RÍO DE JANEIRO, Brasil (AFP-NA-DyN-Medios Digitales). Francisco, el primer papa latinoamericano, en su primera visita a su continente, tuvo un vibrante recibimiento el lunes en Río de Janeiro, donde decenas de miles de peregrinos brasileños y extranjeros lloraron y gritaron a su paso en papamóvil semidescubierto.El papa lanzó un llamado a los jóvenes a evangelizar, y les pidió que “vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas”, en un país donde cientos de miles de jóvenes estuvieron el mes pasado al frente de históricas protestas, contra la corrupción de los políticos y por servicios sociales de calidad.El papa argentino, de 76 años, presidirá en Brasil, el país con más católicos del mundo, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), del 23 al 28 de julio, a la que asistirán un millón y medio de personas.El papa dijo que vino a la JMJ para encontrarse con jóvenes “atraídos por los brazos abiertos del Cristo Redentor”, en su primer discurso en el Palacio Guanabara, sede del gobierno de Río, junto a la presidenta Dilma Rousseff.“No traigo oro ni plata”No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo. La paz de Cristo esté con vosotros”, afirmó Francisco en la ceremonia de bienvenida ante la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el palacio de Guanabara.Los jóvenes “quieren encontrar un refugio en su abrazo, justo cerca de su corazón, volver a escuchar su llamada clara y potente: ‘Vayan y hagan discípulos a todas las naciones’”, afirmó Francisco, que mostró su sencillez vistiendo una simple sotana blanca con su cruz de plata, besando a la presidenta Dilma en ambas mejillas.Sin aludir a las protestas, Francisco pidió garantizar derechos básicos a los jóvenes del mundo, como “seguridad y educación”.Apóstol de una iglesia misionera y cercana a los pobres, Francisco visitará una favela relegada, a adictos de crack y así como el mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, en el estado de Sao Paulo.Cerca de la genteEl papa quiso mostrarse cercano al pueblo, y el automóvil cerrado que lo llevó del aeropuerto internacional hasta la catedral metropolitana en el centro de Río fue cercado por multitudes de personas en repetidas oportunidades.Tras llegar a la catedral, el papa subió al papamóvil e inició un paseo por el centro de la ciudad, hasta el teatro municipal, durante el cual besó y bendijo a varios niños. La multitud en delirio le rodeaba, mientras el papa, tranquilo, saludaba a todos con una sonrisa.“Esperamos que el papa nos traiga renovación de ganas y fe. Al ver todos estos jóvenes juntos nos llenamos de pilas (energía) y mostramos que no somos unos pocos los locos (por el amor de Dios), los locos somos muchos”, dijo a la AFP el argentino Renzo Cicroni, de 23 años, mientras aguardaba al papa cerca de la catedral.“Vine a ver un cambio, algo nuevo, algo refrescante (…) El papa sabe lo que sentimos y somos el pilar de la iglesia”, señaló Anaia Betarte, una uruguaya de 17 años que vendió durante meses rifas, ravioles y pollos para poder venir a ver al papa a Rio.Francisco advirtió que el mundo corre el riesgo de tener una generación entera de jóvenes desempleados desde el avión que lo conducía a Brasil.“Corremos el riesgo de tener una generación desempleada”, dijo el papa, y pidió que se evite “aislarlos”. También condenó “la cultura del rechazo a los ancianos”.ProtestasCientos de manifestantes protestaron cerca del palacio Guanabara contra los 53 millones de dólares que cuestan a los contribuyentes brasileños su visita y la JMJ, y quemaron un muñeco del gobernador de Rio, Sergio Cabral, en medio de un impresionante dispositivo policial.Grupos de homosexuales protagonizaron asimismo un “beijaço” (besazo) entre personas del mismo sexo, y varias mujeres mostraron los senos en protesta, constató la AFP.El hartazgo ante la corrupción política y la pésima calidad del transporte, la salud y la educación pública -en contraste con los millones que se gastan en estadios para el Mundial de fútbol 2014- llevó a más de un millón de brasileños, sobre todo jóvenes de clase media, a protestar en las calles en junio, en plena Copa Confederaciones.Ayer la policía dispersó a cientos de manifestantes, que protestaban contra el gasto público de la visita del papa a Brasil, con gases lacrimógenos y chorros de agua tras la reunión del pontífice con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, constató la AFP.Cientos de manifestantes corrían en todas direcciones cerca del palacio, sede del gobierno estatal de Río. Un fotógrafo de prensa yacía en el suelo en medio de la multitud con la cara sangrando de manera abundante.Un policía en el lugar dijo a la AFP que los manifestantes fueron dispersados luego de que lanzaron un cóctel molotov contra las fuerzas del orden. Al menos un manifestante que llevaba una máscara de “Anonymous” fue arrestado.Cuando comenzaron los enfrentamientos violentos, el papa Francisco ya se encontraba lejos de allí, casi llegando al centro de estudios de Sumaré, en las alturas de Rio, donde se alojará durante su estadía.“¡No sirve reprimir, este gobierno va a caer!”, gritaban mientras huían de la Policía.Los comercios y bares cercanos bajaban rápidamente sus cortinas de hierro. Un enorme dispositivo policial fue desplegado en la zona, incluidos integrantes del Batallón de Choque en moto.Los manifestantes fueron convocados por el grupo Anonymous Rio y protestaban cerca del palacio Guanabara contra los 53 millones de dólares que costará a contribuyentes brasileños la visita del papa Francisco y la JMJ. También gritaban consignas contra el gobernador Sergio Cabral -quemaron un muñeco que representaba el alcalde Eduardo Paes y Rousseff. Sigue en página 12 Viene de página 11Seguridad desbordadaDesde la terminal aérea el Papa se trasladó en una camioneta blindada y pese a las medidas de seguridad dispuestas por las autoridades locales a raíz de las protestas sociales en Brasil, el pontífice argentino viajó con la ventanilla abierta.En el trayecto hacia la catedral San Sebastián el vehículo que transportaba al Papa debió detenerse en varias oportunidades por el tránsito en Río, en cuyas calles había micros estacionados en doble fila.Grupos de personas aprovecharon esos
momentos para acercarse, mientras un jefe de seguridad le pidió al pontífice que no dialogue con ellos ni reciba objetos que intentaban acercarle.Las serias fallas en el protocolo de seguridad provocó críticas de la alcaldía de Río, que responsabilizó a la Policía Federal de haber tomado calles paralelas, en algunos casos cerca de favelas, y no la senda central que estaba liberada para la circulación.Al llegar a la catedral el Papa se subió al jeep abierto y recorrió las calles de Río en medio de una fiesta con banderas y miles de personas que lo saludaban a su paso.En un automóvil austero El Papa desechó el lujo de los vehículos oficiales e hizo su traslado en un auto popular del Mercosur y sin el cinturón de seguridad.Ni Papamóvil, ni el lujoso Audi o el clásico Mercedes-Benz. El automóvil que trasladó al Papa desde el aeropuerto hasta la catedral de Río de Janeiro es un Fiat Idea. Los observadores más detallistas sostienen que ni siqueira cuenta con levantavidrios eléctrico en los asientos traseros.Las imágenes son impactantes, porque los vehículos responsables de la seguridad, en su mayoría Toyota Corolla negro, son más imponentes que el automóvil del Papa, que no posee blindaje ni seguridad adicional. El Papa viajaba en el asiento trasero, con el vidrio bajo y sin el cinturón de seguridad, como observan algunos medios brasileños, que destacan la fuerte campaña de concientización que el gobierno está llevando adelante con la seguridad vial.





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