POSADAS. Hasta anoche los peritos y las autoridades judiciales no habían logrado determinar si se trató de un “pacto de muerte” o de un “juego” que terminó de la peor manera. Lo cierto es que la tarde de ayer se tiñó de sangre y tragedia en el barrio Motem de Posadas, cuando en el interior de una vivienda un adolescente de 15 años le disparó a otro de 17, causándole la muerte en el acto. Luego de unos minutos el jovencito se quitó la vida de un tiro en la cabeza. El arma utilizada, una pistola Browning 9 mm., pertenece al dueño de casa, un suboficial que a esa hora no se hallaba en el lugar, ya que había ido a jugar al fútbol con unos amigos. Todo este dramático y macabro episodio ocurrió entre las 16.10 y las 16.15, horario en que los vecinos escucharon las dos detonaciones. La diferencia de tiempo entre un disparo del otro no es menor, teniendo en cuenta que el autor del crimen se tomó cinco minutos para llegar a la drástica determinación de quitarse la vida. Los investigadores no descartaban que de haber sido accidental el balazo que terminó con la vida del mayor de los jóvenes, en esos minutos el chico de quince años, sabiéndose autor y en estado de shock, comenzó a luchar contra su propia conciencia, tal vez atemorizado por lo sucedido y con miles de situaciones dolorosas en su mente y que quizás enceguecieron su sentido común. TestimoniosLos vecinos contaron a PRIMERA EDICIÓN que más o menos “una hora antes del hecho llegó al barrio el chico de quince años, quien como lo hacía habitualmente ofreció productos (cosméticos), para la venta. Luego se dirigió al domicilio donde residen su abuela, quien estaba de viaje, su tío (suboficial de bomberos y también ausente ya que estaba jugando al fútbol) y un ahijado de su abuela, de 17 años y con quien mantenía una abierta amistad. La casa está situada en el corazón del barrio Motem. Se trata de un complejo habitacional situado en la avenida Zapiola al fondo, frente a un aserradero y casi llegando al Club de Educación (en la zona de Itaembé Miní). Ambos menores se sentaron en silletas, en el sector del frente de la vivienda, a la vista de los vecinos. Charlaron y hasta compartieron tererés. Nada hacía prever la tragedia. Hasta que ingresaron a la casa.Secuencia mortalUna vecina que reside en un inmueble lindante del domicilio donde fueron halladas las víctimas, contó a este diario que fue la última en hablar con el menor de quince años. “Me vendió sus productos, todo con un comportamiento normal, estaba tranquilo, como siempre. Yo los conocía a los dos, buenos chicos, educados y no eran de armar lío, nunca supimos que tuvieran algún problema. Se sentaron a tomar tereré frente a la casa y después de un rato entraron a la vivienda. Entonces empezaron a escuchar música romántica. Estaba sonando un tema de Chayanne, me acuerdo bien, y fue entonces que escuchamos una primera detonación. Eran las 16.10. Se apagó la música. Hubo unos cinco minutos de silencio y otra vez, el mismo sonido similar a un disparo con arma de fuego. Le avisaron al tío del chico de 17 años, que es policía y estaba jugando al fútbol y él fue quien encontró los cuerpos”, relató la testigo. Consultada acerca de si escuchó a los adolescentes discutir antes de los disparos, la mujer afirmó que “en ningún momento”.Qué dice la escenaLos peritos luego establecieron en base a indicios y evidencias que después de tomar tereré los menores cerraron la puerta de acceso a la casa para dirigirse a uno de los dormitorios. Una vez allí y estando solos, el de 17 años recibió un impacto de bala a la altura de la nuca, quedando su cuerpo tendido en el piso. Luego el menor de los dos involucrados se sentó en una cama y se descerrajó un disparo bajo el mentón, que le atravesó en forma transversal el cráneo, con orificio de salida. La bala terminó incrustada contra la pared de la habitación. Todos estos datos fueron aportados por las fuentes policiales. Los peritos hasta anoche no habían hallado alguna carta donde los menores pudieran explicar lo sucedido (si es que se trató de un pacto suicida). En el lugar no había drogas o alcohol. Por el momento es un misterio saber qué pasó minutos antes del trágico y dramático desenlace. Las hipótesis son dos, o se trató de un pacto de muerte o de un “juego”. El chico de quince años era huérfano y se domiciliaba en el barrio Santa Rita. El arma utilizada, propiedad del suboficial dueño de casa, fue incautada y se presume que los menores la sacaron del lugar donde el efectivo la guardaba.




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