POSADAS. Hace poco menos de un mes se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley de delitos contra la seguridad vial. El objetivo es el de agravar las penas previstas en el artículo 84 del Código Penal Argentino, donde se establecen las sanciones y condenas estipuladas por un “homicidio culposo”, como se tipifican los siniestros viales.La principal propuesta consiste en ampliar esas penas a 5 y 10 años de prisión -actualmente son de 6 meses a 5 años- para quienes por imprudencia o negligencia al volante le causen la muerte a una persona, con agravantes por manejar bajo los efectos del alcohol o superar las velocidades máximas permitidas en un margen superior a los 50 kilómetros por hora.El proyecto va de la mano con la altísima cifra de víctimas que se registran todos los años en en el país. Misiones no está exenta de esa realidad: durante 2012 se registró un récord histórico de 286 muertos. Y va mal. En lo que va del año, los números se mantienen.En esa misma línea habla Nélida Delgado. “Hace falta un cambio en las leyes. Hay accidentes, pero si una persona viene a 150 o 160 kilómetros por hora, pasa un semáforo rojo y causa una tragedia, no es un accidente. Entonces, algo debe cambiar; lo de mi hijo debería ser tratado como un homicidio simple”, le dice a PRIMERA EDICIÓN, a dos años de la muerte de su hijo.Fabián “Paty” Miranda se iba a trabajar aquella madrugada del 3 de junio de 2011 cuando su camioneta sufrió un desperfecto, en Cocomarola y 17 de agosto, al sur de Posadas. Se bajó a arreglarla y, mientras lo hacía, un Chevrolet Corsa que circulaba a toda velocidad lo embistió y mató.Posteriormente se conoció el oscuro trasfondo. El automóvil era del Sistema Provincial de Teleducación y Desarrollo (SiPTeD) y era guiado por un joven de 20 años, hijo de un alto funcionario de ese organismo estatal. Este medio reprodujo en su momento la versión de un testigo que filmó los segundos posteriores al hecho y aseguró que el conductor estaba acompañado por otros dos jóvenes que escaparon corriendo de la escena. Además, dijo que estaban tomando cerveza.“Cuando vos vas a alta velocidad y no respetás un semáforo, eso no es un accidente. Él no tiene el mismo derecho de esperar a que pase todo el proceso, para mí se lo tendría que tratar como que salió y mató. Y si vos salís y matás a una persona, vas detenido”, opina con fundamentos Nélida, quien recuerda que “ese joven fue demorado y salió en libertad todavía antes de que nosotros retirarámos el cuerpo de mi hijo de la morgue”.Sobre la investigación, Delgado aseguró que todavía espera en la Justicia, más allá de que según le dijo su abogado, el joven que causó la tragedia “todavía no declaró, que le mandan las citaciones y no lo encuentran”. De todas maneras, Nélida sabe “que nadie va preso por pasar un semáforo en rojo y matar a alguien”. De ahí, la lucha por endurecer las penas en casos de este tipo.El dolor y la ausenciaAunque el paso del tiempo ayudó a superar muchas cosas, la familia Miranda sigue sumida en el dolor. “Con mi marido siempre nos preguntamos si algún día vamos a recuperar el brillo que teníamos como familia. Porque siempre estamos unidos, en los cumpleaños por ejemplo. Nos reímos y todo, pero la ausencia siempre está”, cuenta con emoción en sus ojos y lanza otra verdad: “cuando pasan cosas así, la familia se mutila”.Nélida, su esposo, sus otros hijos y la esposa de “Paty” sufrieron horrores la inesperada pérdida. Esta mujer, que ahora aparece tranquila, acompañó a su marido al trabajo durante todo un año porque no soportaba la soledad de su casa: “me iba a trabajar con mi marido porque no soportaba que él se despida y yo me quede acá sola, porque así fue con mi hijo. Esa madrugada mi hijo se paró en la puerta, me dijo ‘chau mami, me voy a trabajar’ y nunca más volvió”.La llegada de Fabián Emanuel, a punto de cumplir 18 meses, ayudó en parte a superar ese trauma. El pequeño perdió a su padre cuando todavía se gestaba en el vientre de su mamá. No obstante, hoy ya reconoce esa ausencia en los cuadros que su abuela cuelga en la casa de la calle Favaloro.“Y nuestro dolor sigue. Y tenemos que conformarnos con que él a la siesta o a la noche, cuando se va a dormir, nos da un beso a todos y después se para frente al cuadro de su papá y le tira un beso. El lo conoce por el cuadro”, relata Nélida, consciente de que “es lo que nos dejaron, una tumba a la que vamos con mi nietito a llevar flores, pero nada más”.ConcientizaciónEntre tantas sensaciones vividas desde aquella madrugada, cuando la Policía llegó a casa para informarle que su hijo estaba gravemente herido y su vida dependía de un milagro que no ocurrió, Nélida tiene en claro que toda esa experiencia debe ser transmitida para beneficio de los demás.“Después de todo lo que pasó, esto se transformó en una lucha y en una responsabilidad. Hay que concientizar que agarrar un auto no es una pavada. La sociedad debe tomar conciencia y ser responsable, principalmente los jóvenes, que muchas veces quieren llevarse las cosas por delante”, transmite Delgado desde el dolor que sufrió y desde lo que puede ver todos los días cuando sale de su casa: “hoy por hoy se le da el auto a muchos chicos que todavía no tienen edad o experiencia. Acá en mi barrio veo chicos de 12 o 13 años en automóviles o motocicletas. A mí me duele eso, porque me imagino que el día de mañana pueden llegar a desatar una tragedia como la que tuvo a mi hijo como víctima”.Cara a caraHay una cuestión que, como madre, Nélida debió procesar a lo largo de todo este tiempo. Se trata del perdón. “Sigo esperando que la familia de él venga y me diga algo, para que sepa que por lo menos les importó, que no fue como si hubiesen atropellado a un perro que dejaron tirado en la calle”, analiza la mujer desde lo más profundo.Aunque reconoce que podría aceptar una disculpa y que eso “aliviaría un poco el dolor”, la madre de “Paty” también aclara que “yo creo que lo perdoné, porque debo y necesito perdonar. En todo lo que hago, creo que ya lo he perdonado, porque a mí me hace mal si no lo hago. No le deseo el mal ni nada de eso, ni a él ni a su familia”, aclara, más allá d
e que considera de que el joven debe ser responsable y aceptar los resultados de la conducta que derivó en el lamentable episodio.Sobre eso, Nélida reconoce que tiene un sueño recurrente. Ella está sentada en una mesa y de repente tiene sentado enfrente al joven que manejaba el automóvil. ¿Qué le dirías?, es la pregunta. “Creo que le diría que Dios le dio una oportunidad de seguir viviendo para que restaure su vida, para que se fije qué puede hacer de bueno con su vida. Mi hijo se fue, pero el quedó. Dios le ha dado una oportunidad a este chico y no debe desperdiciarla”. El debate quenos debemosEl proyecto presentado en la Cámara de Diputados de la Nación prevé sentencias de 5 a 10 años de prisión y una inhabilitación por el doble de la condena para los conductores que provoquen una muerte, por ejemplo, superando los límites de velocidad establecidos.Establece, además, los mismos parámetros para el conductor que esté inhabilitado por sanciones penales, contravencionales, pérdida de puntos de licencia e incluso si el vehículo no cumple con los requisitos habilitantes.No es la primera vez que un proyecto de este tipo se trata en Diputados. Según el archivo del diario Clarín, “durante 2011 y 2012 una comisión de legislación penal” de ese órgano “propuso modificar el artículo 84” del Código Penal.“La medida -sostiene el matutino porteño- intentaba imponer penas no excarcelabes, de entre 5 y 15 años, para aquellos que ‘cometieran un homicidio vial con alcohol en sangre por encima del índice permitido oestén bajo efectos de estupefacientes”.El proyecto, presentado por un bloque opositor, jamás avanzó y desde el oficialismo se sostuvo que, en realidad, “la seguridad vial no necesita más penas, sino educación”. El debate vuelve a abrirse.




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