POSADAS. A veinticuatro horas de la marcha que familiares y amigos de Mirta Carmen Rosa (47) llevaron a cabo por las calles de Garupá, uno de los tres policías detenidos en averiguación del hecho rompió el silencio en declaración indagatoria y, si bien reconoció que alzaron en la patrulla a la docente retirada, aseguró que la dejaron en el barrio Los Potrillos, donde les dijo que vivía y donde unas tres horas después apareció muerta.La novedad se produjo durante la mañana de ayer en el Juzgado de Instrucción 6 de la Primera Circunscripción Judicial, a cargo del magistrado Ricardo Balor, según relataron fuentes de la investigación a PRIMERA EDICIÓN.Hasta el recinto de calle Buenos Aires al 1.200 fueron trasladados los tres policías sospechados por la Justicia a media mañana. Se trata de un oficial de 26 años y su hermano, un agente de 21, junto con un sargento de poco más de 30 años. Los tres estaban de guardia en la comisaría seccional Quinta en la tarde del pasado jueves 14 de febrero, cuando todo ocurrió.Ante el juez Balor, quien tomó la palabra fue el mayor de los tres uniformados, quien habría sido quien manejaba el vehículo policial en aquella oportunidad.En principio, el sargento aclaró que el agente -el menor de los hermanos- no participó de la primera comisión, es decir, de la búsqueda de la mujer porque al parecer se encontraba “de fajina” en la dependencia policial.Aclarada esta situación, comenzó a relatar los puntos de interés para la investigación judicial. El policía reconoció que -como contó el testigo clave- aquella tarde cerca de las 13.40 fueron con el oficial hasta una casa en la que requerían sus servicios por la presencia de una mujer que se encontraba perdida.Los dos efectivos policiales confirmaron la veracidad de los dichos del vecino, que había ido a buscarlos hasta la comisaría en una motocicleta. Allí, efectivamente, estaba Mirta Carmen Rosa, la docente retirada que padecía esquizofrenia.El policía declaró que no hubo agresión, que la mujer estaba tranquila y que ellos estaba incluso cuando en la casa le dieron un pedazo de pan y un vaso de agua.“Tenía las ropas un poco sucias y por eso fue que tomamos un pedazo de cartón, lo pusimos en el asiento y la sentamos”, detalló -palabras más, palabras menos- el efectivo policial sobre el momento en el que la subieron al móvil. Siempre según su relato, el sargento contó que entonces le preguntaron a la mujer dónde vivía, con el fin de llevarla hasta su casa.Como la mujer respondió “Los Potrillos”, el patrullero habría puesto proa hacia dicho barrio de Garupá, al sur del trazado de la ruta nacional 12, a unos 1.200 metros de la Gasolinera Garupá y al que se entra por una precaria calle de tierra escoltada por un denso eucaliptal.El policía dijo que, entonces, la bajaron de la patrulla y la dejaron en el lugar. Como todo transcurría con normalidad, se alejaron del lugar sin mayores sorpresas y no asentaron en el registro dicho procedimiento porque lo consideraron intrascendente. Este fragmento del relato explicaría por qué testigos de ese asentamiento aseguraron haber visto una patrulla varias horas antes del hallazgo del cuerpo.Lo cierto es que tres horas después de dejar a la mujer en el lugar, vecinos de Los Potrillos llamaron a la Quinta para avisar que habían encontrado el cadáver a un costado de la cancha del barrio. Un mes después, la investigación se posó sobre él y sus camaradas.Justamente, los otros dos policías detenidos se abstuvieron ante Balor, aunque una fuente reveló que en los próximos días la defensa de ambos pediría la ampliación de la indagatoria, una vez que se estudien todos los detalles del expediente.Mientras tanto, la Justicia continúa con la investigación y no se descarta que en las próximas horas se tomen nuevas medidas con respecto al caso.Mirta Carmen Rosa apareció muerta cerca de las 17 de aquel 14 de febrero, a once cuadras de su casa. En principio el hecho fue confusamente catalogado como “muerte dudosa” por la Policía, hasta que se conoció que la mujer había sido vista por última vez con vida a bordo de una patrulla.Eso fue recién a principios de marzo y ante esa situación fue que el último lunes Balor allanó la comisaría seccional Quinta y, al día siguiente, ordenó la detención de los tres policías investigados.En las últimas horas, como lo publicó este medio en exclusiva, se conocieron además los resultados de la autopsia. Ese exámen médico reveló que la docente sufrió estallido de vegija -como se dijo desde un principio- pero además fractura de tabique nasal, un hematoma en la cabeza y otro en la zona de aquel órgano. Todas lesiones coincidentes con lo que podría haber sido una violenta golpiza y, por ende, un homicidio.En reclamo de justicia, unos 40 vecinos de Garupá marcharon el último jueves hasta la Quinta, donde llegaron y cortaron el acceso a la avenida Las Américas. Durante la manifestación, el hijo de la víctima, Jeremías Zarza (27), pidió que se investigue el episodio hasta las últimas consecuencias y apuntó contra los policías detenidos. “Estoy seguro que en la comisaría intentaron ‘dormir’ la causa”, dijo en relación con una presunta maniobra de encubrimiento policial, que también se investiga en torno al conmocionante caso.





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