Por Lara [email protected] POSADAS. El encuentro se produjo. Los “dos Agustines” finalmente se conocieron. Agustín Ocampo (2), de Eldorado y su tocayo, Agustín Cegarra (2), de Posadas, cuya historia hemos relatado en la edición del 3 de septiembre pasado, se vieron por primera vez este lunes. Y jugaron, y rieron juntos. Y posaron para la foto junto a sus padres y el doctor Mario Barrera, neurocirujano pediátrico -el único en Misiones- responsable de que ambos niños hoy puedan gozar la vida. Fue en casa de los Cegarra, una reunión breve pero memorable. Una verdadera celebración a la vida. Dos años y algunas semanas pasaron desde que los dos pequeños fueron internados de gravedad y debieron ser operados de una hemorragia cerebral que puso en serio riesgo sus vidas. Lo parecido de los cuadros -la hemorragia responde a una malformación congénita de un vaso que alimenta el cerebro-, el que ambos casos hayan ocurrido en menos de un mes, y por supuesto, los nombres de los pequeños, motivaron al doctor Barrera a vincular a las familias para darse apoyo mutuo. Fue así que, el 1º de septiembre de 2011, a pocos días de haber obtenido el alta de su hijo que “había estado gravísimo” -operado el 9 de agosto de ese año-, Valeria (35) y Walter Cegarra (40) se acercaron al Sanatorio Caminos a conocer y “dar fuerzas” a Soledad (35) y Sebastián Ocampo (34), quienes habían viajado de urgencia desde Eldorado el 30 de agosto de ese año. Su hijo estaba muy grave y al día siguiente debieron operarlo de urgencia. Recibió el alta a mediados de septiembre de ese año.Tras ese encuentro singular, los padres mantuvieron contacto predominantemente telefónico y por Internet. Pero hasta ahora los Agus no se habían visto nunca.Un milagro, dos milagrosAgus Ocampo tenía dos meses y 10 días; Agus Cegarra, apenas 28 días cuando ingresaron a quirófano. Por tratarse de la cabeza, las secuelas neurológicas en aquel entonces no se podían precisar. No se podía saber si los niños podrían llegar a hablar, a caminar, a correr. El lunes los dos corrieron, jugaron, rieron, se expresaron. Las fotografías dan testimonio de ese momento gratificante que inundó la casa de los Cegarra y los corazones de todos los allí presentes de un profundo regocijo, de una gran felicidad que estimamos, será inagotable.Emociones y recuerdosDurante la reunión los padres recordaron los pormenores de aquellos días tan difíciles que les tocó atravesar. Repasaron fechas, momentos clave, frases. Soledad mostró la estampita y el rosario que los Cegarra les habían regalado en la visita, y también mostró el diario en que anotó todos los detalles de lo que vivieron junto a su hijo. Todos coincidieron en que el agradecimiento a Barrera será “para siempre”. “No hay oro en el mundo que pueda pagar lo que hiciste por mi hijo y yo te voy a estar agradecida eternamente”, dijo muy emocionada Valeria al doctor. Más que historias clínicasBarrera, no sólo es responsable del “volantazo” que cambió el destino y permitió que los niños superaran los graves cuadros, sino que también fue el promotor del singular encuentro y el ideólogo de la nota periodística publicada en PRIMERA EDICIÓN (del encuentro del lunes, quien suscribe se reserva los créditos).“Yo no sabía que alguna palabra que dije en aquellos momentos podría calar tan hondo en la vida de ustedes”, señaló el médico en relación a los recuerdos de los padres, relatados en la nota periodística. “La semana pasada llega al (Hospital) Pediátrico un chico con traumatismo de cráneo, había que operar. Salgo a hablar con el abuelo del chico. Me presento y me dice: ´yo a usted lo conozco por el caso de los dos Agustines´”, relató Barrera. Por su parte, los padres resaltaron una y otra vez su asombro por el espacio que este diario dedicó a contar los casos -doble página y en tapa. “Es una historia única, un homenaje a la vida y así lo merecía”, nos limitamos a señalar.





Discussion about this post