OBERÁ. Esta es la historia de un hombre conocido en Oberá, cuyas actividades también eran conocidas. Aunque se sabían que estaban reñidas con la moral y la ética, nadie tenía el dato certero (o no se animaba) para llevarlo a la Justicia. Pero esto cambió de manera drástica este mes, cuando la Administración Federal de Ingresos Públicos lo acusó ante la Justicia Federal por evasión, asociación ilícita y posible lavado de dinero. En la Capital del Monte nadie se sorprendió. Es más, algunos hasta se alegraron, pero no mostraron su satisfacción en público, sino que hicieron explotar Internet, donde es más fácil decir lo que se quiere decir detrás de un seudónimo, para no quedar expuesto.El contador tiene 38 años y su “carrera” empezó a empinarse hace una década. Cuentan quienes lo conocen que en ese entonces en esta ciudad sólo estaban afincadas las obras sociales sindicales más conocidas, aquellas que tenían filiales en todo el país. Por eso llamó la atención que este personaje se dedicara a la instalación de otras, poco rutilantes, pero con un generoso menú de prestaciones. De repente, se convirtió en el representante de una cantidad considerable de obras sociales. El paso siguiente fue armar un grupo de colaboradores y salir a conseguir afiliaciones.Detallan distintos informantes que el contador y sus subordinados recorrieron parajes, colonias y localidades de toda la Zona Centro para captar voluntades y la manera en la que lo lograron todavía dispara irritación, a pesar del paso del tiempo. Con el pretexto de hacer un relevamiento sobre el nivel de las prestaciones de salud en esa franja de Misiones, le hacían responder a colonos y peones un cuestionario, y tras cartón le hacían firmar un documento. Ese papel no era otra cosa que el cambio de obra social para los que tenían ese beneficio. Los que fueron cambiados recién se enteraron cuando iban a comprar órdenes de consulta y le decían que ya no figuraban como afiliados. La que más afiliados perdió, aseguran, fue Osprera. Averiguando, los trabajadores rurales llegaban a los nuevos prestadores, los que, a su vez, le indicaban dos centros de salud privados donde debían atenderse, sí o sí. Esas clínicas, de acuerdo con los informantes, eran propiedad del contador o de algunos de sus socios. Porque siempre tuvo socios, gente que creyó en sus planes y proyectos y lo acompañó, al menos hasta que la Afip fue a la Justicia.Al grupo liderado por el contador y sus socios se le adjudica buenos contactos con funcionarios de la Anses y también en otros organismos. De ahí que las denuncias que hicieron quienes se sintieron perjudicados por el cambio compulsivo de obra social nunca llegaron a nada.AsesoríaDicen que el negocio de la salud dejó sumas fabulosas en las arcas del contador y de sus allegados. Pero al parecer no fue suficiente, porque decidió incursionar en otros rubros. Entonces puso en marcha una financiera, donde se “asistía” a numerosos clientes. Además de cambiar cheques, se cree que se armaban allí estructuras para blanquear dinero. La cartera de clientes cada vez crecía más, tanto como los rumores en Oberá. Y no solo los rumores, sino la compra de propiedades por parte de empresas que, ahora, a la luz de la investigación judicial, se sospecha habían sido “creadas” por el contador y su gente. El AtléticoLos tentáculos de la red se extendieron a otros ámbitos. Los memoriosos recuerdan y vinculan al hombre de las Ciencias Económicas con el grupo empresario que intentó quedarse con la sede del Club Atlético Oberá, una institución emblemática de la Capital del Monte. En 2004, la entonces comisión directiva autorizó la “venta” del predio de Andresito y calle España, pese al rechazo tajante de los socios. Empezó de inmediato un pleito judicial que demoró ocho años en resolverse. La Justicia, finalmente, dictaminó que el Atlético tenía que volver a manos de sus socios. El traspié no hizo mella en el ánimo del contador y los suyos. La consultora con la que asesoraban en materia financiera brillaba como nunca.Lejos de cuidar los detalles, la red con el ideólogo como estandarte cada vez hacía más ruido. En Oberá creen que la ostentación provocó la debacle. En febrero de este año, la Afip, que desde noviembre de 2012 se había enfocado en él, denunció al contador ante la Justicia Federal. Se disparó entonces una investigación que se aceleró a fondo este mes, cuando gendarmes y sabuesos de la Afip allanaron una serie de inmuebles vinculados con el personaje y luego se informó al mundo del golpe a la evasión y al posible lavado de dinero.El rey al desnudo“Tras realizar 13 allanamientos -ordenados por la Justicia- a distintos domicilios en el marco de una investigación por asociación ilícita y lavado de dinero, la AFIP detectó que las firmas ‘de cartón’ prestaron servicios por 300 millones de pesos permitiendo una evasión superior a los 70 millones de pesos”, detalló el ente recaudador en un comunicado. Y añadió: “La organización se abocaba a facilitar la evasión tributaria de terceras personas ofreciendo un servicio variado: desde la creación de empresas ‘fantasmas’, utilización de prestanombres, documentación falaz, cesiones permanentes de socios, simulación de empleados, confección y certificación de estados contables falsos, procesos concursales y hasta quiebras fraudulentas o intercambio de cheques a los contribuyentes a efectos de eludir los controles financieros.En la investigación se detectó también la existencia de firmas que no tenían operatoria comercial y que no registraban acreditaciones bancarias, pero poseían un importante número de vehículos o propiedades, por lo que se solicitó que también se investigue el delito de lavado de activos.Otra de las modalidades detectadas fue la utilización en calidad de prestanombres de personas mayores de 70 años, en su mayoría familiares de los involucrados, con la finalidad de eludir responsabilidades penales.Para la habilitación de las sociedades crearon, además, un grupo de inmobiliarias que confeccionaban los contratos de locación, utilizando en muchos casos los mismos domicilios (propiedad del grupo) que eran alquilados a distintos contribuyentes casi en forma simultánea. Dentro de los ‘servicios’ que brindaban al contribuyente se detectó también, el descuento de cheques a través de algunas financieras con el obje
to de que el Fisco no pueda reconstruir el circuito económico de pagos”. El rey había quedado desnudo. Por lo que se sabe, siempre sospechó que la Afip podía caerle. Es más, entre los instructivos que tenían sus empleados había uno que decía que ante la menor sospecha de la llegada de los sabuesos, había que cerrar todo, apagar las máquinas y si alguna computadora quedaba encendida, entregar la vida antes que la clave.Cuando el tema estalló en las redes sociales, muchos obereños colgaron algún que otro dato sobre el personaje: que era un explotador laboral, que dejó un tendal de damnificados entre los peones rurales y también su afición a la ostentación. También se conoció, no en Internet, sino de boca de conocidos del contador que él o un allegado de él sería el dueño del edificio donde actualmente funciona la Afip en Oberá. ¿Vaya paradoja no? El contador no está en Misiones. Algunos dicen que se fue al Brasil, al departamento que le adjudican en Itapema. Otros dicen que este viernes viajó desde Oberá, en colectivo, hacia Buenos Aires para contratar abogados de un prestigioso estudio a fin de limpiar su imagen.Cuando afronte a la Justicia deberá responder muchísimas preguntas. También quienes trabajaron con él codo a codo durante diez años.Si, como supone la Afip, hay una asociación ilícita, tienen que establecer quiénes son sus integrantes y si hubo lavado de dinero, quiénes trajeron los fondos, cuál es su procedencia y qué destino le dieron.TemorPor estas horas la ciudad es una usina de rumores. Los empleados del contador están con temor de perder su trabajo. Los de mayor confianza serían reubicados en firmas que serían del investigado, pero que no fueron allanadas.También se habla mucho del futuro de la clínica de unos nueve pisos que están construyendo en Oberá y en el que el contador tendría intereses. A juzgar por el ritmo de los trabajos, que no se detuvo con el escándalo, todo marcha viento en popa. Lo mismo que con las tres farmacias en la Capital del Monte y otras dos, ubicadas en localidades cercanas, que también serían propiedad del ahora llamado “Leonardo Fariña misionero”.





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