APÓSTOLES, OBERÁ, SAN IGNACIO, PUERTO ESPERANZA, PUERTO IGUAZÚ, ELDORADO (Por Sergio Alvez). En la primera entrega del informe dábamos cuenta de la ausencia de estadísticas oficiales en torno a la problemática del trabajo infantil y hacíamos un recuento de los programas oficiales que habían sido destinados a trabajar sobre la temática. La conclusión, elocuente en su correlato con la realidad cotidiana en los 75 municipios, habla a las claras de un fracaso estridente en cuanta política se haya intentado llevar adelante en Misiones para erradicar el trabajo infantil. Hoy, la problemática atraviesa la provincia, en ámbitos rurales y urbanos, de manera visible y palpable, sin que existan acciones gubernamentales útiles para revertir el cuadro, que quedó una vez más crudamente expuesto en el reciente accidente que sufrió un grupo de tareferos en Aristóbulo del Valle, donde murieron ocho personas, entre ellas niños y adolescentes en situación de explotación laboral. Al igual que la desnutrición infantil hasta hace dos años, el trabajo infantil está excluido de las prioridades del Gobierno provincial, que no cuenta con ningún plan o programa especial para un abordaje realmente efectivo e integral. La desnutrición fue abordada a partir de la creación del programa Hambre Cero, que se implementó a raíz de las fuertes críticas que generaban la constante exposición mediática de niños en situación nutricional deficiente, con algunos casos mortales. El trabajo infantil en Misiones, pese a las evidencias que demuestran que se trata de una situación profunda, compleja y que involucra a niños y niñas de norte a sur del territorio provincial, todavía aparece como una temática marginal en las agendas oficiales. En esta segunda entrega, y como producto de una extensa investigación que seguirá abierta, mostramos en resumen cuál es la situación del trabajo infantil en algunos de los municipios más importantes de la provincia, a partir de la voz de ciudadanos -docentes, sacerdotes, militantes sociales- que mantienen vínculo y conocimiento de algunos aspectos de la temática, y también a partir del testimonio de niños y adolescentes sumidos en la problemática. Norte de la provincia“La expansión de la actividad turística en Puerto Iguazú favoreció en los últimos años el crecimiento de la explotación infantil”, señalan investigadores de una organización de la sociedad civil con sede en Buenos Aires, que durante los últimos meses viene desarrollando un relevamiento de casos en la Ciudad de las Cataratas. Este colectivo, que solicitó la reserva de identidad dado que se encuentra tras las pistas de casos de explotación sexual infantil, pudo detectar diversos tipos de trabajo infantil en la zona. “Está el trabajo infantil que se aprecia a simple vista, que lo ve todo el mundo, es decir, los chicos que cuidan autos, los que venden artículos para el turista como sombreros o capas para ir a Cataratas, en muchos casos son chicos que provienen de los barrios carenciados de Iguazú y que buscan en la calle una oportunidad de sumar a la economía familiar. Y en otros casos hallamos situaciones de extrema gravedad y que denunciaremos debidamente a la Justicia, porque hablamos de explotación sexual de niñas, donde hay vínculos con sectores hoteleros y donde los clientes por lo general son turistas que buscan sexo con menores de edad, incluso hemos encontrado casos de explotación sexual que involucran a chicas de una comunidad aborigen”, señalaron a este diario. En Wanda, el trabajo infantil también resulta de sencilla detección y tiene que ver con la venta de piedras preciosas y otros artículos para el turista.Basta detenerse en la estación de servicio del pueblo o bien circundar en cercanías de la zona de minas para tener un panorama al respecto. “Acá muchos chicos trabajan. Sus padres los mandan a vender pensando que como son niños el turista se va a conmover. Andan cargando piedras todo el día y nadie puede decir que no los ve, por acá pasan funcionarios de alto rango que van a Iguazú seguido y los chicos están ahí ofreciéndoles, todos los saben pero nadie hace nada”, indicó una docente de la zona, que viene desarrollando charlas con algunos de los padres de sus alumnos que trabajan. Desde Puerto Esperanza, el docente del Movimiento Pedagógico de Liberación Carlos Duarte señaló que “acá el trabajo infantil existe y se ve. Cualquier persona que viene a nuestra ciudad podrá ver que la mayoría de los vendedores de chipas son niños, en porcentaje estimo que un 90%. Se levantan de madrugada y van a las estaciones de servicios, a la terminal, a las fábricas; después de ahí muchos van a las escuelas, los que van, pues mucho abandonan o van a los colegios nocturnos para adultos cuando todavía son niños. El rendimiento escolar es nulo, producto del cansancio y la falta de tiempo para estudiar, ya que al salir de la escuela “deben” seguir vendiendo. También hay muchos vendedores de empanadas, bollos, plantas y frutas. Hay niños pidiendo a las salidas de los supermercados y realmente no hay política de ningún tipo para contrarrestar, se niega que existe el problema. Además también hay casos de prostitución infantil y una alta incidencia de embarazo de niñas y adolescentes”.EldoradoLa llamada Capital del Trabajo, también presenta de manera visible las dos modalidades generales de trabajo infantil: urbano y rural. Durante el recorrido por las escuelas públicas de la localidad, nos encontramos con un sinfín de testimonios de alumnos que se encuentran en situación de trabajo infantil. Desde este localidad, José Luis Fuentes, joven militante social que en las últimas elecciones fue candidato a concejal por el Frente Amplio Progresista, señaló que “en Eldorado podemos ver trabajo infantil en sus diversas formas, la venta ambulante que involucra a niños, desde mi punto de vista, y sin conocer información de relevamientos oficiales, es el rubro o actividad donde hay una visibilidad mayor, en la mayoría de los caso se trata de la venta de productos que los padres cultivan (mandioca) o preparan (pan casero, alfajores, etc.). En estos casos podemos ver un rol de colaboración familiar, en la generalidad de los casos no configura un trabajo riesgoso y peligroso para la integridad física ni moral. También otro tipo de trabajo infantil que podemos ver, ya con menos frecuencia, y supongo que puede ser producto de la Asignación Universal por Hijo o por la presencia de hogares de niños (privados) que los contienen, es la de ven
ta ambulante realizada por niños en situación de calle o directamente los chicos que piden monedas, esto aparentemente se ha reducido. Obviamente estos chicos están expuestos a los más diversos riesgos y el daño por la exposición es más grave”.En la actualidad, para Fuentes “los niños a los que se los ve más expuestos son a aquellos que pertenecen a comunidades originarias, el proceso de “civilización” lamentablemente los ha arrojado a ellos y a sus padres a vender sus artesanías en las calles, también a mendigar, es una imagen que se puede ver seguido en los diferentes barrios y prácticamente de manera constante en el semáforo del kilómetro 9, en la esquina del correo”.Según el joven eldoradense, “el motivo por el cual no encontramos estadísticas oficiales es porque en nuestra provincia los niveles de trabajo infantil son altos y en muchos casos muy graves, el Gobierno actual no quiere visibilizar esa situación, ya que se cae gran parte de su discurso. Existen sistemas productivos donde el trabajo de los niños es parte integral del mismo, si vamos a la zona de Pozo Azul, veremos cómo los niños, en realidad todos los miembros de la familia, niños, adultos y ancianos, trabajan en la preparación del terreno, plantación, cuidado, pulverización, cosecha y toda la actividad vinculada al tabaco, ausentándose de la escuela en la época de trabajo más intenso. En la tarefa ya no es un secreto a voces, es público y lo sabemos todos, conociendo tristísimos casos casi de manera semanal”.San IgnacioEn la Ciudad de las Ruinas, el trabajo infantil incluye a niños “criollos” y a pequeños de las comunidades mbya de la zona. Al igual que en Iguazú, muchas de las tareas giran en torno a las demandas turísticas. También aquí se desarrolla una investigación de una organización civil, que solicitó el anonimato en principio, para brindar parte de la información recabada, que involucra a niñas en la explotación sexual. “Sí, hay trabajo infantil en San Ignacio. Está visible ese concepto, sólo basta preguntarles a los pibes que mendigan en zona de ruinas vendiendo plantas, piedras o cantando arriba de los colectivos, sobre qué es lo que hacen y el 100% te va a contestar que está trabajando. En la zona rural y semi rural claro que existe el conchabo jornalero junto con mayores en la tarefa o cortando pino”, indicó una referente de la ONG. En cuanto a la explotación sexual vinculada al turismo, sostuvo que “la principal evidencia que tenés es la cantidad de embarazos que se ven en las llamadas “planteritas”, como se llama a estas niñas que mendigan en zona de las reducciones a partir de los once años, un porcentaje de ellas a determinada edad termina trabajando en la ruta o en prostíbulos. Claro que existen operadores turísticos operando -valga la redundancia- en este rubro también, pero en eso es bien complicado hablar de evidencias, más que algunos testimonios, como intentos de raptos de niñas de alguna comunidad de la zona por parte de gente que ha ido con el cuento de la guía turística. Nosotros estamos trabajando para aportar información en el ámbito que corresponde, pero lo cierto es que el trabajo infantil en San Ignacio es de fácil detección y no se observan políticas efectivas para combatirlo”. El surEn Apóstoles, la incidencia del trabajo infantil en el sector urbano es relativamente baja si se compara con el contexto rural. En la ciudad y los barrios puntualmente se observan casos de niños y adolescentes que no alcanzaron la edad laboral legal dedicados a la cotidiana tarea de la venta de chipa o diarios y otros casos de niñas y niños que ofrecen limones, abono o plantas en los barrios. En el ámbito rural, la tarefa es el rubro en el que se detecta mayor cantidad de niños trabajando en la Zona Sur de la provincia. Sara Barrionuevo, directora de la Escuela 70, de San José, indicó que “se trata de núcleos familiares donde los problemas socio económicos están a la orden del día, ya que aquí escasean las fuentes de trabajo y hay muchas familias numerosas donde el sostén son las changas o los planes sociales. En la escuela tenemos comedor y eso ayuda a que los alumnos tengan una buena base alimentaria, pero tenemos conocimiento de varios alumnos que trabajan en el campo”. En el llamado Paraje Ensanche, de Colonia Apóstoles, se encuentra la Escuela Rural 625. La coyuntura socio económica que envuelve a la comunidad escolar es compleja. “Los alumnos en muchos casos son niños acostumbrados al trabajo infantil, que cuando no están acompañando a sus padres en yerbales u olerías, se quedan al cuidado de sus hermanitos menores. Hay muchos casos de alumnos nuestros que sabemos que trabajan desde chicos. Por eso a veces faltan durante alguna temporada. Es una realidad muy difícil”, señaló una de las docentes del establecimiento. Un varieté en la Capital del MonteLa llamada Capital del Monte representa un núcleo en el que cobran visibilidad todas las formas de trabajo infantil, desde la venta ambulante hasta el trabajo rural, pasando por la mendicidad urbana, que se aprecia diariamente en la zona céntrica de la ciudad. El pastor protestante de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Eugenio Albrecht, quien desde ese espacio viene trabajando hace años junto a jóvenes de la zona, en diversas temáticas sociales, señaló que “en el ambiente urbano, por lo general el trabajo infantil está bien ligado con la pobreza y con la necesidad de sobrevivir. Desde esa realidad social, varios niños deben salir a conseguir parte del sustento cotidiano (propio y ajeno). En esa búsqueda, muchos niños y niñas deben salir a la calle a pedir, a hacer malabares, a vender objetos y frutas, entre otras cosas. En el caso de Oberá, esto se puede observar todos los días en la avenida Sarmiento hasta largas horas de la noche”.Un tiempo sin ruidosAlbrecht, que además es autor del libro “Un tiempo sin ruidos”, agregó que “en nuestra región abundan las pequeñas explotaciones familiares. Estas por lo general necesitan la fuerza de trabajo de todos los miembros de la familia”. Además, señaló que “por esa razón muchos niños y niñas deben salir a trabajar y hacer labores de labranza, siembra y cosecha desde muy temprana edad”. “Esto lo deben realizar en combinación con los horarios escolares, lo cual significa un verdadero desafío para no atrasarse con la escuela”, dijo Albrecht. “Por lo general un niño que trabaja suele estancarse en la escuela debido a que no puede dar abasto y
cumplir con ambas actividades”, aseguró el pastor sobre las complicaciones de los niños en edad escolar y que también trabaja. Por otro lado, el trabajo infantil en el campo también sucede a partir de una concepción cultural que plantea que las personas deben aprender a trabajar cuando son niños, porque en caso contrario, no lo harán cuando crezcan. Esto es un concepto equivocado acerca del aprendizaje, que además va a contrapelo de los procesos de maduración de los niños”.





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