Posadas. “No podemos seguir rompiendo cadenas y candados, queremos cocinar para la gente, no estamos para pelear”, señaló “Luly” Felicitas, la encargada del comedor de Santa Rita, que ayer por última vez cocinó en el salón atrás de la viceparroquia, porque desde el lunes atenderán en el Centro de Desarrollo Infantil (CDI), ubicado a pocos metros de donde trabajaron por más de 18 años. Las cocineras decidieron acercarse para hablar con el párroco Marcelo Szyszkowski, quien le había dado plazo hasta el 1 de abril para que dejaran el lugar ya que sería destinado a cursos de capacitación laboral para la gente. “El miércoles nos cambiaron el candado y las cerraduras y entramos igual para cocinar, el jueves volvieron a cambiar las cerraduras, no podemos estar rompiendo cadenas todos los días, por eso fuimos a hablar y aceptar el espacio en el CDI, porque la gente necesita la comida”, explicó Felicitas. Ayer por última vez cocinaron atrás de la viceparroquia, donde habían comenzado a trabajar cuando la capilla de Santa Rita todavía era de madera. Allí lograron la construcción de las instalaciones con fondos de las Naciones Unidas, a través de Desarrollo Social de la Nación. “Hablamos con el sacerdote y pedimos para sacar las herramientas de trabajo y vamos a retirarnos, las instalaciones quedan ahí, no podemos llevar”, señaló Luly.La encargada del comedor que diariamente prepara unas 300 raciones de comida dijo que por la gente aceptó trabajar por un tiempo en el espacio que cede la responsable del CDI, pero que inmediatamente comenzarán a buscar un terreno donde construir “algo propio, que sea nuestro”. “El horno de barro tendremos que volver a construir, porque eso no se puede llevar”, dijo Luly, quien prefirió retirarse de la viceparroquia para dar por finalizado el conflicto. Roberto Urizar, responsable de la asociación civil, que presta la personería jurídica para que el comedor reciba los fondos, dijo que “las cocineras decidieron acercarse y hablar con el sacerdote, tuvimos una reunión, y accedió a que cocinaran por última vez y que retiraran las cosas y mercadería que tenían, porque les interesa cocinar”. Urizar agregó, que la construcción siempre queda para el propietario del terreno. Por ese motivo, indicó que el comedor buscará un terreno propio para no tener que pasar por el mismo problema nuevamente. Las cocineras señalaron que entienden el proyecto del sacerdote de capacitar a la gente, pero remarcaron que hay muchos ancianos, discapacitados y niños que no están en condiciones de trabajar y que necesitan la comida para vivir.Las mujeres que colaboran sin percibir ningún sueldo indicaron que en la zona hay muchas necesidades y que por más que haya alguna entrada en los hogares, saben que el dinero no alcanza para alimentar a toda la familia.





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