JARDÍN AMÉRICA. Detrás de la política, de la Policía, de la manifestación violenta y de todo lo que pasó en los últimos tiempos en Jardín América, hay un nombre y una familia que todavía sufre. Lejos de todo, Liliana Aranda (42), su esposo y el resto de sus hijos tratan de seguir adelante tras la muerte de Sebastián “Bati” Gómez (20), el joven de 20 años que murió a bordo de su motocicleta, en medio de un operativo policial.La primera versión que indicaba que Gómez fue golpeado por un efectivo policial y que ese golpe le hizo perder el equilibrio, derrapar y morir es la que sostiene la familia, cimentada en el relato de varios testigos que ya declararon ante la Justicia.Mientras tanto, Liliana, la mamá de “Bati”, todavía no se explica por qué el uniformado imputado del hecho actuó como aseguran los testigos que lo hizo. “No hacía falta que lo golpearan, con tomarle la patente alcanzaba”, le dice a PRIMERA EDICIÓN con los ojos llorosos.Sebastián era el tercero de los siete hijos de los Gómez, una familia trabajadora dedicada desde siempre a la construcción. De obra en obra fue como los padres del joven lograron levantar la casa en la que viven, en el barrio Lomas de Jardín, a unas 20 cuadras del centro de la localidad.Sebastián seguía el mandato de sangre y dividía sus horas entre el trabajo en una constructora de Puerto Rico y el tiempo libre con los amigos del barrio. Con uno de ellos fue que en la madrugada del domingo 15 de septiembre salió a bordo de una motocicleta Imsa de 110 cilindradas en la que encontraría la muerte cerca de las 3.30 en avenida Los Pioneros y Washington, a metros de la plaza Colón.“Hay varios chicos que vieron que fue el policía quien le dio un ‘tape’ y que él se desvaneció sobre la moto”, señala Liliana. Al lado de ella está Sara Franco (40), vecina y madre del joven que viajaba con Gómez aquella madrugada.“Mi hijo le contó a la Policía que iban en la moto y al pasar cerca de ese policía, este le tiró como un cachetazo y el escuchó el ruido del golpe. Ahí el cuenta que Sebastián se desvaneció, que la cabeza se le cayó sobre el manubrio de la moto y ahí empezaron a derrapar. Él se pudo tirar de la moto, se levantó y corrió porque estaba asustado. A las dos cuadras los policías lo detuvieron”, relató Franco en base al testimonio de su hijo, también de 20 años, quien después del episodio “se asustó muchísimo y decidió irse a trabajar a otra ciudad. Esto lo afectó mucho: ‘Bati’ era como un hermano para él”.Sara reconoce lo que todos en el barrio. “Ellos iban sin casco”, aclara, aunque más allá de esa infracción, nada justifica el accionar que se investiga por parte del policía, como bien explica Liliana, la mamá de Sebastian: “no hacía falta que lo golpearan, con tomarle la patente alcanzaba. Eso es lo que le corresponde a una autoridad; después con la multa le va a doler el bolsillo, pero no vas a provocar el daño que nos hizo a todos nosotros. No hacía falta que lo golpeara ni que lo intentara golpear”.En relación con el hecho en sí, Liliana reiteró el testimonio de los testigos y además aseguró que “por lo que nos contaron, no existieron tampoco señas de detención, porque en ese momento ellos estaban ‘levantando’ otra motocicleta. Es decir que nadie les hizo señas si quiera para que se detengan”.Conmovidos por el incidente, los familiares de Sebastián organizaron una marcha pacífica en reclamo de justicia, aquel jueves 19. Todo transcurría normalmente, hasta que un “intrusos” comenzaron a cascotear y arrojar bombas molotov a la comisaría de Jardín América.Liliana es consciente de que detrás de la marcha que organizaron hubo intencionalidad política. “Hubo gente que aprovechó nuestro pedido de justicia para cometer esos actos vandálicos. Nosotros fuimos a pedir justicia y nada más, pero los otros se acoplaron y empezaron todos los disturbios esos”, cuenta la mujer, y agrega que “ahí se desvió todo”.Entre lágrimas, Liliana pidió que la investigación continúe y que se haga justicia por su hijo: “les pido a todos que me ayuden a hacer justicia, que la vida de mi hijo no la voy a recuperar más. Sólo justicia. A nosotros todo esto nos duele demasiado, no hay palabras…”. A su lado, su amiga y vecina le puso el punto final a la entrevista: “queremos justicia, no vamos a recuperar a Seba, pero esto no puede volver a pasarle a ningún joven o adolescente de Jardín América”.





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