POSADAS. Dos presas estaban tomando mate en el Penal V cuando escucharon la noticia de una familia de Garupá que perdió su casa en un incendio y una de las niñas lloraba porque ya no tenía a su muñeca. La tristeza de esa pequeña fue lo que motivó a Zulma Báez a confeccionar peponas de trapos para hacerlas llegar a las nenas que por cuestiones económicas están alejadas de semejante alegría. “Pensé que nosotras podíamos hacer algo tan sencillo como una muñeca y, a través de eso, dar algo lindo a los otros. Mis compañeras decían que no íbamos a poder hacer nada de esto porque estamos presas. Pensaban que no nos autorizarían, pero empecé a hacer las primeras muñecas sin nada y cuando llamé al licenciado Amarilla y le conté mi proyecto de inmediato me alentó para que siga adelante”, contó Zulma a PRIMERA EDICIÓN. Ella y la interna Nilda Valiente son las que fabrican desde febrero muñecas de trapo. Zulma arma las muñecas y Nilda pinta los rostros. Las primeras cincuenta las donaron en abril, a la Fundación Creación, que trabaja con chicos con cáncer. Ayer entregaron otras sesenta al Hogar de Niñas Santa Teresita y una cantidad similar al Hogar de Día. Además, se sumó al proyecto un interno del Penal VI (Javier), quien construyó cuarenta camiones de juguete. El descontracturado acto fue encabezado por la subsecretaria de Derechos Humanos, Amelia Báez, que junto a Zulma entregó los juguetes a las niñas del Hogar Santa Teresita y, a través de su director, Samuel López, a los chicos del Hogar de Día. “Para confeccionar las muñecas usamos agujas, tijeras y otros elementos punzantes… para eso debimos hacer un pedido especial a los directivos del penal y nos autorizaron”, recordó Zulma, que ayer se emocionó al ver a las niñas jugando. “No tienen valor comercial, no hablan ni caminan, pero sepan que usamos hasta nuestra ropa para hacerlas, en cada una pusimos nuestro amor y esfuerzo”, confió. A las muñecas las hicieron en su horario libre, que no es mucho. “Cuando empecé trabajaba por la mañana en el sector de panadería y por la tarde iba a la escuela secundaria”, recordó. Una triste historia Zulma está presa desde hace dos años y tres meses y en los próximos días la trasladarán a Buenos Aires. Fue condenada por supresión de identidad de un menor y cumplirá su condena en menos de un año. “Reconozco lo que hice, pero lo hice por amor y no me arrepiento de haberlo hecho. Pero los jueces vieron mis antecedentes, me dieron la oportunidad y acá estoy, tratando de trabajar con la sociedad”, confió. A simple vista se observa que no tiene una vida sencilla, “tengo una hija de 25 años que vive en San Martín de los Andes, también tengo tres hijos a los que no veo desde hace 18 años porque mi pareja se fue y desapareció con ellos sin mi consentimiento. Yo era menor de edad y estaba sola, entonces no pude hacer nada. Ahora podré reencontrarme con mis hijos porque la Justicia me ayudó a encontrarlos”, detalló. La causa de esta mujer fue por una adopción irregular de un bebé, con sustracción de identidad y falso testimonio. “El amor de madre me llevó a hacer esto, el querer ejercer la maternidad me llevó a hacer cosas de las que después te podés arrepentir”, contó. Su compañera en el armado de muñecas, Nilda Valiente, cumple condena por asesinar a su hijo cuando este tenía un año y siete meses. Fue condenada en un juicio abreviado, luego de reconocer la autoría del crimen. Las muñecas -muchas bautizadas por sus dueñas con el nombre de Zulma- fueron muy bien recibidas por las niñas y la directora del Hogar Santa Teresita, Norma Mabel Molina.





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