POSADAS. Con la cara sin maquillar y vestido “de civil”, José Guirado no deja de evidenciar su conexión con la sensibilidad de un clown. La expresividad de su rostro y transparencia de la mirada demuestran, además, que el público infantil es su motor de expresión. Recién llegado de Rosario (su ciudad natal), pero aún con las calles de Singapur en el recuerdo (su último destino artístico), Tuto Tul, el clown argentino que ha derramado su magia por todo el mundo, regaló sensibles palabras.“El clown es, antes que nada, un actor, un ser tragicómico, un antihéroe que de alguna manera empuja su alma inquieta y obsesiva a navegar por el mar de la inocencia. Un payaso es un ser muy crédulo y optimista, que como un niño cuando juega puede imaginar los mundos más mágicos y surrealistas con nada”, indicó.No tan distintosCon los pensamientos totalmente influenciados por los medios de comunicación, los adultos suelen imaginar a los niños de diferentes partes del mundo tan diferentes entre sí como lo son sus padres. Tuto Tul lo desmitifica: “Hay más similitudes que diferencias. A pesar de las culturas disímiles, todos somos humanos, y hay algo en el ser humano, especialmente en la infancia, que es completamente universal. Me sucedió estar escuchando a niños de países muy lejanos hablando muy animadamente y yo, obviamente, no entendía nada. Le pregunté a un traductor de qué hablaban y me dijo que se reían de una pata de la mesa que estaba torcida. O sea, los niños de todo el mundo hablan de las mismas cosas. Es algo mágico y bello. A veces uno teme lo desconocido o lejano, lo ve como inalcanzable, pero hay muchas conexiones, sólo hay que saber mirar hacia adentro y descubrirlas”.Desde teatros de elite a lugares “no convencionales”, como cárceles, hospitales, barrios marginados; la universalidad del arte clown no sabe de fronteras, idiomas ni clases sociales.“Esa magia y poética que toma el clown para la escena es muy fuerte, una herramienta con universalidad tan grande que es reconocible para todo el planeta. Llevo una década viajando con mis obras, sólo en este año visité quince países de todas las razas e idiomas. Me doy cuenta de que, realmente, el clown es universal, y no me refiero sólo a ir a continentes lejanos. Es un lenguaje que te permite llegar a cualquier sector de la sociedad”, contó Tuto Tul.Menos es másEn tiempos tan tecnologizados y mediados por tanta información, el arte clown y su minimalismo se convierte en una bocanada de pureza.Una ley marcial en el clown dicta: “menos, es más”. Cuanto más simple sea la acción y el universo que se crea, más fuerza tiene la escena. En un mundo tan tecnológico, la gente agradece este tipo de espectáculos; pues se identifica con la sencillez y, también, con lo tragicómico del fracaso, uno de los estandartes del clown. El tipo que le va mal permanentemente se encuentra con obstáculos y va de fracaso en fracaso, haciendo reír y emocionar con sus propias flaquezas. “La vida es así, está llena de obstáculos, caídas y tropezones. No nos va bien como humanidad en general, así que es bueno aprender a reírse de uno mismo y convertir las tragedias de la vida en algo romántico”, dijo el clown.La hija de la lágrimaEl alma de un clown aprende a convivir con los sentimientos contrapuestos de la sonrisa y la lágrima. Tuto Tul lo define de una manera muy particular, “esa dualidad me recuerda a las dos caras del teatro griego, la sonrisa y el llanto. En Grecia estaban separadas, pero aquí se juntan. Hay dramas cotidianos y comedia pura. Hablamos de humor, pero sin dejar de lado el contenido dramático”.Con miles de kilómetros a cuesta, Tuto Tul pisó todo tipo de escenarios. Desde teatros profesionales, hasta los más humildes, como las baldosas de una plaza. “Vengo de una familia de teatreros y desde los siete años me muevo sobre las tablas de los escenarios, pero hace ya varios que también trabajo en la calle y si bien son muy diferentes ambos tienen cosas que te cautivan. La vía pública es el reino de la espontaneidad, de lo inesperado, un mundo de imposibles. Se debe improvisar con cualquier cosa; pasa una nube, ladra un perro, esa capacidad me develó un mundo desconocido, me atrapó y me sedujo. Desde entonces llevo trabajando mucho en la calle. Sobre todo en Europa central”, especificó. A su vez aseguró que “en sala, en cambio, el ambiente está totalmente controlado y la luz es un personaje más. La puesta en escena cobra gran importancia, además, el público está completamente enfocado en la actuación. Son dos mundos absolutamente diferentes, pero me siento cómodo y feliz en ambos”, finalizó.





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