POSADAS. El perfil del futuro docente -hoy estudiante en los institutos de formación docente- cambió mucho en las últimas décadas. También se modificó el valor que la sociedad le otorga a la profesión de enseñar. Sobre estas cuestiones habló con PRIMERA EDICIÓN el doctor en Ciencias de la Educación, profesor de nivel primario y profesor de nivel secundario Gerardo Adrián Suárez, en su visita a esta ciudad, a la que llegó para dictar una jornada de capacitación a los estudiantes de los distintos profesorados del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya. ¿Qué perfil tienen los jóvenes que hoy estudian para ser docentes?Ha cambiado el sujeto que hoy asiste a los institutos superiores de formación docente. Es muy diferente al perfil de los que estudiaban para ser docentes hace treinta años. Por su edad, un joven que hoy elige estudiar un profesorado de Matemática, Biología, Historia o cualquier otro, sociodemográficamente no ha definido su proyecto de vida, no está en pareja, no tiene hijos. Estamos hablando de jóvenes de 19, 20 años. Para algunos, la docencia es una segunda carrera después de intentar ingresar a la universidad, la familia les dice que tienen que hacer “algo” y ese algo termina siendo un profesorado. Por supuesto, también hay muchos que eligen la formación docente como primera opción, pero no es la mayoría. Antes se elegía la carrera docente por herencia familiar. Hoy se elige la docencia porque representa la posibilidad de un empleo bastante rápido, estable y la posibilidad de acceder a una obra social. A su vez, ese alumno que está en las aulas del profesorado también es un adolescente un poco más grande, de veinte y pico de años, pero que todavía no llegó a la adultez. Uno se encuentra con que ese alumno, dentro de cuatro o cinco años, va a estar dando clases a adolescentes que tienen muchas características parecidas a las suyas. El status quo del docente impacta no sólo a la hora de elegir la carrera sino también en su ejercicio, en su relación con la comunidad educativa… Absolutamente, y en cómo se plantan frente a los padres… también cambió la escuela y la sociedad toda. En la formación de las maestras jardineras, en el Profesorado de Nivel Inicial, antes uno se encontraba con una profesora de nivel inicial que generalmente ya era mamá, cosa que no ocurre con tanta frecuencia hoy en día porque se postergó varios años la formalización de la pareja y la paternidad. Entonces, lo más frecuente son padres de treinta y pico primerizos que se encuentran con maestras jardineras que todavía no tienen hijos o, como ellos, son primerizas. Es el encuentro entre el hambre y las ganas de comer… el padre pregunta cómo le pone límites y esa docente podrá responder desde la teoría porque todavía no tiene sus propios hijos. Esto genera una situación bastante conflictiva, ha cambiado el mapa social y en la escuela esto se nota mucho porque una de las demandas que le hace la sociedad es la de conservar. La escuela como institución tiene una función social netamente conservadora, tiene que trasmitir el conocimiento de una generación a otra, por supuesto recreando ese conocimiento. Hoy nos encontramos con la institución escuela cuya función es conservadora en un momento de cambio. Algunos cambios impulsados desde el Gobierno están siendo muy resistidos en las mismas escuelas… Y sí, algunos temen que se tienda al facilismo. La escuela secundaria ha cambiado su misión, hoy se habla de contener, educar con calidad, de incluir a todos… esto es muy fuerte porque tengo que generar una escuela que permita incluir a todos porque la secundaria es obligatoria. ¿La misión de incluir está por encima de educar?Es una dimensión porque hay distintas formas de aprender. El chico tiene que estar en la escuela porque los contextos externos son mucho más peligrosos y tampoco hay una situación de pleno empleo como para que ese chico esté trabajando. Pero la escuela tiene que recrear las formas de enseñar, superar la enseñanza tradicional para buscar la manera de llegar a ese alumno secundario con nuevas propuestas didácticas, no tenerle miedo al adolescente… hoy, vemos algunos casos donde se le tiene miedo al adolescente que desafía. El docente siente que pierde poder sobre los contenidos. ¿Qué caracteriza a un buen docente?Creo que el termómetro debiera pasar por la capacidad de aprendizaje. Cuando el docente clausura su capacidad de aprendizaje debería jubilarse… tenga dos o veinte años de ejercicio. Porque en nuestra profesión -como en las otras- hay que estar permanentemente aprendiendo. Si siempre damos los mismos problemas matemáticos y solo cambiamos las monedas (patacón, austral o peso nacional) no va la cosa. El docente tiene estar pensando nuestras estrategias, leyendo sobre psicología, sobre diseño curricular, metiéndose en las nuevas tecnología, entendiendo sobre cómo piensa un chico escuchando las músicas que ellos escuchan. Tenemos que tratar de preguntar a nuestros alumnos, cuando se les pregunta bien, no desde la ironía o la subestimación, los adolescentes dan razones sobre lo que piensan y hacen. Los docentes tenemos que escuchar esas razones, no para convalidarlas a todas, pero sí para conocerlas. ¿Se puede decir que los docentes argentinos tienen capacidad de aprender?Creo que hay docentes muy buenos y esos son los que siguen aprendiendo. Como decía un profesor chileno que tuve, en todas las profesiones hay un 25% de profesionales que son de excelencia, un 25% buenos y el 50% regular, pero hay un porcentaje dentro de ese 50% que es muy malo. El tema es cómo llegar a estos docentes, que la docencia sea una carrera que sea elegida por aquellos que quieren tener esa profesión. Es difícil imaginar médicos que después de recibirse se planten porque no quieren tratar con enfermos… es lo mismo que un docente diga que no quiere estar con los alumnos o enseñarles… y sí, hay que enseñarles porque ¡para eso vienen a la escuela! Es normal que un adolescente vaya a la escuela de mala gana ¡pero eso ocurrió siempre! Sí es cierto que ahora están más motivados por otras cosas… pero que tengan atención flotante no es ninguna novedad. ¿La relación docente-alumno va perdiendo asimetría? La relación docente-alumno es asimétrica y tiene que seguir siendo así. El docente no puede claudicar del lugar de adulto porque, cuando lo hace, es un problema. Tiene que haber un adulto que ponga pautas y, en la escuela, es el docente. Lo mismo sucede en la relación entre padres e hijos, los padres no pueden dejar de s
er adultos porque su hijo adolescente construye su personalidad confrontando con ese mundo adulto. Si el adolescente no se pelea con sus padres, el día de mañana será un eterno adolescente. Muchas veces, el docente tiene temor de poner reglas, a perder autoridad, que no los quieran… se ponen a la par y quedan en el ridículo. Y desde ese lugar es muy difícil salir. El grupo de pertenencia del docente es el de profesores, no el de sus alumnos. Tres desafíos“El primero es lograr que todos los chicos ingresen, aprendan y terminen la educación secundaria. Creo que el segundo desafío tiene que ver con la formación de los docentes, hay que recuperar en el imaginario social el lugar del docente. Lo tiene que hacer el Estado mejorando el salario, la sociedad empoderándolo, las familias y los padres no desautorizándolo. El tercer desafío es comprender que el cambio es permanente, no hay vuelta atrás, si quedamos afuera, nos marginamos”, señaló Suarez. “Desde los ministerios de Educación pueden matarse pensando grandes reformas, planes y programas… pero el partido se juega en el aula”, advirtió.





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