WASHINGTON, Estados Unidos (AFP-NA). El Gobierno de Estados Unidos quedó paralizado ayer por primera vez en 17 años tras el fracaso de las negociaciones entre republicanos y demócratas sobre el presupuesto, dejando en paro técnico a cerca de 800.000 funcionarios.Esta situación podría agravarse de nuevo dentro de dos semanas si no hay acuerdo político sobre el techo de la deuda.Cerca de 800.000 empleados públicos considerados no esenciales, de un total de dos millones, tendrán que quedarse en casa sin sueldo hasta nueva orden y también se cerrarán parques nacionales, museos y monumentos, incluyendo la emblemática Estatua de la Libertad.Pese a las intensas negociaciones en la noche del lunes al martes e idas y vueltas entre el Senado con mayoría demócrata y la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, ningún proyecto de ley de finanzas pudo ser adoptado a tiempo para el inicio del ejercicio presupuestario 2014, que empezó ayer.En consecuencia la Casa Blanca ordenó poco antes de medianoche local que las agencias federales cesen parcialmente sus actividades y envíen a sus casas, sin sueldo, al personal “no esencial” al que no se puede pagar.Los efectivos de la administración pública se verán reducidos a un mínimo, al punto que determinadas agencias pasarán a actuar con apenas 5% de su personal.El presidente Barack Obama promulgó sin embargo una ley que garantiza a los militares que serán pagados pase lo que pase. “Ustedes y sus familias se merecen algo mucho mejor que estos problemas a los que asistimos en el Congreso”, dijo a los soldados en un mensaje video.Al margen del impacto concreto del “shutdown” (cierre) del gobierno federal, su efecto en los mercados mundiales era este martes apenas perceptible. Las bolsas europeas abrieron con alzas y Tokio cerró en verde.Pero los expertos miran con inquietud otra fecha: si antes del 17 de octubre republicanos y demócratas no se ponen de acuerdo sobre un aumento del límite legal de la deuda pública, Estados Unidos podría verse incapacitado para hacer frente a sus obligaciones financieras y hallarse así en situación de default de parte de su deuda.De momento, Estados Unidos capta dinero en condiciones muy favorables pero un default parcial podría tener consecuencias imprevisibles sobre el coste de su financiación, con un nefasto efecto de reacciones en cadena en los mercados mundiales, según los expertos.Un forcejeo de 33 mesesEl fracaso del Congreso materializado este martes corona 33 meses de forcejeo permanente entre demócratas y republicanos sobre el presupuesto.Unos y otros se han acusado mutuamente del fracaso. “Es una vergüenza que estas personas, elegidas para representar al país, acaben representando al Tea Party y a los anarquistas”, bramó Harry Reid, jefe de la mayoría demócrata del Senado.En respuesta, el legislador republicano Ted Poe publicó en Twitter un mensaje responsabilizando al gobierno: “Estamos en esta situación porque el presidente y los demócratas del Senado querían este resultado desde el inicio”.Por su lado, el senador republicano John McCain admitió que los republicanos “serán percibidos como los que han bloqueado y provocado el cese de las actividades del Estado federal”.La razón de fondo del bloqueo es el llamado “Obamacare”, la emblemática reforma del sistema de salud del presidente estadounidense votada en 2010 durante su primer mandato y que los republicanos quieren impedir.El Partido Republicano se opone a la implementación del Obamacare, que obliga a las empresas a pagar seguros de salud a sus empleados y prevé ayudas del gobierno a las personas que no tengan dinero para pagarse uno por sí mismas. Según esta reforma, todo estadounidense deberá tener un seguro para el 1 de enero de 2014, pero los republicanos quieren impedir su aplicación, alegando que el sistema constituye un abuso de poder del Estado federal y que haría estallar el presupuesto federal.Entre diciembre de 1995 y enero de 1996 hubo otro cierre del gobierno federal durante la presidencia de Bill Clinton que duró casi un mes. El crecimiento económico del país quedó entonces amputado en ritmo anual en un punto porcentual. Consecuencias previstas• Defensa: la mitad de los 800.000 empleados civiles del Pentágono, el mayor empleador público, pasarían a régimen de licencia sin goce de sueldo. Las operaciones militares proseguirían normalmente. • Parques y museos: los 368 parques y museos nacionales cerrarían sus puertas.• Ambiente: el 95% de los alrededor de 16.000 empleados de la Agencia para el Ambiente (EPA), encargada de aplicar las reglamentaciones sobre medio ambiente y polución, permanecerían en sus hogares. • Visas y pasaportes: durante la anterior crisis presupuestaria, que se extendió durante 15 semanas, en 1995-96, el examen de unas 500.000 demandas de visas y 200.000 de pasaportes fue suspendido.• Investigación: Los institutos nacionales de salud (NIH), los centros de investigación médica, dejarían de aceptar nuevos pacientes para tratamientos experimentales.• Administraciones: la mayoría de las agencias federales conocerían reducciones de efectivos, en ciertos casos de más de 80%, lo cual podría provocar retrasos en la implementación de autorizaciones de nuevos medicamentos, la concesión de préstamos públicos a las pequeñas y medianas empresas, etc.• Excepciones: la justicia, la seguridad nacional y los servicios considerados esenciales para la seguridad y la protección del país no serán por lo general alcanzados por estas medidas.• Impacto económico: un cierre gubernamental de dos semanas provocaría la caída del crecimiento del Producto Interno Bruto del cuarto trimestre del año en 0,3 puntos, según los economistas de Macroadvisers, pero la economía se recuperaría en el curso de los primeros tres meses de 2014. Divisiones internas entre republicanos en la raíz de la crisis por el presupuestoLa incapacidad del Congreso estadounidense para aprobar un presupuesto en tiempo y forma tiene su raíz en las divisiones internas entre los republicanos de la Cámara, incluyendo a su presidente John Boehner, inicialmente considerado como favorable al compromiso, y al sector ultraconservador Tea Party.A partir de la renovación del Congreso en noviembre de 2010, cuando los republicanos retomaron el control de la Cámara de Representantes, es frecuente la indisciplina partidaria en la mayoría de los legisladores, que con frecuencia se rebela.El presidente de la Cámara, John Boehner, ha ascendido pacientemente, desde su primera elección en 1990, todos los escalones hasta alcanzar el máximo cargo en enero de 2011. El veterano legislador ha estado en todas las batallas parlamentarias desde la d
écada de 1990, y recuerda el desastre político en que resultó el cierre parcial del Estado federal durante tres semanas en la Navidad de 1995, que contribuyó a la derrota electoral de los republicanos en las presidenciales de 1996.Cada debate y acuerdo sobre el presupuesto ha estado marcado desde 2011 por una fuerte pulseada de los republicanos de la Cámara de Representantes contra la Casa Blanca y el Senado controlado por los demócratas, el partido del presidente Barack Obama. Absolutamente todas las veces, el desenlace fatal ha sido evitado en el último minuto gracias a un compromiso del presidente Obama y sus aliados sobre la reducción del déficit.Pero Boehner tropezó con decenas de rebeldes del Tea Party, de los cuales una mayoría entró por primera vez en el Congreso en sustitución de republicanos considerados demasiado “moderados”. Su prioridad: abrogar la ley de cobertura sanitaria, el “Obamacare”, adoptada en 2010, y que ellos consideran una socialización de la medicina.Los rebeldes no dudan en hacerse sentir. Doce de ellos votaron contra la reelección de Boehner a la presidencia de la Cámara en enero de 2013, un récord. Es habitual que disientan en votaciones importantes.Ante la cercanía de la fecha límite del 1 de octubre, Boehner había decidido en un primer momento ceder en las diferencias y financiar al Estado federal, sin poner condiciones respecto a la ley de cobertura sanitaria. Pero durante dos semanas de idas y vueltas, fue ajustando su estrategia para satisfacer a los representantes del Tea Party, unificar a su bancada y conservar su puesto.Pureza ideológicaLa estrategia fracasó y desembocó este martes en la parálisis del Gobierno. Muchos republicanos creen que la intransigencia perjudicará al partido de cara a las legislativas de noviembre de 2014.“Nunca me gustó la estrategia de vincular esto al ‘Obamacare’”, dijo a la AFP el senador republicano Jeff Flake. “No creo que esto acabe bien para nosotros”.John McCain, ex candidato del partido a las presidenciales y quien ha sido clave para alcanzar varios acuerdos este año, especialmente en el tema de la reforma migratoria, es muy crítico sobre el pacto de los republicanos con el Tea Party.“Yo acepto el hecho de que no vayamos a abrogar el ‘Obamacare’. Hubo dos elecciones, una de ellas presidencial, centradas en ese argumento”, dijo. “Hay que entender, como repito desde hace semanas, que sabemos el final de la película, no vamos a abrogar el ‘Obamacare’”, insistió.Tom Coburn, un conservador del Senado, estima que “no se resuelven los problemas diciendo: ‘Es así y punto’. En los dos partidos, hay que debatir, hay que alcanzar acuerdos”.Los legisladores del Tea Party, en cambio, no creen estar siendo intransigentes. Para ellos, la sanción electoral vendrá si ellos comprometen su pureza ideológica. Pero ¿por qué tanta insistencia con el ‘Obamacare’?“Porque tenemos razón, simplemente porque tenemos razón”, dijo al The New York Times Steve King, uno de los más conservadores de la Cámara. “Nos podremos recuperar de una disputa política, pero nunca nos podremos recuperar del ‘Obamacare’”.“El señor Boehner tiene un trabajo difícil”, comentó el martes tras una corta noche el senador Bob Corker, con un eufemismo para no debilitar al presidente de la Cámara, mientras que la crisis sobre el presupuesto está aún lejos de ser resuelta.




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