POSADAS. Un efectivo de la Policía de Misiones fue condenado a seis años y seis meses de prisión, después de firmar un juicio abreviado en el que confesó la autoría de un robo a mano armada perpetrado hace poco más de tres años en una verdulería de Itaembé Miní, al sur de Posadas.Fuentes judiciales le confirmaron a PRIMERA EDICIÓN que Héctor Javier Aranda (27) firmó el último viernes el acuerdo al que arribaron la defensa y el doctor Rolando Oliva, fiscal del Tribunal Penal 1 de la capital provincial por subrogación.De esa manera, el uniformado confesó su participación en el hecho por el que había sido procesado el 5 de agosto de 2010 y por el que permanecerá alojado en una unidad penal del Servicio Penitenciario Provincial hasta cumplir la pena.Según pudo determinar la Justicia, Aranda fue quien alrededor de las 5.30 del lunes 16 de agosto de 2010 arribó a bordo de una motocicleta tipo chopera hasta una verdulería emplazada sobre la avenida 147, en Itaembé Miní.Según relató el encargado del local, a esa hora se encontraba mirando televisión junto a un compañero de tareas cuando vio cómo una motocicleta tipo chopera gris con una abolladura en el tanque de combustible se detenía afuera del comercio.Entonces, el conductor descendió del rodado e ingresó. La víctima lo caracterizó como un joven de unos 1.90 metros de alto, tez blanca y cabellos negros cortos. El detalle no menor fue que llevaba una campera azul de la Policía, sin distintivos. Junto a él, a bordo de la moto, viajaba una mujer de cabellos rubios.Al suponer que se trata de un cliente, el encargado se levantó y fue a atenderlo. Entonces, siempre según sus palabras, el recién venido extrajo una pistola nueve milímetros de su cintura y comenzó a amenazarlo.“¡¿Cuántos son?! ¡¿Cuántos son?!”, fueron los gritos que lanzó el sospechoso, al notar que junto al encargado había otro muchacho. A ambos los llevó amenazados a punta de pistola hasta los fondos del negocio, aunque enseguida le exigió al verdulero que regresara sobre sus pasos hasta la caja registradora. “¡Dame todo! ¡Dame todo!”, fue la exigencia del hombre, según contó el damnificado.Con alrededor de 300 pesos en sus manos, el delincuente ordenó a los dos hombres que se tiraran al piso y, antes de ganar la calle, lanzó una última advertencia: “quédense ahí hasta que me vaya; quiero matarles a los dos juntos. Cuando escuchen la moto que me voy, ahí recién se levantan”.Una vez que el malviviente se alejó a bordo de la motocicleta, el encargado de la verdulería y su compañero recuperaron el habla. Todavía estaban en shock cuando llegó un tercer compañero, que debía tomar la “posta” de la atención al público a las 7.El verdulero le contó entonces lo que había sucedido y no dudó en reconocer al uniformado como el autor del hecho: “fue el policía Aranda”, asegura haber dicho, según sus declaraciones.Ante la Justicia, el encargado aseguró que pudo identificar al uniformado ya que lo conocía de antes, cuando había sufrido arresto domiciliario y él era uno de los policías que lo custodiaban.Con los datos aportados por las víctimas, efectivos de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional X montaron un importante operativo que arrojó resultados positivos alrededor de las 17.30 de ese mismo día.Por orden de la Justicia, Aranda fue detenido de inmediato y también se secuestró su motocicleta, una Appia Bless de 150 cc, y su arma reglamentaria, una M95 Classic calibre nueve milímetros.Así las cosas, el policía fue procesado y luego la causa llegó a juicio bajo la carátula “robo calificado por el uso de arma de fuego agravado por pertenecer a una fuerza policial”.El debate oral y público debía realizarse este mes en el Tribunal Penal 1 de Posadas. Estaba todo listo, pero finalmente el uniformado se declaró culpable y aceptó la condena de seis años y medio propuesta por la fiscalía. Encuadre legalPara el cómputo de la pena ofrecida por el Ministerio Público Fiscal, se tuvo en cuenta el inciso 2 del artículo 166 del Código Penal Argentino, donde se establece que “se aplicará reclusión o prisión de cinco a quince años (…) si el robo se cometiere con armas, o en despoblado y en banda”.No obstante, también se tuvo en cuenta el segundo párrafo de ese artículo, en el que se prevé que “si se cometiere el robo con un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por acreditada, o con un arma de utilería, la pena será de tres a diez años de reclusión o prisión”. Al respecto, la Justicia no pudo probar que el arma utilizada en el hecho fuera apta para disparar.Finalmente, en relación al hecho el agravante está estipulado en el artículo 167 bis, donde se establece que “la pena se aumentará en un tercio en su mínimo y en su máximo, cuando quien ejecutare el delito fuere miembro integrante de las fuerzas de seguridad, policiales o del servicio penitenciario”.




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