POSADAS. El joven estudiante misionero Jorge Víctor Ríos recorrió el poder mediático de una de las potencias mundiales. Como pocas veces se vivió en los EEUU, este posadeño que realiza un intercambio cultural en el país del norte, apareció junto a estudiantes de Paraguay, Perú, Chile, entre otros, para denunciar que eran explotados en los establecimientos de comida rápida franquiciadas por McDonalds, en el área de Harrisburg, Pennsylvania.Y alojados en condiciones deficientes en un período de tres meses que soportaban como parte del programa de intercambio cultural.La sucesión de protestas en locales fast food en distintos estados, la sumatoria de más estudiantes en cada una de ellas y la repercusión, hicieron que en pocos días, McDonalds pidiera la renuncia como directivo de la Fundación de caridad “Ronald McDonalds” a Andy Cheung, empleador de Ríos. El detonante se produjo cuando los jovenes decidieron llegar a Time Square con la protesta. A las pocas horas, la cadena McDonalds anunció el retiro de unas seis franquicias a Cheung. Algo inédito.Pero el problema es más grave y puede afectar a cualquier persona que acepte pagar unos cuantos miles de dólares y viajar con la visa J-1 a los EEUU para participar de estos intercambios. Falta una legislación laboral con mayor protección al trabajador extranjero temporario.Las denuncias efectuadas encontraron eco en sindicatos norteamericanos, especialmente en la National Guestworker Alliance que gestionó la permanencia de Ríos por dos semanas más de las autorizadas por el gobierno de Obama para continuar con la tarea emprendida. Pero poca actuación de los Departamentos de Estado y de Trabajo que deben regular el programa laboral que mueve miles de empleos temporarios de extranjeros en ese país.En medio de su cruzada a miles de kilómetros de la tierra colorada, Jorge Ríos buscó protección y apoyo en la embajada argentina en Washington. Pero sólo encontró una recomendación: “no te metás, volvé calladito al país”. Por esa desprotección, envió una carta a la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, contando nombres de los funcionarios que rehusaron su apoyo al misionero (ver recuadro)Últimos días de huelgaJorge Ríos está a punto de emprender su regreso a la Argentina. Se espera que llegue el 1º de abril. Familiares y amigos lo esperan con ansiedad para revivir cada día de lucha por los derechos de los trabajadores temporarios.En comunicación con PRIMERA EDICIÓN, vía Skype desde una de las protestas en Washington, reveló que tras la huelga iniciada hace más de 20 días, descubrieron el apoyo de mucha gente que los ve en las protestas y los alienta a defender sus derechos. Lo que más parece haber golpeado, es el lugar donde les tocó vivir y que recorrió los noticieros de la ABC, CNN,Al Jazzeera, Fox News, entre otros: un sótano con pequeñas camas completamente hacinados. Además del incumplimiento laboral del empleador con ellos.“Nuestro sponsor que es el responsable de que nosotros estemos bien acá, esta al total servicio de nuestro empleador. En lugar de velar por nuestro bienestar, se preocupaban por estar en buenos términos con nuestro empleador. El Departamento de Estado lo único que hizo fue enviar un mail y nos anunciaron que tomarían contacto con nuestro sponsor. Esperábamos que nos escucharan, pero no hubo acompañamiento tras la acusación de explotación, según las reglas del programa Summer Working Travel”.El programa “ya tuvo muchos problemas. El Departamento de Estado tiene pocas personas, unas 10 y ponen toda la responsabilidad en sponsor, que son empresas con fines de lucro. Hay más de 100 mil estudiantes que participan con visa J-1 por año. Y si el sponsor decide que tu programa terminó, te debés volver a tu país. Y no hay supervisión del Estado, sino que todo está en manos de la empresa”, afirmó.Ríos aseguró que “es ingenuo pensar que todas las empresas van a actuar de buena fe. Algunas, tal vez lo hagan, pero siempre estará la tentación de hacer dinero con la experiencia que hagamos”.Para el posadeño, “el objetivo de los empleadores que nos traen en estas condiciones, es bajar el standar laboral de los norteamericanos, A nosotros no nos pagan horas extra (que es el 150% del valor de la hora común y el empresario no las abonaba siquiera al personal estable)”.El misionero confirmó que es creciente el malestar de los inmigrantes por las condiciones en las que se encuentran. El gobierno de Obama estudia entregar la misma visa J-1 a los indocumentados. Pero Ríos afirmó que “seguirán en el mismo estado de vulnerabilidad que nosotros porque los empleadores los podrán seguir amenazando con deportarlos si no aceptan las condiciones de trabajo. El sistema es muy vulnerable”.Un precedente laboralEmocionado, el joven estudiante de comunicación social, relató que el día que McDonalds revocó las franquicias a su patrón, “las personas de acá no lo podían creer, porque nunca una corporación dio un paso atrás de manera tan rápida. Las reglas estan a favor de los negocios y no de las personas. Los líderes sindicales lloraban de la emoción, es mucho más grande e inaudito de lo que nosotros pensábamos”.“La experiencia con la Embajada fue lo más doloroso que viví”Finalmente, Jorge Ríos recordó a este diario el momento en que la Embajada Argentina en Washington le cerró sus puertas. “De todo lo que me pasó fue lo más doloroso que me tocó vivir. Un día me escapé y un amigo que conocí acá me trajo a Washington. Fui a buscar ayuda a la embajada. Nadie supo qué hacer conmigo. Les pedí como ciudadano argentino ayuda, pero fue lo peor que me tocó vivir”, sentenció el misionero al relatar la soledad en la que no encontró apoyo oficial argentino en el país del norte. Carta a CFK desde EEUU“Mi nombre es Jorge Víctor Ríos. Tengo 27 años y soy argentino. Estuve viviendo en Pennsylvania, Estados Unidos, como estudiante de intercambio desde diciembre de 2012. Le escribo para ponerla en conocimiento de que el Gobierno de Estados Unidos promociona un programa de intercambio que facilita la explotación de los participantes por parte de empresas en este país, y que la embajada de Argentina en Washington se niega a ayudar a los argentinos en esta situación, como es mi caso”, indicó el joven en su misiva a Cristina de Kirchner fechada el 21 de marzo pasado y que en la Embajada argentina se negaron a colocar el sello de ingreso.Tras relatar las p&eacut
e;simas condiciones en las que le tocó vivir y la falta de apoyo del Estado norteamericano, aseguró a la presidenta: “finalmente, cuando pedí ayuda a mi propia embajada, se negaron a ayudarme. Permítame contarle detalles sobre esto último. Ante la desesperación de encontrarme en esta situación, el miércoles 13 de febrero viajé a Washington DC para pedir ayuda en la embajada de mi país. Allí me atendió una persona en el hall donde yo esperaba y me dijo que él no podía hacer nada pero que me daría la dirección de correo electrónico de la persona encargada de la sección de cultura de la embajada. Me dieron pues el número de teléfono de Maritza Gueler y me recomendaron que le escriba un mail, pues ya la habían puesto en conocimiento de mi situación y de mi presencia allí (…) La señora Gueler nunca contesto aquel mensaje, ni siquiera para decirme que lo había recibido. Una semana más tarde me comuniqué telefónicamente con ella y me dijo que había leído la carta pero que no es una situación de su incumbencia. Le dije que se trata de un programa de intercambio cultural, pero que de todas formas estaba pidiendo ayuda a mi embajada como ciudadano argentino que se encuentra en una situación de abuso laboral en un país extranjero, que al menos me ponga en contacto con alguien que si pueda ayudarme. Me contestó que no sabe quién puede ayudarme y que ninguna embajada haría nada en este caso. Entonces le dije que yo me imaginaba la situación inversa: un norteamericano en Argentina siendo explotado y maltratado por su empleador argentino que llama a la embajada de EEUU , y le dije que me imaginaba que su Embajada sí haría algo al respecto. La señora Gueler me respondió diciendo “evidentemente naciste en el país equivocado”. Y yo sentí como si un cuchillo atravesó mi corazón. A mí me gusta decir que soy de Argentina”.En la extensa nota, Ríos relató que “La siguiente semana recibí un correo electrónico de alguien llamado Alex Rossi. Tras explicarle una vez más mi situación, su respuesta fue que “esto es muy común y viene pasando hace mucho tiempo”. Me contó de varios casos tanto o más graves que el mío y me dijo que lo mejor en esos casos es “quedarse quietito y tratar de volver a Argentina calladito”. Me explicó que “esto es un negocio” y que no hay mucho que ni yo ni ellos puedan hacer (…) Me recomendó que use Google para encontrar alguien que pueda ayudarme, alguna iglesia o alguna asociación que defiende los derechos humanos o que haga la denuncia en la policía. Pero me dejó bien claro que la embajada no haría nada por mí”.“Mi pregunta es, señora presidenta, si este programa de visas J-1 ya puso en situaciones de abuso y explotación a otros argentinos en el pasado, y si la embajada ya está al tanto de esto, ¿cómo es que no hacemos algo para que esto no nos siga pasando a los argentinos que venimos a conocer la cultura norteamericana en primera persona? Yo confío en que usted no está al tanto de esta situación, porque si lo estuviera no lo permitiría. Con mucho dolor porque mi propia embajada no quiso ayudarme, seguí adelante y conseguí ayuda de una organización que defiende los derechos de los trabajadores extranjeros acá en EEUU, la National Guestworker Alliance”, aseguró.





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