POSADAS. El murmullo y el movimiento de autos y personas era singular ayer en el barrio El Acuerdo. No obstante, esta vez los vecinos no se estaban preparando para cortar la avenida San Martin en reclamo de mejores viviendas, sino que se estaban mudando a ellas. P ara ser precisos, se estaban cambiando a cuatro familias, ya que hasta que se produzca el desalojo total del predio, cada día se irán yendo de a tres o cuatro grupos familiares. El traslado fue una novedad que revolucionó el barrio, porque sabían que se mudaban pero no cuándo. Algo así le pasó a Benjamín, un jefe de familia que al llegar del trabajo ayer al mediodía recibió la notificación y el camión de mudanza lo estaba esperando para llevarlo a su nuevo hogar.“Somos más o menos unas 150 familias, y el orden de mudanza se hace de acuerdo a la ubicación de las casas”, contó el hombre cuya familia tiene siete integrantes. La casa que le entregaron está situada en San Isidro, cuenta con tres habitaciones, sala, comedor y baños.“Yo nunca vi la casa todavía. Por razones de trabajo pudo ir sólo mi mujer, así que me ganan los nervios”, confió el hombre en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.Hace un mes, sin que se hiciera mucho ruido al respecto, el Estado provincial había relocalizado a las familias que se encontraban en la parte más baja del barrio, y por ende las que se hallaban en las peores condiciones. Una larga historia de lucha Los habitantes de El Acuerdo ya perdieron la cuenta de las veces que tuvieron que salir a las calles a reclamar que se cumplan las promesas para ser relocalizados. Pero sin duda el año pasado estuvo marcado por la decidida movilización que los impulsó a cortar las avenidas Andresito y San Martin.Ayer a modo de broma, la gente repetía que iban a hacer un último piquete de “despedida”. Era evidente que los nervios y el estado de incertidumbre habían desaparecido.Por años esta gente había tenido que soportar no sólo condiciones de vida insalubres, sino que el fantasma de desalojo, al que cada tanto se tenían que enfrentar, “les quitaba la paz”, como dijo Liliana Maciel, vecina que ayer pasó su último día en el barrio, ya que hoy “si Dios quiere me voy a mi casa nueva”, contó. Su destino, acompañada de dos hijos también es San Isidro.“Nos vamos todos, y comienza una nueva vida. Realmente acá la pasábamos muy mal. Malos olores de los pozos negros, alimañas, inseguridad. Salir a nuestra nueva vida va a ser una bendición”, remarcó la mujer. “Yo tengo casi toda organizada la mudanza. Me falta desclavar el techo, y algunas maderas para cargarlas al camión cuando llegue mañana (por hoy)”, explicó sonriente.





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