BUENOS AIRES (Medios digitales). La periodista Estefanía Heit, de 29 años, quien estaba presa tras ser acusada de abusar y tener cautiva en su vivienda de Coronel Suárez a una mujer, fue beneficiada ayer con un arresto domiciliario, informaron fuentes judiciales.La medida fue dispuesta por la jueza de Garantías de Bahía Blanca Susana Calcinelli, pese a la oposición de la fiscal de la Unidad de Delitos Sexuales, María Marta Corrado, quien apelará esta decisión ante la Cámara bahiense.Heit, quien en Coronel Suárez trabajaba como periodista, está acusada de los delitos de reducción a la servidumbre, estafas reiteradas y lesiones, mientras que a su pareja, Jesús Olivera, de 28 años, también se le imputa abuso sexual, en ambos casos en contra de Sonia Molina, de 33 años.El descubrimiento de los hechos se produjo el 12 de noviembre pasado cuando la víctima se presentó en la casa de una familia suarense donde había trabajado anteriormente y aseguró que estuvo cautiva durantes tres meses en la casa de la pareja imputada. En caso de que la medida quede firme, cumplirá el arresto domiciliario en la casa de su madre, en Coronel Suárez. Jesús Olivera, el esposo de la periodista Estefanía Heit, quien se encuentra detenido también desde noviembre pasado, actualmente está acusado por los delitos de “reducción a la servidumbre en concurso ideal con lesiones graves en concurso real con abuso sexual con acceso carnal y estafas reiteradas”.Cabe recordar que la víctima se presentó ante unos antiguos empleadores cerca de Coronel Suárez. Estaba en tal estado de desnutrición y con marcas en todo el cuerpo, que en el camino al principio la gente se negaba a ayudarla por temor. Molina denunció que había estado secuestrada los tres meses anteriores. La mayor sorpresa para los vecinos de la zona fue el lugar que señaló como su cautiverio: la casa de Estefanía Heit, una reconocida periodista local. Según contó, estuvo como prisionera, alimentada con una mezcla de polenta y comida para perros. Según el informe médico, bebía menos de un vaso de agua por día y perdió más de veinte kilos. La mencionada jueza de Garantías había considerado que “las técnicas de manipulación” y “lavado de cerebro” empleadas por Heit y Olivera comenzaron cuando Molina vivía en Río Colorado y “se inició en el marco del presunto grupo religioso”.





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