CAMPO GRANDE. Una sorpresa enorme se llevaría Ignacio Copani si, por esos designios imprevisibles del destino, alguna vez termina detenido en la comisaría de Campo Grande. En ese momento, el autor de “Lo atamo´ con alambre” realmente comprendería hasta dónde puede llegar esa improvisación, ese ‘ingenio popular’, esa precariedad hija de la necesidad que criticaba en sus versos.Es muy poco probable que el cantautor alguna vez termine preso en Misiones. Tampoco resulta creíble que una comisaría funcione en un salón cultural, no tenga calabozos y, mucho menos, que deba suplantar esa ausencia mediante la utilización de un pesado banco de madera al que los propios policías le añadieron esposas para que funcione como improvisada “celda” de detención.Es increíble, sí, pero cierto. Sucede en Campo Grande, donde hace más de un año y ocho meses se derribó la comisaría local para dar lugar a un nuevo edificio, del que hasta ahora sólo hay una base de concreto que se construyó en 2011 y que, desde entonces, jamás avanzó.PRIMERA EDICIÓN dialogó con vecinos del pueblo, recopiló los testimonios de una espera que parece eterna y así conoció la historia de la comisaría de Campo Grande. La comisaría que no fue.Edificio fantasmaFundada en 1956, la comisaría de Campo Grande siempre funcionó en Sarmiento y Fray Luis Beltrán, en el corazón del pueblo, frente a la Escuela Provincial 150 “Maestro Argentino”, al Polideportivo “Oscar Andrujowicz” y al Bachillerato Polivalente 11 “Martín Miguel de Güemes.Cuentan los vecinos de la localidad que hasta 2010 se trataba de un edificio de mampostería que, si bien distaba bastante de lo ideal, cumplía mínimamente con los requisitos de una dependencia policial: tenía calabozos, cocina, habitaciones de descanso para los efectivos y, básicamente, lo esencial para el trabajo policial.El año siguiente, 2011, debía ser el año del cambio. Cerca de enero, los rumores que habían comenzado a circular previamente se hicieron realidad mediante el anuncio de quien en ese momento era intendente de la localidad, Ricardo Andruszyszyn, sobre la construcción de un nuevo edificio para la comisaría del pueblo.Los trabajos de demolición del viejo edificio no tardaron en comenzar y la comisaría se mudó entonces al Salón Municipal de Cultura, en el predio de la comuna local. Era mayo de 2011 y el cambio, en principio, era “provisorio” y duraría hasta tanto terminara la construcción del nuevo edificio.Durante ese año se iniciaron los trabajos y se alcanzó a construir la base de hormigón, pero Andruszyszyn sufrió un revés electoral a fines de 2011 y el sillón municipal quedó en manos de Carlos Sartori, actual intendente. Desde entonces, la obra quedó frenada y la comisaría nueva es sólo un fantasma.El “banco-calabozo”Como el mítico ave fénix, la comisaría de Campo Grande debía renacer de sus cenizas. Pero entre la desidia y la burocracia terminaron por cortarle las alas.El predio de Sarmiento y Beltrán, donde debía levantarse la nueva seccional, se muestra hoy desolado. La base está, claro, pero sólo eso. No hay arena, cemento, ladrillos, herramientas ni obreros. No hay movimiento. Ningún rastro de que la obra continúe o vaya a continuar, más allá de que una de las promesas electorales de la actual gestión había sido la de concluir con la construcción.A dos cuadras de ese predio funciona la actual comisaría de Campo Grande. El viejo Salón de Cultura alberga desde hace casi dos años la dependencia policial. Está dividido por machimbres, sin iluminación ni ventilación, no cuenta con baños en condiciones, no tiene “cuadras” -como se le denomina a las habitaciones destinadas a los policías- ni calabozos. Mucho menos espacios en donde llevar a cabo las tareas administrativas propias del trabajo cotidiano.Al tratarse de un lugar no apto para funcionar como comisaría, los policías deben “amañarse” o, al decir del propio Copani, satisfacer esas carencias “con un poquito de cinta Scotch”. El ingenio popular da para todo y así fue como los uniformados crearon el tristemente célebre “banco-calabozo”, confirmado a este medio por vecinos que ‘pasaron’ por él y que, obviamente, prefieren no dar a conocer su identidad. ¿De qué se trata? No es más que un banco de madera de peso importante y de unos dos metros de diámetro al que agujerearon en varios lugares e “instalaron” un par de esposas. De esta manera, cuando es necesario y ante la ausencia de calabozos, los detenidos son esposados y esperan allí su libertad o, si se trata de un caso grave, el traslado hasta la cercana Aristóbulo del Valle.“Cuesta creerlo, pero ese es el nivel de precariedad con el que se manejan al no tener calabozos”, señala otro vecino consultado que se mantiene en el anonimato.Lo del “banco-calabozo” no es lo único. Además de la falta de mobiliario, que obliga a los policías a dejar muchos de los elementos de trabajo diario en el suelo, la actual comisaría no cuenta con un teléfono fijo: la actual línea muere en el viejo predio y debieron habiliar un teléfono celular cuyo número fue difundido por las radios locales.El retraso en la construcción del nuevo edificio es un trastorno para los uniformados y también genera malestar en la sociedad, como lo explica Carlos Hensel (70), vecino de Campo Grande.“Como un carpintero necesita buenas herramientas para hacer bien su trabajo, ¿qué se puede esperar de los policías si acá no tienen un lugar cómodo para trabajar?”, lanza Hensel, oriundo de Panambí pero afincado en la localidad desde hace 45 años, ni más ni menos.El también ex concejal sostiene que “la seguridad, como la educación y la salud, debe ser una de las prioridades. Acá hay plata, porque se está construyendo por todos lados; entonces, es falta de decisión política, porque la comisaría hace falta y no se puede seguir esperando. Cuando las cosas suceden, ya es demasiado tarde”.Hensel sabe de lo que habla. El 15 de junio de 2012 un delincuente ingresó a la agencia de quinielas de su propiedad y encañonó a dos de sus empleados. “Estaba en una tapicería que tengo al lado de la agencia y vino la chica a decirme ‘Don Carlos, nos están robando’. Yo salí para el negocio, pero cuando llegué, el ladrón ya se había ido&rdqu
o;, recuerda sobre aquel hecho. El malviviente no hirió a nadie, huyó con 5 mil pesos y fue detenido a las pocas horas por efectivos de la comisaría sin calabozos.Denis Bellot (40), nacido, criado y de apellido pionero en Campo Grande, coincide con Hensel en que la nueva comisaría “es una necesidad para el pueblo y para los policías, porque todos necesitamos de una comisaría digna, que imprima respeto a la comunidad”. Desde su casa, a media cuadra del edificio virtual, se ven los cimientos abandonados de la comisaría que no fue.Los vecinos dicen que mes tras mes se dice desde la municipalidad que en los próximos días se reiniciarán las obras, pero en Sarmiento y Beltrán nada cambia desde hace casi dos años.“Según la comuna, la obra ya esta licitada y aprobada. Hasta dijeron que hay una empresa vinculada al Iprodha que continuará con la construcción, pero hasta ahora no se vio ningún movimiento”, apunta otro habitante de Campo Grande que pide reserva de identidad.La nueva comisaría del pueblo, la que no fue, sigue siendo una dependencia “fantasma” o, al menos, virtual. La verdadera es la del banco transformado en calabozo, la de las herramientas por el piso, la que no tiene línea fija de teléfono, la que funciona en el mismo lugar donde antes se celebraban cumpleaños, casamientos y hasta velorios. La del ingenio popular, que da para todo. En aquellalista no estáEl pasado 28 de diciembre de 2013, el Ministro de Gobierno Jorge Franco brindó una conferencia de prensa en la que informó sobre las obras proyectadas para 2013 en lo que respecta a seguridad pública.En aquella reunión se anunció la construcción de nuevos edificios para las comisarías Segunda, Tercera y Cuarta de Posadas, entre otros, además de otras localidades del interior, como Mado, Santo Pipó, Puerto Piray, Los Helechos, Campo Viera y varios destacamentos más de la provincia.Al menos en aquella lista dada a conocer ante la prensa, desde el Ministerio de Gobierno no se informó sobre refacciones o la continuidad de la construcción de la comisaría de CampoGrande, que hasta ayer continuaba parada más allá de que en el pueblo, ante los reclamos, casi todos los meses surgen nuevas promesas sobre el reinicio de las obras.





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