SAN IGNACIO. Hoy suman nueve días sin clases en la Escuela 15 y todos saben que serán más las jornadas perdidas. Es que la empresa a cargo de la remodelación del edificio educativo avanza a un ritmo lento y sin control por parte del gobierno provincial. La informalidad de la empresa es apabullante. No hay ningún cartel que de cuentas de la obra de remodelación de la Escuela 15 de esta localidad. Ni los docentes ni la Municipalidad saben el nombre de la empresa a la que Arquitectura le dio la obra que tiene fecha de inicio pero -para angustia de toda la comunidad educativa- no tiene final previsto. “En todas las obras vemos un cartel donde se establece la fecha de inicio y finalización de obra, el monto de inversión y en qué consiste la obra en sí… acá no hay nada de eso, nuestra única vía de información son los albañiles y un ingeniero que una vez habló con las docentes”, detalló uno de los padres, Carlos Mariño. La construcción de dos nuevas aulas comenzó en julio del año pasado y tres meses más tarde –en octubre- los sanitarios. Aunque parezca increíble, ni las aulas ni los sanitarios estuvieron listos este 25 de febrero para el inicio de las clases. PRIMERA EDICIÓN visitó este martes la escuela y se encontró con estas dos aulas aún sin cielorraso, las ventanas sin vidrio y los pisos sin colocar. De los sanitarios sólo se hicieron las paredes, ni siquiera han colocado aún los techos y artefactos sanitarios. Desde la calle se puede ver lo que otrora fue el ala izquierda de aulas de esta escuela, hoy apenas un cascarón sin techo que, según estiman los directivos y docentes, se reconstruirá en una segunda etapa de la obra. Una obra cuya primera etapa (dos aulas y sanitarios) lleva nueve meses de ejecución, con un avance tan ralentizado que da escalofríos. Sin clasesLos alumnos de la Escuela 15 no comenzaron las clases porque no tienen dónde hacerlo. Las aulas nuevas no se terminaron y la mitad de las viejas fueron destechadas. Hasta el viernes pasado, el patio estaba repleto de restos de la obra, maderas y ladrillos rotos. Pero el lunes el intendente de San Ignacio, Juan Esteban Romero, mandó limpiar el patio y valló con chapas un sector donde fue removido el piso, para poder brindar mayor seguridad y evitar accidentes con los alumnos. También mandó a colocar puertas en los baños (¡el año pasado los usaban sin puertas!). Además, se comprometió a proveer cemento y los materiales necesarios a los empleados de la obra para que puedan terminar lo antes posible los pasillos que rodean a las aulas. “El intendente vino a la escuela junto con la supervisora, ambos comprobaron con sus propios ojos las razones por las que no podemos iniciar las clases. Durante las vacaciones también visitó la escuela el presidente del Consejo General de Educación (CGE), Adolfo Safrán”, contaron las docentes en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. “No podemos seguir así por mucho tiempo”Los docentes y los padres están muy preocupados por la situación que afecta a los 700 alumnos de esta escuela centenaria, la más antigua de San Ignacio. Para que no pierdan tanto, los docentes pidieron a los padres que acompañen a sus hijos a la escuela para que allí cada maestro les de tareas y explique a sus alumnos las consignas para resolverla. “Le damos tarea para varios días y después tienen que traerlas para que las corrijamos. Por supuesto que sólo podemos repasar los contenidos del año pasado, no damos ningún tema nuevo. Con los chicos que este año empiezan el primer grado es todavía más difícil pero le damos actividades de aprestamiento. No podemos seguir así por mucho tiempo, por eso esperamos que el gobierno intervenga en esta situación”, remarcaron.En tanto, argumentaron que las empresas constructoras contratadas con el gobierno deben tener respaldo financiero porque “no puede ser, como pasa en nuestra escuela, que la obra avance a paso de hormiga porque los obreros no reciben los materiales. Los obreros vienen todos los días, estuvieron casi todo el verano… no avanzaron en la obra porque no cuentan con los materiales necesarios”, explicaron las docentes. El mismo intendente definió a la firma encargada de la construcción como una “empresa seca”, según recordaron las maestras. Casi 113 años La Escuela 15 abrió sus puertas hace casi 113 años. Hasta la década del 80 sus aulas estaban en lo que es hoy el Centro de Interprestación de la Ruinas de San Ignacio. “Nos pidieron el edificio y, después nos mandaron a donde estamos ahora. Me acuerdo que el día del acto de inauguración, encabezado por el entonces gobernador, Claudio Arrechea, llovía y esa fue la primera vez que vimos la escuela inundada. Nunca imaginamos que se inundaría cada vez que lloviera. Ahora lo sabemos, como el terreno de la escuela está a dos metros y medio del nivel de la calle, cada vez que llueve viene la enchorrada que llega a todas las aulas”, lamentaron.Este año la escuela tiene un nuevo problema: está perdiendo su matrícula pues algunos padres decidieron inscribir a sus hijos en otros establecimientos educativos para evitar que pierdan más días de clases. Pese a que las docentes admitieron que algunos alumnos se fueron en estas dos semanas, aseguraron que la mayoría de las familias les anunciaron que no sacarán a sus hijos de la escuela. “Se ve que es un buen trabajo el que hace el plantel docente de ambos turnos porque la mayoría de nuestros egresados son abanderados y escoltas en la secundaria. Por supuesto que los padres están apurados para que comiencen las clases pero la mayoría nos dijo que esperarán porque saben cómo trabajamos en la Escuela 15”, remarcó la vicedirectora, Isabel Ibarra. “El Estado está en deuda porque nos sacaron nuestro edificio para hacer el centro de interpretación. Primero trabajamos todos amontonados en un salón y, en abril de 1987, se inauguró este edificio”, contó una de las docentes más antiguas. Con ocho aulas, desdoblarían los turnos Carlos Mariño, integrante de la cooperadora de padres, describió la actual situación de la Escuela 15 con estas palabras: “Estamos ante un dilema, padres y docentes queremos que empiecen las clases pero no podemos iniciar en el estado en que se encuentra el edificio. “Queremos que nuestros hijos estudien en una escuela cómoda y segura”. Según recordó Mariño, este lunes los padres se reunieron con el supervisor escolar, el intendente y todos los docentes. En ese encuentro se analizó la actual situación y se acordó que comenzar&aac
ute;n las clases cuando terminen las dos aulas nuevas. El intendente prometió que adelantará los materiales a los albañiles para que la obra avance más rápido. “Estimamos que la próxima semana nuestros hijos podrán empezar el ciclo lectivo, aunque todo depende de la constructora”, admitió el padre. “Al menos estas dos aulas tienen que terminarse, no podemos poner allí a los chicos con la lana de vidrio toda expuesta… los baños están en pésimas condiciones pero no tendremos más remedio que volver a usarlos porque los nuevos están a medio construirse, ni techos tienen todavía. El lunes el intendente mandó puertas para los sanitarios viejos. Son dos baños para las nenas y dos para los varones… pero los mingitorios están tapados, digamos que son depósitos de orín”, describió la maestra Gladis Rojas. No obstante, según confirmaron las docentes a PRIMERA EDICIÓN, para que puedan ubicar a las catorce secciones (grados) que la escuela tiene por cada turno -mañana y tarde- se deberán desdoblar ambos turnos. Es decir, un grupo de alumnos asistirá de 7.30 a media mañana y otro de media mañana al mediodía. Igual división deberán hacer con los alumnos del turno tarde. Los chicos tendrán un promedio de dos horas de clases diarias. “Estamos en una situación terrible”“Estamos en una situación terrible. Todos queremos que comiencen las clases. Como nos dijeron los padres en la reunión, los chicos tienen preparados sus guardapolvos y sus mochilas… están ansiosos. Pero queremos que todos entiendan que la solución no está en nuestras manos. Como docentes, es nuestra responsabilidad cuidar a nuestros alumnos… bregar para que no se lastimen; para lograr eso necesitamos una escuela segura. Era impensable empezar las clases en el estado en que se encontraba la escuela hasta el lunes, cuando la Municipalidad sacó los escombros del patio y valló el sector más peligroso”, explicó a PRIMERA EDICIÓN la vicedirectora del turno mañana, Isabel Ibarra. Ibarra relató que “las maestras siempre agachamos nuestras cabezas y seguimos trabajando pero, la verdad, es muy injusto trabajar en estas condiciones. Yo trabajé 24 años y siete meses en una escuela rural, en Colonia Gisela, me embarraba hasta la cabeza… porque esa escuela también se inundaba. Después de tantos años en la escuela rural, hace cinco años decidí pedir el traslado a una escuela de primera. Vine a la 15 y ¡resulta que también se inunda!”, indicó.Pero no sólo necesitan seguridad e higiene para iniciar el ciclo lectivo. También requieren aulas para dar clases a los alumnos. Lamentablemente tampoco hay opciones inmobiliarias para que la escuela se mude hasta que la obra de remodelación esté terminada. Según recodaron las docentes, el edificio donde la Normal funcionó temporalmente mientras estuvieron en obra hoy está alquilado a una farmacia. “No tenemos un espacio físico acorde para trasladarnos en la actualidad, lo único posible en el tinglado de la Municipalidad, pero no es un lugar apropiado”, señalaron los docentes.





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