POSADAS. Durante casi tres años, Diego José Cadícamo (37) sembró el terror en las calles platenses, donde abusó de ocho mujeres e inclusive estranguló a una de ellas hasta la muerte. Logró escapar, pero su pulsión criminal lo llevó a tropezar en Misiones. Ese fue, para él, el principio del fin.El oscuro accionar de uno de los violadores seriales más temibles en la historia policial argentina salió a la luz en Apóstoles, a principios de 2010, después de haber golpeado y violado a una adolescente de catorce años. La Policía lo detuvo y mediante el entrecruzamiento de muestras genéticas confirmó que aquel era el hombre al que buscaban en La Plata desde 2005.El caso que permitió esclarecer la serie de episodios debía llegar a juicio esta semana en el Tribunal Penal 1 de Posadas, pero Cadícamo confesó la autoría del hecho y firmó un juicio abreviado por quince años de prisión, según pudo saber PRIMERA EDICIÓN. Aún resta que ese alto órgano judicial homologue el fallo, algo que se da por sentado.De esta manera, Cadícamo saldó la última deuda que tenía con la Justicia. Es que a fines del año pasado debió responder por las otras ocho violaciones y por el crimen de una de esas víctimas, hechos cometidos en La Plata y por los que la Justicia bonaerense lo condenó a cadena perpetua.La detención, en Misiones Cadícamo tenía 33 años cuando llegó a la casa de su hermana en Apóstoles y le pidió un lugar para vivir. En la pequeña localidad del sur provincial nadie sospechó nunca nada de aquel recién venido, que entonces comenzó a ganarse el pan como remisero.Sin embargo, las cosas iban a cambiar radicalmente entre el mediodía y la tarde del jueves 7 de enero de 2010. La verdad finalmente estaba por salir a la luz.Una mujer de 49 años y su hija de 28 viajaban a bordo de un VW Gol desde Apóstoles hacia Concepción de la Sierra por un camino terrado cuando imprevistamente se les cruzó una niña de catorce años que les hacía señas para que se detengan. El reloj marcaba las 13.30 y la “fachada” de Cadícamo estaba a punto de derrumbarse.“¡Auxilio! ¡Ayúdenme, por favor! ¡Me violaron! ¡El hombre malo me quiere matar!”, le dijo la pequeña a la automovilista, con claros signos de haber sido sometida a un brutal castigo a golpes. Enseguida, la “buena samaritana” la trasladó hasta el hospital de Apóstoles.En sede policial, acompañada por sus padres, la menor contó que horas antes caminaba por avenida Las Heras casi ruta provincial 1 cuando fue interceptada por un hombre que le ofreció trabajo de niñera para cuidar de sus tres hijas. En su inocencia, la adolescente aceptó el ofrecimiento y se subió a la moto negra tipo “chopera”. Entonces, el sospechoso la trasladó hasta una vivienda abandonada emplazada a escasos metros de la ruta provincial 201, donde la violó por vía anal y vaginal luego de someterla a una brutal golpiza que le provocó fractura de maxilar.Los investigadores de la Policía provincial no tardaron en relacionar este hecho con otra denuncia radicada días antes por una menor de 16 años domiciliada en el barrio Timbó de Apóstoles, quien había contado que un sujeto de características similares le había realizado similar ofrecimiento, pero que lo había rechazado.Mediante evidencia concreta, los detectives montaron vigilancia en la casa en la que vivía Cadícamo, en el barrio 25 de Mayo, y procedieron a su arresto cuando regresaba de trabajar, alrededor de las 17.30 del sábado 9 de enero de 2010.El hecho de violación en las afueras de Apóstoles estaba resuelto. Sin embargo, ni los policías imaginaban lo que había detrás de aquella detención.A prisión perpetuaDiego José Cadícamo. 33 años. La información comenzó a circular y los investigadores no tardaron en descubrir que sobre él pesaba un pedido de captura emanado por la Policía Bonaerense, que lo buscaba por la violación seguida de muerte de la estudiante peruana Sandra Ayala Gamboa (23), hallada sin vida en el edificio en refacción del ex archivo del Ministerio de Economía de Buenos Aires, en 7 y 46 de La Plata, el 16 de febrero de 2007.La joven había llegado meses atrás a Buenos Aires y estudiaba medicina. Su cuerpo fue encontrado en avanzado estado de descomposición, con signos de abuso y con estrangulamiento como motivo de muerte. Había llegado allí buscando el trabajo de niñera que le había ofrecido el autor del hecho.Toda la evidencia apuntó entonces contra Cadícamo. Pero los exámenes genéticos no sólo confirmaron la autoría del crimen, sino que también revelaron que había sido él quien había violado a otras siete jóvenes en La Plata desde el 13 de octubre de 2005 y el 18 de abril de 2007, siempre bajo la excusa de encontrarse para concretar un trabajo de niñera para las víctimas.Cinco años después, en presencia de los familiares de Ayala Gamboa, Cadícamo finalmente se sentó en el banquillo de los acusados. La evidencia en su contra así como las pericias psicológicas fueron contundentes y desnudaron a un psicópata, un “predador”, “uno de los más sádicos que hemos encontrado en la historia forense” (ver “Poco se puede hacer por él; se trata de un cuadro irreversible”).El viernes 2 de noviembre de 2012 Cadícamo fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de La Plata, que lo encontró responsable por el homicidio de Ayala Gamboa y por las otras siete violaciones, una de ellas agravada por el uso de armas y otras dos perpetradas en medio de hechos de robo.El “sátiro de las niñeras”, como lo presentaron los medios nacionales en su momento, sentó precedentes no sólo por su abultado prontuario, sino también porque se trató del primer condenado a esa pena por este tipo de delitos en la historia judicial del país.La última deuda pendiente de Cadícamo con la Justicia tenía turno en el Tribunal Penal 1 de Posadas. Sin embargo, el imputado prefirió confesar y firmó un juicio abreviado por quince años de prisión que seguramente se unificará con la perpetua dictada en La Plata. Muchos apuestan a que no volverá a salir de prisión. “Poco se puede hacer por él, se trata de un cuadro irreversible”En el debate que se realizó en el Tribunal Oral Criminal 5 de La Plat
a por el crimen de la estudiante peruana Sandra Ayala Gamboa, a fines del año pasado, los peritos psicológicos de la Justicia bonaerense enmarcaron a Cadícamo como un individuo de extrema peligrosidad.“Se trata de un cuadro irreversible”, aseguraron los expertos en la audiencia. “Poco se puede hacer por él. No hay ningún tratamiento efectivo; no hay más que la ley y el encierro”, sintetizó uno de los peritos que llevó adelante los estudios.En tanto, otro de sus colegas le contó a los jueces sus resultados de las entrevistas psicológicas realizadas al condenado, quien afirmó que se trata de “un psicópata, insensible, manipulador; un predador que busca víctimas fáciles de atacar y posee una sexualidad en base a fantasías sádicas”.Sobre el crimen de Ayala Gamboa, los peritos fueron contundentes y literalmente esbozaron un verdadero monstruo: “Cadícamo mató por placer, no es un accidente, es una escala ascendente del goce perverso que él lleva adelante. Le proporciona una excitación mayor, goza matando en medio del dolor de la víctima. Estamos ante uno de los más sádicos que hemos encontrado en la historia forense”.





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