Posadas. La gente que trabaja en el comedor que funciona atrás de la viceparroquia Santa Rita está muy preocupada porque el 1 de abril debe abandonar el predio por pedido del administrador parroquial, Marcelo Szyszkowski, quien pretende ocupar ese sitio para realizar talleres de capacitación. Felicitas o Luly, como la conocen todos los vecinos y las personas que diariamente retiran su almuerzo, ayer entre lágrimas contó preocupada la situación que la aflige estos días y cansada de golpear puertas decidió contar a los medios de comunicación, porque no sabe dónde podrá seguir cocinando, ya que el plazo que tienen es hasta el 1 de abril para abandonar el lugar. Con harina en las manos Luly (62) se detuvo un instante para relatar la situación que no logra comprender, ya que además se aflige por las 300 personas que no tendrán qué comer si se cierra el lugar donde cocinan de lunes a viernes. Niños y abuelos de Santa Rita, de la zona y hasta del barrio Yacyretá todos los días concurren a retirar sus porciones. “Hay gente que no tiene ni jabón, ni detergente para lavar la fuente para llevar la comida, entonces nosotros les prestamos”, lamentó Bety, quien confía que encontrarán alguna solución.“Desde el año pasado él (por el administrador parroquial) nos quiere sacar de acá, pero yo les digo que no sabemos cómo salir, hace casi 19 años que estamos acá, desde la época del padre Juan Carlos (Belgrano)”, contó Luly, quien con lágrimas agregó que hasta llamó al padre Belgrano para contar el problema, ya que no cuentan con fondos para mudarse y no tienen otro lugar. El comedor funciona con fondos de las Naciones Unidas, según contó Bety, que llega a través de Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que a su vez hace de intermediaria una asociación civil, la que presta la personería jurídica. Con el objetivo de atender las necesidades de la gente, incluso el grupo que cocina hace algunos años logró la aprobación de microemprendimientos mediante el cual obtuvo fondos con los cuales se hicieron las refacciones necesarias en dos salones, uno donde dicen que ya no pueden entrar y otro donde todavía cocinan. Además, con los fondos lograron maquinarias para panificados, mediante el cual preparan todos los días panes para la gente. “Pero como no teníamos los insumos para completar el emprendimiento de una panadería, seguíamos haciendo panes, pero ahora tampoco podemos usar esas máquinas así que amasamos a mano treinta kilos de harina”, relató. Las cocineras, diez en total, contaron que el padre Marcelo hace casi dos años que está en la viceparroquia, pero que no tienen relación y muy poca comunicación. Mucha gente necesitada“Me dijo que nos dormimos, porque desde el año pasado nos está pidiendo el lugar”, contó lagrimeando Luly y agregó que “también me señaló que es hora de que la gente trabaje, pero en qué, le pregunté yo, si hay muchos viejitos y no hay trabajo”. Analía, en tanto, mientras amasaba señaló que “creen que así se mantiene a los vagos, pero sabemos que en las familias hay muchas necesidades, que por más que trabajan no les alcanza”. Confiando en lograr algún acuerdo o solución, Luly decidió sacar el cartel con el comunicado que decía: “Desde el lunes 1 de abril el comedor dejará de ocupar el espacio de la Viceparroquia, ya que lo destinaremos a otros fines pastorales”, firma el administrador parroquial. “Porque necesitamos”Bonifacio Sánchez (62) es discapacitado, tiene muchos problemas de salud, y todos los días concurre desde la chacra 115 hasta el comedor de Santa Rita para retirar la comida para él y sus nietos. Cada recipiente tenía su identificación y mientras sostenía uno antes de acomodar en el canasto de su bicicleta comentó que ese era para su nietita de un año y medio. “No es como dicen, que los que vienen acá es porque se quedan a tomar (bebidas alcohólicas) y no quieren trabajar)”, señaló un poco molesto y preocupado porque se enteró de la posibilidad de que cierren el lugar. “Yo tengo mi pensión, pero no nos alcanza, somos muchos, tenemos que pagar el agua, la luz y los remedios y no sabemos como hacer. Yo trabajé mucho en mi vida, incluso en la construcción del puente internacional, pero ahora la salud ya no me da”, relató. El hombre agregó que ayer llevaba pizza y ensalada de arroz y que otros días reciben el pan, que significa una “gran ayuda”. Cada vez más grandes y chicos se asomaban a la ventana del comedor para retirar el almuerzo a medida que se acercaba las 12.





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