LEANDRO N. ALEM. Los exámenes genéticos confirmaron lo peor. Como la Justicia sospechaba desde un principio, el changarín de 25 años procesado por la atroz muerte a golpes de una beba de cuatro meses resultó ser el padre, ni más ni menos, de la pequeña.Así lo terminaron de confirmar los estudios genéticos que llegaron esta semana al despacho de la magistrada Selva Raquel Zuetta, al frente del Juzgado de Instrucción 5 de la Primera Circunscripción Judicial, con asiento en Alem, quien había procesado al joven por el delito de homicidio simple.Ahora, con esta nueva evidencia y según reveló una fuente de la investigación a PRIMERA EDICIÓN, la imputación que pesa sobre el changarín es la de “homicidio calificado por el vínculo”, una acusación que agrava claramente su futuro en caso de ser encontrado culpable a la hora de ser juzgado.Las pericias de ADN vinieron a confirmar las sospechas de los investigadores, que desde un primer momento creían que el muchacho -que al momento de ser detenido se encontraba prófugo de la Justicia por un hecho de robo calificado- era el padre de la criatura.La coincidencia entre las muestras genéticas obtenidas del cuerpo de Aymara y de su padre, que continúa detenido, “son del 99,9%”, sintetizó la fuente, dejando hablar a los números.La triste historia comenzó el miércoles 28 de noviembre del año pasado, cuando una joven de veinte años se presentó junto a su beba en estado desesperante en el hospital Samic de Alem. La menor presentaba politraumatismos, traumatismo craneoencefálico grave, fractura de clavícula, hematomas en todo el cuerpo y hasta una mordedura en el muslo. Mientras la indefensa víctima era trasladada al Hospital de Pediatría de Posadas en busca de un milagro, efectivos policiales procedieron a la detención de quien sería su padre, que fue apresado en una humilde vivienda del barrio Sagrada Familia de Alem. El sujeto opuso una tenaz resistencia al arresto y hasta llegó a atrincherarse, aunque finalmente fue detenido.Tras obtener los antecedentes, los pesquisas establecieron que el muchacho se encontraba prófugo de la Justicia por un robo calificado perpetrado años atrás en la zona urbana de ese mismo municipio. Lamentablemente, ocho días después de ingresar al nosocomio se produjo el deceso de la pequeña, como consecuencia de las graves lesiones que sufrió. Ante la Policía, la madre de la chiquita habría dicho en un primer momento que se percató de que algo no andaba bien cuando notó que su hija no quería tomar el pecho y presentaba un coágulo de sangre en los ojos. A los uniformados les dijo que la pequeña había sido golpeada con un palo por uno de sus hermanitos, aunque esa versión enseguida fue puesta en duda por los detectives.Frente a la Justicia, el joven de 25 años negó haber golpeado a la beba. “Jamás la toqué”, le habría dicho a la jueza Zuetta. Sin embargo, su coartada cayó días después, cuando la madre de Aymara declaró y reveló que el muchacho las golpeaba, tanto a ella como a su hijita.Ese testimonio, clave para la causa, sumó aún más peso varias semanas después, cuando las pericias psiquiátricas confirmaron que el ahora procesado “sufría rasgos de doble personalidad”. Pese a eso, los profesionales del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial descartaron la posibilidad de que sea inimputable.Así las cosas, el sospechoso fue procesado a mediados de febrero y quedó a pocos pasos de sentarse en el banquillo de los acusados y comparecer por el delito de homicidio calificado por el vínculo, que prevé la pena de prisión o reclusión perpetua.





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