ENNISKILLEN, Reino Unido (AFP-NA). Los dirigentes del G-8 de potencias industrializadas, divididos sobre Siria, mostraron un frente unido para luchar contra el “flagelo” de la evasión fiscal, en el segundo y último día de su cumbre en Irlanda del Norte.La “declaración de Lough Erne”, que lleva el nombre del lugar donde se celebró la reunión, debe servir para que “los que quieren evadir impuestos, no tengan ningún lugar donde ir”, declaró el primer ministro británico, David Cameron, al término de la cumbre.El Reino Unido, anfitrión de la reunión, quería dar un nuevo “impulso” a esta cuestión tras los avances espectaculares de los últimos meses. El Gobierno británico lo había convertido en su prioridad. Los países buscan desesperadamente ingresos para reducir sus déficits presupuestarios en un momento en que la evasión fiscal hace perder cada año un billón de euros a Europa y hasta 30 billones de dólares, según algunas estimaciones, a todo el planeta.Cameron no recibió a sus huéspedes con las manos vacías porque el sábado consiguió que diez territorios de ultramar británicos y dependencias de la Corona, entre ellos notorios paraísos fiscales como Bermudas o las islas Caimán, se unieran a la convención multilateral sobre intercambio de información fiscal. “Es un paso importante, ahora es necesario que los otros países del G8 pongan también orden en sus casas”, estimó Elisa Bacciotti, de la organización no gubernamental Oxfam. Subrayó que el G-8 “son más de quince paraísos fiscales alrededor de la mesa”, con los territorios británicos, Mónaco y Andorra para Francia o el estado estadounidense de Delaware.En su declaración, el G8 insta a los países del mundo a “intercambiar automáticamente información para luchar contra el flagelo de la evasión fiscal”.Sin avancesEstados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia se comprometen igualmente, en el comunicado final, a que este intercambio automático, considerado como el arma letal contra los paraísos fiscales, se convierta en el “nuevo estándar mundial”.La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) les presentó una hoja de ruta con cuatro etapas hacia “un sistema realmente multilateral” de intercambio automático.El comunicado de la cumbre contiene también la publicación por parte de cada Estado miembro de “planes de acción nacionales” para que “la información sobre a quién pertenecen y benefician realmente empresas y trusts sean accesibles” para las administraciones fiscales.Hasta el final, no era seguro que el G8 atacara los trusts, entidades jurídicas anglosajonas que permiten ocultar a los beneficiarios de una inversión “offshore” haciendo ineficaz cualquier lucha contra los paraísos fiscales.En cambio, las ONGs no consiguieron que se aprobara su reivindicación principal: la creación de registros públicos abiertos a todos, con información sobre los beneficiarios de estas sociedades. Estados Unidos, Canadá y Alemania bloquearon este avance, según fuentes cercanas a las negociaciones.En su “plan de acción”, divulgado ayer, Estados Unidos menciona que cada Estado tenga un “registro central”, con información “disponible en base a un solicitud apropiada”. El Reino Unido va más lejos, prometiendo transparencia sobre los trusts, un registro central y una consulta para establecer si este último debe ser público.Finalmente, el G-8 prometió nuevas normas para evitar que multinacionales como Google, Apple, Starbucks y Amazon escapen al fisco mediante mecanismos sofisticados de optimización fiscal.DivisiónEstos avances relativos no lograron tapar los profundos desacuerdos sobre el conflicto sirio. Los dirigentes sólo lograron consensuar un mensaje mínimo sobre la necesidad de celebrar una conferencia de paz “lo antes posible”.Sobre este tema, que dominó las discusiones, la cumbre se jugó a “siete contra uno”. Los occidentales, que esperaban poder cambiar la posición de Moscú, se toparon con un presidente ruso férreamente determinado a sostener el régimen de Bashar al Asad.Las grandes potencias afirmaron, por otro lado, su rechazo a pagar rescates en caso de secuestros de sus ciudadanos por parte de “terroristas”. Los dirigentes abordaron con el primer ministro libio, Alí Zeidan, la cuestión de la seguridad en Libia, en particular en el sureste del país, donde los occidentales temen “otro Malí” debido a la presencia de yihadistas armados.Otro invitado, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, esperaba explicar “de viva voz” durante un almuerzo de trabajo con los líderes del G-8 las reformas que ha impulsado en México desde que asumió el cargo en diciembre pasado, y que según él hacen que su país esté generando “expectativas en el mundo”.





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