POSADAS. La familia Acevedo del populoso San Jorge, vive en una la zona del barrio conocida vulgarmente como “Antena”; sus cinco integrantes soñaban hace poco con la casa digna y propia, pero a más de un año de esperar en vano y ver el nulo interés en su caso, denuncian que el desmanejo y la desidia del Iprodha convirtió la ilusión en pesadilla. Su historia es parecida a la de cualquiera que para estar mejor, compró (como pudo) una “mejora” en algún terreno fiscal y comenzó el hogar. Hace doce meses las cosas parecían que iban a mejorar ya que en esa parte del barrio se empezaron a construir las viviendas sociales que en su momento formaron parte del proyecto Sueños Compartidos. A razón del plan de viviendas, el organismo de desarrollo habitacional les sugirió que desmantelen la precaria casita de material que habían levantado con mucho esfuerzo en una esquina de la calle 53. Otro dato que agudiza la necesidad de esta gente: el jefe de familia, Antonio Acevedo, es jubilado y la señora de la casa, Carina, trabaja como doméstica. Tienen tres hijos menores, dos mujeres y un varón. Una de las chicas es enferma renal y muy pronto, este mal irreversible la obligará a ingresar a la lista de espera para recibir un riñón porque los suyos ya casi no funcionan. Para colmo, Antonio padece una afección cardíaca y debe ser intervenido para que le coloquen una válvula. Tras la destrucción de la casita de material para que empiecen las obras de la casa nueva, los cinco viven en un rancho indigno, cubierto de malezas, y rodeados por aguas servidas.Pesadilla“Ya llevamos un año y pico dando vueltas. Nos sacaron de la casita de material que teníamos que mal que mal, estábamos mejor que ahora, pero vivir así es el colmo de indigno”, se lamentó Carina en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, presente en el lugar para constatar sus declaraciones.“Cuando se hizo el relleno para la calle 53 nos quedamos en una especie de hoyo donde el agua no tiene como drenarse, realmente la estamos pasando muy mal. Lo que no podemos explicarnos es que sabiendo de nuestros padecimientos nos ponen todo tipo de excusas de porqué no iniciaron las obras de nuestro hogar, mientras que hasta un hombre sin familia fue beneficiado, mientras que nosotros cinco, dos miembros con enfermedades graves, en un hueco húmedo y mugriento y no nos atienden. ¿Hace falta que gritemos y pataleemos para que nos den la casa? Porqué?”, se preguntó dolida.“Mi hija tiene una esclerosis y las secuelas son terribles. Eso deteriora sus riñones y va a tener que pasar a la lista de espera de donantes. Fundamentalmente ella, pese a que nos afecta a todos, no debe exponerse a esa humedad que nos rodea, pero si vos no sos “nadie” (aludiendo al poder simbólico y al favoritismo para los “amigos del poder”), nadie hace nada por vos”, contó Carina albergando la esperanza de conmover a algún funcionario y el sueño de la casa se haga realidad. “Sentimos como que no valemos nada, nadie nos hace caso y nos dicen cualquier tontería con tal de no empezar la obra. Lo último fue que a causa de un peruano que tiene la casa en mitad de la calle se frenaron los trabajos ¿Qué culpa tenemos?, se preguntó.





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