Posadas. “La droga se ha extendido en la ciudad y eso ya no se puede disimular ni tapar”, advirtió el padre Alberto Barros, párroco de la Sagrada Familia, quien conoce la realidad de los barrios y de muchos niños y adolescentes que llegan al Hogar de Noche Padre Mugica. Precisamente con el fin de brindar una respuesta integral a los jóvenes con problemas de adicción la Fundación Tupá Rendá, de la cual forma parte, trabaja en la apertura de una “Casita” en Santa Ana, donde se buscará lograr un tratamiento integral y recuperación de los menores con esta problemática. Sobre el tema de las adicciones, Barros también señaló que tanto los concejales así como la Legislatura deberían tratar la problemática de manera urgente, “porque cuando querramos abrir los ojos estaremos con barrios y juventudes destrozadas, pulverizadas por la droga”. El sacerdote remarcó que “aunque se reconozca o no oficialmente, es un hecho que la droga se extendió y que es gravísimo cuando la droga se une al tema de la pobreza”.En ese sentido señaló que la droga a “un chico en situación de pobreza y de marginalidad, que tiene desintegración familiar, sin los mejores ejemplos – por ahí con problemas de alcoholismo en los adultos – sin modelos, no estudia, carece de expectativas de futuro e ideales, termina de pulverizarlo absolutamente. Para salir no tiene los medios como por ahí sí los tiene un chico de clase media (con esto no quiero decir que sea menos grave), que por ahí tiene la posibilidad de una familia que se compromete más”. “Pero ese mismo drama en un chico en situación de pobreza, encima droga es muy difícil de salir porque no tiene instrumentos, es un combo muy peligroso”, alertó. De todo un pocoPegamento, psicofármacos mezclados con alcohol, marihuana y paco (pasta base de cocaína) son las sustancias utilizadas por los niños y adolescentes. En el Hogar Padre Mugica detectan a chicos que con 9 años ya tienen problemas de adicciones. Un requisito para que los menores puedan quedarse a dormir en el hogar es que lleguen desintoxicados, la población varía, pero existe un grupo que algunos días concurre y otros no. “Asisten hasta cinco días, luego desaparecen (vuelven a las drogas), pero después de varios días regresan y se los recibe nuevamente, porque siempre se les brinda contención y se sienten queridos y en familia”, contó Barros, quien agregó que una vez habilitada la “Casita” en Santa Ana los niños y jóvenes tendrán un lugar donde quedarse a vivir para su recuperación. Quienes integran Tupá Rendá, entre ellos Rogelio Peralta, quien estará al frente de la nueva casa, saben que mientras los chicos estén en la ciudad tendrán sus recaídas en la droga, además están al tanto que quienes tienen problemas de adicciones son usados por mayores como “mulas” y están expuestos a la explotación sexual. El proyecto en Santa AnaEl proyecto de la Casa de Santa Ana surgió de la misma fundación Tupá Rendá, ya que observaron que tanto los chicos, como muchos de los adultos que están en los hogares otros hogares de noche tienen problemas de adicciones y el planteo fue abrir un lugar, una casita aparte donde pudieran salir del ambiente de la ciudad. Barros comentó que como el hogar Mugica es nocturno, durante el día varios de los menores deambulan por las calles y tienen mucha facilidad para el consumo. El lugar surgió gracias a un grupo de religiosas, hermanas de la Inmaculada Concepción de María, quienes “levantan esa casa después de 25 años y les queda el edificio y decidieron dejar la casa para el proyecto de la fundación, con el apoyo del obispo Juan Rubén Martínez”. Para fines de abril“La Casita” estaría abriendo sus puertas para fines de abril y será un espacio donde los chicos puedan vivir allí, con el acompañamiento de terapias adecuadas y profesionales, explicó el sacerdote. Destacó el buen recibimiento y el ofrecimiento de talleres por parte de la Municipalidad de Santa Ana, así como el apoyo y compromiso de ayuda con alimentos por parte del área de Infancia y Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia. “Sabemos que son respuestas chiquitas a un tema enorme, pero son pequeñas respuestas”, agregó el padre Barros, quien insistió que de manera urgente se debe tratar el tema de “la droga y los jóvenes, porque cuando nos querramos dar cuenta será difícil dar marcha atrás”. Sobre la problemática, el sacerdote reflexionó que actualmente existe “un vaciamiento existencial tan grande y fuerte que los jóvenes carecen de razones para vivir, y sin razón, su vida ni la del otro tienen valor y no les importa nada”. Con la experiencia de “curas villeros”El padre José María “Pepe” Di Paola es conocido como “cura villero” por su trabajo desde hace años en la recuperación de la droga de los chicos que viven en la marginalidad en villas de Buenos Aires. En ese marco, la semana próxima el padre Alberto Barros visitará a Pepe Di Paola, para conocer un poco más sobre la tarea que realiza en las villas de Buenos Aires. Además también estará con Jorge García Cuerva, quien también hace años trabaja en Villa La Cava. “La verdad que yo admiro la tarea que realizan”, dijo Barros, al tiempo que agradeció la apertura de los sacerdotes, quienes no dudaron en contar sus experiencias para que pudiera “tomar y adaptar a la realidad local”. En una reciente entrevista que brindó Di Paola al diario Perfil, insistió en “el gran acierto de la propuesta del Hogar de Cristo, que es el centro de cooperación que hicimos en la Villa 21. Fuimos en busca de los chicos que estaban tirados en la calle, y en los últimos cinco años nos dio buenos resultados. Ahora también el Hogar de Cristo está instalado en Retiro, en la Villa 31, y en Villa Bajo Flores, en 11-14. Nuestra idea es trasladar esta propuesta a distintos lugares”. Por parte del obispadoSi bien el proyecto de “La Casita” en Santa Ana, donde buscarán la recuperación de adolescentes con problemas de adicciones, cuenta con el apoyo del obispo Juan Rubén Martínez, también se trabaja en otro proyecto desde el obispado para centralizar el tratamiento tanto de alcohólicos anónimos como de narcóticos. Las r
euniones tanto de alcohólicos anónimos como de narcóticos anónimos se realizan en el obispado, pero pretenden trabajar en una sede que estará ubicada en inmediaciones de la capilla Nuestra Señora de Lourdes. “Los adultos que están con nosotros asisten de hecho a esas reuniones”, contó Barros, sobre las personas adultas en situación de calle que buscan ayuda. “El obispo pensó en un espacio físico, que se terminará de construir, donde funcione un área dedicada a todo el tema del tratamiento de las adicciones, tanto la prevención como la recuperación”, explicó el padre Barros, que además del proyecto de La Casita de Santa Ana, colabora en el que se impulsa en Posadas.




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