POSADAS. El día que Marcos José Szyszkowski decidió convertirse en sacerdote tenía 19 años y estaba participando en una procesión por el Día de San José. Corría el año 1999 y desde su Aristóbulo del Valle natal había venido a la Capital de la provincia para estudiar psicología.“Ya había tenido algunas señales sobre mi vocación, pero ese fue el día exacto que tomé la decisión y me acerqué a hablar con monseñor (Alfonso) Delgado. Inmediatamente entré a estudiar filosofía y al año siguiente empecé el seminario. Mi promoción fue una de las últimas de Resistencia, porque ahora los jóvenes que son llamados al servicio pueden estudiar en la provincia”. Así comenzó a explicar el recientemente designado párroco de la Catedral de Posadas, Marcos José Szyszkowski, la decisión que lo llevó a convertirse en religioso, y que en tan poco tiempo lo ha puesto al frente de el mayor templo católico de la provincia. En una larga charla con PRIMERA EDICIÓN, en su despacho explicó algunos delineamientos que tendrá su trabajo mientras esté al frente de esa sede “que no es más que reconocer el trabajo de mucha gente que está desde antes, y que ha hecho las cosas muy bien. Es como subirme a un tren que ya estaba en marcha y yo solamente me sumo al trabajo”, explicó. Con un análisis agudo también se refirió a la enorme tarea multidisciplinaria que debería ponerse en marcha si de verdad se quiere ayudar a los hermanos guaraníes “quienes hoy son un producto turístico-cultural, con quienes estamos ligados afectivamente, pero no efectivamente. Pese a que hay con ellos una mejor tarea que en otras provincias donde viven naturales, todavía hay gente que los ve y cruza de vereda”, lamentó.De perfil bajo, el sacerdote estuvo al frente de la iglesia Cristo Redentor de Jardín América hasta noviembre del año pasado,cuando el obispo de la diócesis de Posadas, Juan Martínez lo designó al frente de la parroquia San José, algo que- debe decirse- en su momento causó cierto revuelo entre la comunidad de fieles católicos que asisten a misa a esa iglesia, por lamentar el traslado de quien era su párroco, Alberto Barros. Bien, quizá al padre Marcos, sólo le tomó hasta la primera celebración de misa, para despertar, con gran carisma, la empatía con sus feligreses, y más tarde, con el acompañamiento incondicional a las iniciativas del grupo de personas comprometidas con la iglesia, supo ganarse ya su cariño. ¿Cómo proyecta que va a ser su gestión aquí en la catedral?Sobre todo reconociendo. Espacios y personas que hacen las cosas bien y que han ayudado a que la cosa esté bien encaminada hace años. Mi función en estos meses será ver cómo vienen trabajando para hacer un acompañamiento y cómo sumarme a este tren. Estuve cinco años en Jardín América y desde noviembre aquí así que hay mucho que ver, que aprender.Hay actividades que Ud. ya se mostró dispuesto a recuperar, como las kermeses de la catedral…Es que la única forma de alejar la frialdad y sentirnos comunidad es acercarnos, reconocernos, algo que se da particularmente en las kermeses. Así que vamos a proyectar las peñas, las kermeses, y hasta usaremos el salón Estrada como una oferta de peña folklórica para los fines de semana, para que los católicos podamos encontrarnos y compartir en camaradería. Lo primero que tiene aquí es el “si podemos, ¿porqué no? Siempre se puede sumar. Esa es la clave: sumar en todos los ámbitos. “Cada uno desde donde está y como personas normales”. ¿Cómo influyó la asunción del papa Francisco en la renovación del compromiso católico?Hasta hace unos días, a nivel social el ánimo de la gente era estar pendiente sólo de lo político. Eso cambió, ya no somos monotemáticos. Ayudó a que mucha gente se acerque y desde hace un tiempo a esta parte, las misas de la catedral se hacen a sala repleta y muchísima gente de pie. Los domingos la mitad de los asistentes nos quedan siguiendo la misa desde afuera.¿Cómo quedarán las refacciones de la Catedral y el anuncio de una capilla ardiente en honor a Andrés Guacurarí?Todavía no hemos entrado en estos asuntos, con lo cual no hay nada, pero es totalmente posible.Esto vendría a revalorizar a un héroe del pueblo guaraní, quienes fueron la gran población a la que los padres jesuitas dedicaron su trabajo…Al pueblo guaraní lo tenemos afectivamente ligado a nosotros, pero no efectivamente, ya que siguen viviendo en la pobreza, y con la excusa de respetar su cultura, los tenemos marginados. Esa es una realidad, y lo que supuestamente es su cultura respetamos, ya que más allá de mostrarlos como un producto de venta turístico, no hacemos mucho por ellos, y eso no es mantener intacta su cultura. Todo se va vaciando, son nómadas y recolectores que no tienen a donde ir ni que recolectar. No es tan simple. Hay que dignificarlos, tomar lo mejor que tienen y no dejarlos de lado, en la extrema pobreza y olvidados del mundo. Hay gente que se pasa de vereda cuando los ven, no cuentan para nada y hasta a veces molestan a cierta gente. Aunque aquí no están borrados, pero hay que dar pasos de integración y de dignificación.





Discussion about this post