POSADAS. Un trozo de tela de colores, una pelotita de telgopor, lana y pintura. Todos estos elementos pueden ser mucho más que eso. Con imaginación y ganas de jugar, pueden dar vida a un personaje que hará reír o conmover hasta las lágrimas. Sí, se trata de títeres, que en este caso son usados como una valiosa puerta de entrada a la narración y a la lectura para docentes y estudiantes.Esa es la propuesta que acercó a las escuelas 857 y 521 del barrio Fátima de esta ciudad el Centro de Mediación, Investigación sobre prácticas de lectura, escritura y literatura infantil y juvenil (Cemillij) de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones. Y fue tan efectiva que al cabo de un par de horas, todos los participantes lograron construir su títere, ponerle un nombre y aprender a manejarlo.Un reencuentro con las letras“El objetivo de este proyecto es que los docentes sean narradores activos. Y para eso es importantísimo el juego. Una persona que juega con la palabra, el relato, el cuerpo, puede imaginar y crear, y si ellos (los docentes) están en esa sintonía, los chicos van a poder imaginar y crear al mismo tiempo”, señaló la magíster Claudia Santiago, profesora de la Facultad de Humanidades y coordinadora del Cemillij ([email protected]). Para que puedan narrar, es necesario “recuperar al docente como lector de literatura”, agregó Santiago. A eso apunta el proyecto, que además de promover el acercamiento a la literatura y la narración en las aulas -lo cual no se limita a la materia lengua, sino que se puede aplicar en todas las áreas- también busca acercar la literatura a la comunidad del barrio, generando un club de lectura dentro de las escuelas.Manos a la obra En la Escuela 857 la jornada de trabajo se realizó el pasado viernes 6, de 8 a 17. Fue una día intenso, de mucho aprendizaje, coordinado por Carlos Bastarrechea y Emilia Aragón, del grupo de teatro de títeres local Tire y Afloje, que a modo de cierre brindaron una función abierta a toda la comunidad. “Participaron todos los maestros de grado, de educación física, plástica, tecnología, lengua, todos, porque la idea es que todos puedan aprender esta técnicas de construir títeres e incentivar la narración”, señaló a PRIMERA EDICIÓN Cristina Benítez, directora de la escuela. Al respecto, Santiago destacó que “habilitar un espacio para narración y lectura no es sólo responsabilidad del maestro de Lengua y Literatura, todos los maestros están implicados”.Bastarrechea y Aragón abrieron la jornada haciendo una especie de recorrido histórico sobre la historia del teatro de títeres y marionetas, que se remonta varios siglos atrás. Luego de demostrar las características y manipulación de los títeres, proporcionaron el material para construirlos: pelotitas de telgopor, mangas de tela de colores llamativos -que hacen las veces el vestido del personaje-, lana de colores para el pelo, cintitas y pintura para colorear los ojos, boca y demás detalles.Lo interesante fue que en muy poco tiempo los docentes lograron construir sus propios títeres, ponerles un nombre y caracterizarlos. Y, en ronda primero, luego tras el teatrillo, comenzaron a experimentar la manipulación y la expresión que podían proporcionarle a través de cada movimiento. El salón de la escuela estuvo repleto de docentes que configuraron una escena poco común: reunidos alrededor de largas mesas, intercambiaron opiniones y consultas, se ayudaron a cortar y pegar las telas y papeles para armar las caras de los personajes. “¿Te gusta?”, preguntó sonriendo de satisfacción una profesora que ya se ocupaba de darle forma al cabello de su títere. “Ponele una cintita, hacele un peinado a tu muñeca”, aportó su colega. Ambas se fundieron en una risa. Porque si algo hubo en abundancia en la jornada fue el placer por descubrirse a cada uno como fabricante de títeres contadores de historias, de “conectarse” con el niño que “cada uno lleva dentro” y de permitirse jugar y expresarse. Sin dudas este buen comienzo augura grandes cambios en el proceso educativo de las instituciones que atraviesan esta experiencia. Tres etapasTras esta singular introducción a la narración, el proyecto -que cuenta con financiamiento de la Entidad Binacional Yacyretá- continuará con dos instancias más que se extenderán hasta fin de año y luego entre marzo y mayo de 2014. Próximamente ambas escuelas recibirán a Marcela Sabio, actriz, compositora y narradora oral -egresada de la Universidad Nacional del Litoral- quien acompañará a los docentes a iniciarse en la narración oral. “Un docente que quiere introducir a la lectura, elije un cuento, lo prepara y lo re-narra, hace otra versión del mismo cuento”, señaló Santiago, destacando que “para hacerlo tenés que ser un lector primero. Y entonces ahí lo que queremos es recuperar al docente como lector de literatura”.La tercera etapa del trabajo es en las propias bibliotecas de cada escuela: “Junto con todos los maestros vamos a mirar y analizar qué libros hay en la biblioteca, los vamos a conocer y en base a ellos vamos a construir estrategias para leer en el aula y fuera del aula”, señaló Santiago.El objetivo es abrir dentro de cada escuela un club de lectura para la comunidad y la misma escuela deberá definir quién estará a cargo de incentivar la lectura en ese espacio. Cabe recordar que en 2011 y 2012 ya habían funcionado estos espacios pero no fue posible seguir sosteniéndolos porque no había recursos para que una persona se hiciera cargo.“Lo que se intenta es que las universidades se acerquen, articulen con el sistema educativo en general y con prácticas comunitarias”, resaltó Santiago, quien hará hincapié en este aspecto durante su participación en el Tercer Simposio de literatura infantil y juvenil que se realizará del 19 al 21, en la Universidad Nacional de San Martín.El placer de leerClaramente esta propuesta busca apartarse de los mandatos que aún siguen en pie en las escuelas actuales: la escuela como formadora de mano de obra. En ese paradigma “productivista” la lectura de literatura va ligada a responder una serie de preguntas esquemáticas -cuál es el personaje principal, el secundario, cuáles son las partes del cuento o novela, clasificación, etcétera- y el placer que el hecho de haber leído pueda generar, queda excluido. “Desde esta perspectiva, si después de la lectura no hay una producción escrita, no sirve. Pero eso de alguna manera anula al sujeto como sujeto autónomo&
;rdquo;, dijo Santiago, marcando que esa forma de “comprobar” si el estudiante comprendió lo que leyó en definitiva puede coartar la iniciativa propia que pueda tener a elegir nuevos textos. Es decir, que muchas veces puede terminar alejando a los niños y jóvenes de la lectura. En lugar de valorar el placer que puedan sentir por la lectura, la escuela valora la “productividad” -responder preguntas, clasificar, categorizar- aunque bien sabemos que muchas veces estos conceptos que muchos docentes hacen memorizar para los exámenes, los estudiantes los olvidarán al día siguiente, y en cambio, si una novela les provocó placer, la recordarán para toda la vida.





Discussion about this post