POSADAS. “Arcano de Viernes Santo” sorprendió a la ciudad con una puesta en escena a la que le sobró virtuosismo y pasión por parte de los artistas, que traspasaron la piel de quienes estaban presente. La plaza 9 de Julio fue intervenida por la historia de la muerte y resurrección de Cristo, donde las secuencias se entrelazaron con el tradicional Vía Crucis y el trascendental momento en que los guaraníes se encontraron con los Jesuitas.Más de dos horas de representación artística, la suma de cien artistas y el acople de un público que formó parte de los cuadros recorrieron los momentos de Jesús. La intensidad de las luces y el sonido acompañaron a la par el gran desempeño de los actores, que en la penumbra dejaron ver sus rostros comprometidos con lo que estaban representando. Cada momento tuvo su tinte emotivo, más aún cuando esos mismos personajes se metían en la piel narrando la historia con sus gestos. El vestuario y maquillaje hicieron el complemento ideal reflejando a la muerte en uno de los cuadros, el dolor en otros y el desgarrador momento donde María madre tomaba en sus brazos a Jesús. Con respeto y admiración el público acompañó las intervenciones realizadas en todo el perímetro de la plaza, que iluminada con luces tenues ambientaban la lucha de un pueblo que profesaba la fe invocando a un Dios único. El Vía Crucis, los cantos religiosos de la comunidad Mbya Guaraní y una situación doliente que se representó a través de personajes denominados “las dolorosas”, marcaron los momentos de la obra que interpretó la Compañía de Arte que dirigen Luis Marinoni y Sebastián Rolón. La musicalización acompañó cada cuadro de una manera vertiginosa, se entrelazaban los personajes con secuencias donde quedaba expuesta la lucha, el dolor, la angustia, pero sobre todo un constante manifiesto de fe que marco toda la representación. Movimientos adecuados hicieron también que uno de los momentos más impactantes fuera cuando Cristo atravesó las aguas, parado en la fuente, y la gente debajo mirando atentamente. “Era tan real que provocaba escalofríos cada uno de sus gestos”, aunque así mismo se lo vio caminar pausado entre la gente que acompañaba ese peregrinar.Escenas bíblicas, como la Crucifixión, el encuentro de la Virgen con Jesús en la agonía y el Padre Nuestro transportaron a cientos de personas a ese tiempo. Muchos miraban atentos, con lágrimas en los ojos, una mirada cristalizada por esa misma fe que movilizó a un público sobre todo joven a formar parte de un Viernes Santo que quedará marcado en la retina de quienes estuvieron presente, pero por sobre todo en esos espectáculos sin precedentes al que no le caben comparaciones, porque simplemente es excelente. Volviendo la mirada al escenario principal y con el fondo impactante de la Catedral, el juego de luces convirtió en inmortal a un Cristo que desde su cruz se enfocó en el dolor verdadero, tan real como sentido, rompiendo con todo el argumento de un sufrimiento que se puede tomar como propio. Al pie de la cruz María y una serie de mujeres que lloraron esa agonía, unos metros más al frente la gente que se mimetizaba con la historia. Así como el cuadro de la Última Cena, donde Jesús junto a sus Discípulos compartieron el pan y el vino. Caracterizados como muñecos de cera, los actores, fueron trazando sus movimientos al ritmo de las luces y la musicalización. Frente a ese pequeño escenario se desplazaba otra puesta más, allí estaba Jesús que era bajado de la cruz, recibía el abrazo eterno de una madre que lloró esa dolorosa agonía de una seguida resurrección. Sobre el final la bendición del padre Marcos Szyszkowki y el agradecimiento a los artistas por tan bella, respetuosa y prolija representación. El Viernes Santo se convirtió en un verdadero momento de reflexión junto a los artistas que impactaron por su pasión en “Arcano de Viernes Santo”, digno espectáculo creado por misioneros.





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