depuso al presidente François Bozizé en marzo pasado. Un gobierno de transición liderado por un exrebelde perdió luego el control del país y grupos rivales cristianos y musulmanes protagonizan desde entonces sangrientos enfrentamientos. Claves• ¿Qué está pasando?En marzo, un golpe de Estado del grupo insurgente Seleka (Alianza, en lengua sango) provocó la salida del país del presidente François Bozizé y abría una crisis política en el país africano. Desde entonces, Naciones Unidas asegura que la región se encuentra ante la amenaza de un “genocidio” tras la espiral de violencia desatada entre grupos cristianos y musulmanes. Para paliar el bandidaje, la población cristiana creó patrullas urbanas llamadas “anti-balaka” o “anti-machete” contra los musulmanes.• Los actores en juegoLa coalición “Seleka” exigió desde el comienzo de la revuelta “el respeto por los acuerdos de paz de 2007”, que implicaban la reintegración de los rebeldes en las fuerzas armadas (en una fórmula similar a la utilizada en 2009 al este de la República Democrática del Congo con la insurgencia local), así como la liberación de todos los presos políticos. Sin embargo, el movimiento -formado por cinco milicias- no es del todo homogéneo. De igual modo, el autonombramiento de Michel Djotodia como presidente -musulmán en un país donde cerca del 80% de la población profesa la fe cristiana- solo agitó un conflicto que continúa retroalimentándose: En nueve meses, el movimiento reclutó cerca de 6.000 niños soldados, así como centenares de mercenarios provenientes de Chad, Sudán y Nigeria bajo la promesa de ser recompensados con las ingentes reservas que dispone el país de oro y diamantes.• Los intereses ocultosEn 2011, el International Crisis Group ya advertía del “lado oscuro” de los diamantes de República Centroafricana, así como denunciaba el control que los rebeldes de la Unión de las Fuerzas Democráticas para la Unidad (una de las milicias que acabaría formando “Seleka”) ejercían sobre las minas del país. No obstante, no sería hasta mayo pasado cuando el Kimberley Process Certification Scheme, un sistema diseñado para dotar a los consumidores de plenas garantías de que los diamantes que adquieren no financian conflictos armados, prohibiría las exportaciones de gemas desde el país africano. Más enrevesado aún resulta el otro as en la manga del Gobierno golpista. En los últimos días, el presidente Michel Djotodia asegura por activa y por pasiva que se encuentra en negociaciones con el conocido líder rebelde Joseph Kony, así como sus lugartenientes del Ejército de Resistencia del Señor (LRA), para lograr su rendición. Es cierto que Kony (quien cuenta con una orden de busca y captura por parte del Tribunal Penal Internacional) es, desde hace más de dos décadas, uno de los trofeos más buscados en el continente africano. Y que su actual ubicación es, presuntamente, la República Centroafricana. Pese a ello, el anuncio del régimen golpista parece ser más una maniobra de relaciones públicas ante la comunidad internacional que una promesa de garantías.¿Es factible una solución armada?Desde su independencia de Francia en 1960, la República Centroafricana es víctima de su localización estratégica (país no abierto al mar y enmarcado en el complicado cruce de caminos entre Chad, Sudán, Sudán del Sur, Congo-Kinshasa, Congo-Brazzaville y Camerún) y de unos líderes políticos con excesiva querencia por los golpes de Estado (el propio mandatario depuesto, François Bozizé, había subido al poder tras protagonizar una asonada). En este sentido, el embajador galo ante la ONU, Gerard Araud, asegura que la intervención en el país africano será “más sencilla” que en Malí, ya que se trata de luchar contra “delincuentes armados, no una oposición organizada”. Curiosamente, a pesar de su “sencillez”, la comunidad internacional ya habla de evitar una “nueva Ruanda” en el corazón del continente.





Discussion about this post