OBERÁ. Hace años que el consorcio del barrio Yerbal Viejo denuncia y gestiona ante el Iprodha, la reparación de lo que consideran una falla en la construcción de los edificios que fueron inaugurados hace treinta años. Con cada lluvia, la estructura sufre permanentes filtraciones, se producen cortocircuitos eléctricos, las paredes y techos se desprenden a pedazos, la humedad provoca reacciones alérgicas en los vecinos que se sienten abandonados.El último viernes, luego de varios días de intensa lluvia y cansados de reclamar sin respuestas, los vecinos decidieron concentrarse frente al barrio, marchar con carteles y pancartas hasta la rotonda del kilómetro 8 y cortar la calle, para manifestar sus necesidades y llamar la atención de las autoridades.En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, Horacio Barúa, presidente del consorcio dijo que “me llamaron desde Iprodha para decirme que iban a venir a hablar con nosotros pero que tenía que parar todo (manifestación, protesta), pero no vinieron. Este núcleo habitacional fue inaugurado hace treinta años, tiene cuatro edificios de dos pisos, diez escaleras y alberga a más de noventa familias. Los vecinos más afectados por el problema de las filtraciones son los de la primera etapa de la escalera 1 a la 10. La idea es manifestarnos de manera pacífica para que nos escuchen, queremos lograr la participación de los vecinos de todo el barrio. Necesitamos urgentes soluciones a los planteos”.Antes de comenzar con la marcha el grupo, conformado por unos cuarenta vecinos, decidió en asamblea reunirse una vez por semana para manifestar la disconformidad ante la falta de respuesta.Angustia, temorUna de las vecinas se mostró muy angustiada porque su departamento se sitúa en el piso superior, donde el techo de losa recibe directamente el agua de cada lluvia que se filtra por las paredes y también por los caños de la instalación eléctrica. “Los techos están hechos con hierros muy finos que no soportarían el peso de una nueva losa o algo por el estilo, como ponerle un techo de zinc encima, ya averiguamos y eso nos dijeron los especialistas que es peligroso. El techo tiene muchas rajaduras y hay departamentos que están cayendo a pedazos”, indicó. A su turno, Miriam agregó que “ya hicimos muchas gestiones en forma individual y también a través del consorcio, pero no hubo caso. Le pedimos al Iprodha y al Gobierno para que nos hagan un plan de pago, que nos financien las mejoras, porque sucede que acá hay muchos propietarios que ya son jubilados, no tienen demasiados ingresos como para gestionar por su propia cuenta un crédito y encima por algo que empezó a tener problema al poquito tiempo que nos entregaron los departamentos”.Por su parte Elsa, quien también reside en el barrio, comentó que “cuando llueve el agua chorrea por las paredes y me da miedo, porque se mete en los enchufes y los cables están húmedos permanentemente. El temor mayor es que esto se desplome porque hace treinta años que al agua hace fuerza y afecta notablemente la estructura que va perdiendo partes, es un verdadero peligro. Parece que esperan que ocurra una tragedia para darnos una respuesta”, remarcó.Además de los inconvenientes con los techos, se suman las rajaduras de las paredes de varios departamentos y el estado de deterioro general de los mismos. “Esto aparece en segundo plano, pero es una realidad, hay partes en las que el suelo pareciera que cedió y la estructura se movió, entonces eso produjo algunas grietas importantes en las paredes”, indicó Elsa.“Todo eso lo fuimos plasmando en los distintos escritos que les entregamos a las autoridades del municipio y del Iprodha, pero todos miran para otro lado y no se acercan a darnos una mano en ese sentido”, concluyó.





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