Cuando el papa Benedicto XVI anunció su renuncia, el 11 de febrero pasado, no fue lo único que sacudió al Vaticano. También un rayo que cayó sobre la basílica de San Pedro. Un acto de Dios, concluyeron algunos. Pero ¿cuán probable es que ocurra semejante fenómeno? En primer lugar, examinemos la basílica. “Entre los factores de riesgo figuran las dimensiones de la estructura, su ubicación y posición con respecto a otros edificios a su alrededor”, explicó Matthew Waldrum, de Omega Red Group, una institución que evalúa el riesgo de los rayos que caen sobre los edificios.“El material de construcción del edificio, obviamente, es también muy importante. Es una estructura muy grande. No está exactamente aislada, pero sin duda se eleva sobre su entorno, lo que significa que está más expuesta a la caída de un rayo que cualquiera de los edificios de los alrededores”.El hecho de que la basílica no sufriera daños indica que está muy bien protegida contra los rayos. Pero Waldrum y sus colegas llevaron a cabo un cálculo teórico del riesgo de perder la vida a causa de un rayo en un edificio similar frecuentado por un gran número de personas, en un entorno similar, suponiendo que la construcción no tuviera protección contra rayos."El resultado es que, comparado con un nivel de riesgo tolerable de uno en 100 mil (en un año), el riesgo que hallamos es de 1 en 112. Eso es bastante alto”. La realidad es que si hay presencia de rayos, San Pedro tiene una probabilidad razonablemente alta de que le caiga uno. Otro factor que se debe considerar es el nivel de actividad de rayos a principios de febrero en la región que rodea a Roma. La Oficina de Meteorología de Reino Unido es capaz de monitorearla gracias a un sistema de sensores desplegados por toda Europa.“Los registros que recopila la Oficina de Meteorología son esencialmente las coordenadas de la caída del rayo y el momento en que el rayo fue recogido por nuestro sistema. “Eso se puede utilizar para crear mapas de rayos y de su densidad y así saber cuántos rayos cayeron en una región determinada”, dice Graeme Anderson, científico de detección de rayos de la institución.Gracias a las imágenes del evento tomadas por fotógrafos, Anderson fue capaz de identificar el momento exacto de la caída del rayo y de encontrar el registro que este rayo en particular había creado.“Logramos rastrear nuestros datos y hacer foco en la zona del Vaticano ese día. Había bastante actividad de rayos en la zona en ese momento y vimos que hubo un rayo en la zona de Roma a las 17.54”.“Teniendo en cuenta el momento de la caída, es muy probable que fuera el mismo rayo que impactó contra San Pedro, recogido por nuestro sistema”.Pero ¿cuán raro fue ese episodio? “En cuanto a la actividad durante el inicio de febrero, parece que ha habido una actividad mucho más tormentosa en el área que rodea a Roma”, dijo Anderson, más de lo normal para esta época del año.Así que parece que, dada la naturaleza de San Pedro como edificio y las condiciones meteorológicas cerca de Roma ese día, la probabilidad de que la basílica fuera golpeada en realidad era bastante alta. Pero, ¿podemos descartar la intervención divina? ¿Cómo, por ejemplo, podemos explicar el hecho de que había más actividad tormentosa de lo normal?Tal vez podamos citar la palabra del Vaticano para ello. La oficina de prensa dijo que “por el momento no atribuye” el evento a la intervención divina.





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