POSADAS. Si se afirma que el lugar que ocupa Voluntades en el hospital Madariaga es cada vez más grande, no nos referimos a que sean cada vez más voluntarios los que hacen las tradicionales visitas, sala por sala, para mejorar el ánimo de los pacientes y sus familiares. En realidad, hace referencia a que, habiendo empezado las actividades con muy poquito, hoy “el piso” del trabajo que realiza está cada vez más alto.Llevan a cabo las visitas semanales a los pabellones del Madariaga que por mes alcanzan a unas 2.500 personas; acompañan las actividades de los hospitales Baliña y Fátima. Administran el único banco ortopédico existente en Posadas, de cuyas muletas, prótesis o sillas de ruedas depende que personas que los requieren para obtener el alta médico puedan dejar el nosocomio, y con ello una cama quede libre para otro paciente.Hace algunos meses también comenzaron a visitar a los pacientes de cuidados paliativos (CP), un servicio de este hospital a cargo del doctor Walter Cattaneo, que funciona desde fines de 2011. “‘¿Cómo te sentís?’, les preguntamos”“Esta actividad en Paliativos tiene una historia”, señaló a PRIMERA EDICIÓN Maia Ayrault, quien junto a su esposo, José Aguirre, y Susana están a disposición para hacer esas visitas. Según relató, fue en el marco de una de las cinco mudanzas que realizó la asociación para reubicarse en otro salón del hospital cuando se cruzaron con el doctor Cattaneo, quien estaba organizando el equipo que trabajaría en este sector.“Nos reunimos varias veces con el doctor y nos explicó. Los pacientes en algunos casos deben estar solos en las habitaciones, para evitar estar en contacto con bacterias, ya que están inmunodeprimidos”, relató Ayrault. “Nos pidió que colaboráramos con las visitas para levantarles el ánimo y también que colaboráramos con libros, revistas, naipes, crucigramas, juegos de mesa, también ropa”, agregó.“Con los pacientes de Paliativos todo es diferente. No se le pregunta ‘¿cómo estás?’, sino ‘¿cómo te sentís’”, destacó Maia. “Vamos una vez por semana, hay veces que alguna persona que estaba ya no está más porque partió y ahora descansa”, dijo. En el marco de CP, señaló que usa un salón para clases de yoga con los familiares que están acompañando a un paciente. “Es una cosa bárbara, eso hace rato que pensábamos que sería bueno hacer, porque es oro para esas personas que están apuntalando al familiar, con mil trámites para hacer, sin posibilidad de bajonearse”, destacó Maia. Banco ortopédico“Conocimos un chico muy joven de Ituzaingó, Corrientes, que perdió una pierna en un accidente de tránsito. Los padres, muy afectuosos, él con mucha fuerza, mucha polenta, y hace unos días me llamaron del banco ortopédico para pedirnos una muleta así le podían dar de alta”, dijo Maia, señalando que si bien por lo general desde el hospital respetan los horarios de descanso, hay veces que los llamados a ella y José no pueden esperar y el teléfono suena a la siesta, a la nochecita, y allí parten con el pedido para colaborar con el paciente y también con la dinámica del hospital, que hoy en día está sobreexigida.“Nos llaman cinco veces por semana desde distintos sectores del hospital. Nosotros damos las muletas y prótesis a préstamo, pero claro que hay veces que no lo llegan a devolver, por ejemplo, en los casos de personas del interior, aunque hay veces que vienen a control y traen el préstamo y lo dejan con la enfermera. Los que menos tienen son los más atentos en eso y valoran que alguien les pueda prestar”, destacó Maia.Hay un proyecto de ley de un banco ortopédico provincial, pero mientras tanto solo Voluntades lo tiene. “Necesitamos renovar el banco y comprar al menos quince pares de muletas, cinco sillas de ruedas, y son costos muy altos”, dijo.Un piso cada vez más altoEl piso de las actividades de Voluntades está cada vez más alto. Empezaron “chiquito” en Madariaga, luego se extendieron a Fátima y al Baliña. Allí entregaron este año cinco televisores nuevos para los cinco aislados con tuberculosis, dos aires acondicionados, un nebulizador nuevo para el hospital de VIH, 25 frazadas polares para las nueve habitaciones comunes y las cinco de terapia; quince sábanas nuevas, cajitas de instrumental quirúrgico, las amarras para las personas en terapia que hace a medida una de las voluntarias.“Voluntades no está quieta”, todo el tiempo estamos generando actividades para recaudar fondos y comprar las cosas que son gastos fijos, como los fardos de bombachas y calzoncillos, camisones, almohadas, cobertores que entregamos a los pacientes internados”, destacó Maia. Las bufandas de doña PacaLas recorridas de Voluntades no se agotan en las salas de internación. Cuando terminan de visitar a los y las pacientes, hacer los sorteos, contar algunos chistes para amenizar su estadía, los voluntarios recorren el patio del hospital, detectando a los familiares que pernoctan allí. “Estamos sin albergue para los familiares -Madre Teresa está en construcción hace al menos un año- y muchos se quedan a dormir en el frío, entonces repartimos mantas, gorros de lana y bufandas”, destacó Maia.Muchos de los gorros son de factoría de Bea, Luisa, Kela. Y de doña Paca, una señora que vende artesanías en la vereda del Banco Hipotecario, también colabora con bufandas y pañuelos.“Tiene amor por los demás, nos llevó al local pañuelos, bufandas polares y tejidas. Y eso e hace ver que acá no hay clases sociales, hay amor por el otro”, destacó Maia, resaltando que “la gente encontró en Voluntades un canal serio y transparente y sabe que las cosas llegan a destino”. Aquí hay que destacar que pese a que el equipo de logística de la asociación es reducido, las necesidades de cada nosocomio se resuelven en el corto plazo -una clara diferencia con los tiempos burocráticos, en que para dar esas respuestas se debe mover una pila de expedientes.




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