Pasajeros aplastados en vagones por horas con gritos desgarradores e improvisados voluntarios protagonizaron las principales escenas del accidente ferroviario ocurrido en la terminal de Once, que se convirtió en una sala de emergencias con técnicas de reanimación y otras maniobras médicas de urgencia.El reloj de la estación Once marcaba las 8.28, repite Alfredo Velázquez. “Lo tengo grabado porque yo estaba en el andén esperando el tren para volverme y una señora me preguntó a qué hora pasaba el próximo. Miré el reloj, después para el otro lado y vi un tren que se asomaba. Avanzaba demasiado rápido y empecé a gritar ‘este no frena’ y me tiré al piso”. Minutos después el impacto, la explosión, la desesperación, el horror. La formación 3.772 de la línea Sarmiento, cuya concesión está en manos de TBA, ingresó a 26 kilómetros por hora a la punta del andén, siguió bajando hasta llegar a 20 kilómetros por hora pero, según fuentes judiciales, el freno nunca se accionó y el tren impactó de lleno contra los amortiguadores hidráulicos de la plataforma 2. En la tragedia, la tercera más grave de la historia ferroviaria argentina, murieron 51 pasajeros y 703 tuvieron que ser internados, al menos 50 con heridas graves.La formación de ocho vagones transportaba entre 1.200 y 1.500 pasajeros, por el horario, trabajadores que tenían que fichar antes de las 9. Como suele suceder en todas las líneas cada vez que un tren se aproxima a la terminal, muchos se habían amontonado en los dos primeros vagones para bajar sin problemas. Justamente, los más afectados por el choque. Es que con el impacto el segundo vagón, que era el furgón, se incrustó siete metros en el primero y al menos 130 personas quedaron atrapadas entre los fierros.“Apúrense que se nos va”, gritó el director general del Same, Alberto Crescenti, a las 11.30, cuando vio que cerraba los ojos un hombre que era cargado en una camilla en la salida de la estación ubicada frente a la plaza Miserere, a pocos metros de un cronista de DyN.Los enfermeros, de inmediato, bajaron la tabla sanitaria y un médico, desesperado, comenzó a efectuarle técnicas de reanimación, al tiempo que otros heridos pasaban a un lado en camillas del mismo sistema de atención de emergencias.Cuando parecía que había muerto, el pasajero reabrió los ojos y el profesional exclamó: “Lo recuperamos”. Surgieron en ese instante tal vez las únicas sonrisas de satisfacción de la jornada trágica, que comenzó cuando un tren de la línea Sarmiento con cientos de pasajeros, a una “velocidad anormal” para el último tramo de su recorrido, chocó contra uno de los paragolpes de la terminal poco antes de las 8.30.Así lo relató a esta agencia Alfredo Velázquez, de 33 años, quien permanecía en uno de los andenes de la estación cuando ocurrió el accidente ferroviario.“Vi venir al tren y empecé a gritar porque me di cuenta de que su velocidad era anormal para la curva de las vías previa a la plataforma. Las otras personas que estaban en los andenes creían que yo estaba loco. Pero lo vi todo”, resaltó el hombre, oriundo de Morón.Velázquez detalló que, pese al siniestro, “se abrieron las puertas de la formación”.“Pero las personas aplastadas en los vagones gritaban de desesperación, por lo que rompí dos ventanas a patadas y saqué a varias mujeres”, relató Velázquez, quien dijo haber visto los cadáveres de cuatro pasajeros “en el segundo vagón” del tren.El hombre, aún nervioso, precisó: “Vi a dos mujeres de unos cuarenta años y dos jóvenes de 28 fallecidos”. “Había sangre por todos lados y, en muchos casos, las cabezas de los pasajeros habían quedado aprisionadas por los marcos de las ventanas”, detalló Velázquez, quien agregó que las lesiones “más comunes” entre los viajeros eran “las fracturas”.Por su parte, un pasajero que viajaba en el tercer vagón del tren relató el momento de la colisión: “Estaba parado y siento un estruendo tremendo, como el de una explosión, y vuelo al menos diez metros. Caí en el interior de otro vagón, porque íbamos en una formación vieja, de las que no tienen puertas divisorias”.“Encima de mí cayeron otras personas y, no sé cómo, pude salir de la base de esa montaña humana”, enfatizó Marcelo Ordóñez, de 37 años, domiciliado en Merlo, en diálogo con DyN.Precisó que, pese a quedar “mareado”, rompió ventanas a través de las cuales comenzó a sacar a “mujeres y niños”.“Las escenas eran tremendas: gente ensangrentada y fracturada por todos lados y gritos con pedidos de auxilio desgarradores”, concluyó.Ordóñez, tras haber auxiliado a varias personas, fue trasladado por precaución a un hospital, donde recibió curaciones por politraumatismos leves y, a las 13.30, recibió el alta médica. Bonadío y una elevación en tiempo récordA días de cumplirse un año de la tragedia ferroviaria de Once, el juez federal Claudio Bonadío elevó a juicio oral la causa, luego de rechazar planteos de nulidad de los ex secretarios de Transporte Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime, entre otros imputados.En su resolución, de poco más de un centenar de carillas, el magistrado sostuvo que “el cúmulo de probanzas incorporadas no permite desvincular a éstos del proceso”, teniendo en cuenta que “se ha tenido por acreditada tanto la materialidad de los sucesos respecto de los cuales se decide el avance a juicio, como así también la responsabilidad que en la comisión de aquellos le ha correspondido a cada uno de los encartados”.Bonadío elevó a juicio a Schiavi y Jaime por los delitos de descarrilamiento culposo agravado, por resultar personas fallecidas y lesionadas, y defraudación contra la administración pública, calificación que fue fijada por la Sala II de la Cámara Federal, la que además decidió quitarle al juez el tramo de la investigación por el manejo de subsidios y anexarla a otra que tiene a su cargo el magistrado Sebastián Ramos.La mayoría de los planteos de nulidad y oposición de elevación a juicio, entre ellos los de Schiavi y Jaime, versaban sobre la imposibilidad de que fuesen juzgados dos veces
por un mismo hecho, puesto que Bonadío los acusa por administración fraudulenta y a la par otro juez también los investiga por las supuestas irregularidades en el manejo de subsidios ferroviarios.Pero Bonadío replicó que la Cámara confirmó los procesamientos por esos delitos y señaló que los planteos contra esa decisión de dividir la causa “evidencian un desacuerdo con este criterio” y que las partes tienen la posibilidad de apelar ante Casación.El juez desestimó nulidades pedidas por Schiavi, Jaime, de los ex titulares de la Comisión Nacional de Regulación de Transporte (CNRT) Pedro Ochoa y Antonio Sícaro; y de todo el directorio de Trenes de Buenos Aires (TBA), aunque los hermanos Mario y Claudio Sergio Cirigliano no habían formulado oposición alguna.Basado en pericias contables, Bonadío también destacó los desmanejos internos en la empresa TBA con los fondos públicos.En cuanto al planteo de Jaime respecto a su “falta de responsabilidad en el hecho, dada su ajenidad en cuanto al control y fiscalización de la concesión”, Bonadío le contestó que su procesamiento fue evaluado no sólo por él sino que además ratificado por la Cámara Federal.El juez Bonadío explicó que tanto la calificación de los hechos como aquellas medidas que pidieron las defensas y que no se realizaron será valorado por el Tribunal Oral Federal 1, donde quedó radicada por sorteo la causa y está integrado por Jorge Gettas, Adrián Grunberg, y Oscar Amirante.Junto a los ex funcionarios, también van a juicio Marcos Córdoba, el maquinista que condujo la formación que chocó con el andén de Once y a quien si bien Bonadío había sobreseído, la Cámara procesó por estrago culposo, al valorar que los últimos tramos del recorrido lo hizo a fuerte velocidad y que no tenía activado un dispositivo de seguridad.Incluso, si bien Bonadío elevó la causa a juicio a instancias de lo ordenado por la Cámara, expresó que “nunca se sabrá con certeza absoluta por qué el chapa N 16 corrió más de trescientos metros a casi 27 kilómetros por hora sin frenar y terminó chocando con el paragolpes de la estación Once”, aunque “lo que sí se sabe es que Córdoba estaba al comando de un tren sobrecargado de peso, con un sistema de frenos que si bien en las anteriores oportunidades había respondido lo hacía con dificultad”.El magistrado dijo que “no puede afirmar que (Córdoba) no haya cometió algún error, por inexperiencia, miedo o desconocimiento”, aunque destacó que “se le había dado una herramienta” vieja, corroída e insegura”. Córdoba había sido sobreseído, pero luego fue procesado por la Sala II de la Cámara Federal.Entre los funcionarios que van a juicio están el ex subsecretario de Transporte Ferroviario Antonio Luna, quien al igual que Schiavi renunció a su cargo tras la tragedia que le costó la vida a 51 personas al chocar la formación del ramal Sarmiento contra el andén de Once el 22 de febrero del año pasado. La resolución de Bonadío con fecha del lunes -que se conoció recién un día después- no es apelable. A partir de la elevación por parte del juez Bonadío, el Tribunal Oral Federal 1 comenzará con la instrucción suplementaria del expediente, luego convocará a realizar ofrecimiento de pruebas y posteriormente fijará fecha de juicio, que si bien habitualmente suele pasar no menos de uno a dos años, la trascendencia del caso puede funcionar como una suerte de presión para agilizar los plazos. La bronca de los familiares Los familiares de las víctimas de la Tragedia de Once señalaron que “para el Gobierno” el hecho “no existió” y se lo silencia “de manera metódica”.Asimismo, Paolo Menghini Rey, el papá de Lucas (un joven de 26 años que murió en el hecho) manifestó: “Jamás entenderemos por qué no hicieron referencia a la tragedia. Asumir las responsabilidades no es un defecto, es una virtud”.Menghini Rey solicitó que nadie acuda a los homenajes con banderas ni consignas políticas ya que “hay otros lugares y momentos para expresar descontento con cosas que pasan en el país” y en el acto central de la Plaza de Mayo se repartirán carteles para los presentes.Los familiares de las víctimas celebraron las nuevas inversiones ferroviarias anunciadas por el Gobierno, pero también aclararon: “Nadie se muere por ir en un vagón despintado. La gente se muere por viajar en un vagón carcomido por el óxido”.“Ojalá los vagones de China lleguen, ojalá las estaciones sean lo que dicen que van a ser, pero en el medio pongámonos de acuerdo con las prioridades. Lo importante es que el tren llegue y eso muchas veces no sucede”, se quejó Menghini, quien dijo que “las prioridades de los usuarios no son las mismas que las de los políticos”.Los homenajes a las 51 personas que fallecieron en Once comenzarán a las 8.30, cuando se realice un acto en el andén de la estación con el que chocó una formación del tren Sarmiento.Habrá “obras artísticas, plásticas, un texto que será leído y acompañamiento de actores” mientras que a las 12.30 habrá una misa en memoria de los fallecidos en la catedral Metropolitana de Buenos Aires. Luego, a partir de las 17, bandas estarán tocando en la Plaza de Mayo como previa para el acto central, que tendrá lugar a las 19, en el mismo lugar. Andrada, un episodio oscuro El viernes 8 de febrero la causa sumó un episodio insospechado. Leonardo Andrada, un importante testigo de la causa que investiga la tragedia de Once, fue encontrado muerto con cuatro balazos en Ituizangó. La Policía investiga las causas del asesinato, tres el que se constató que sólo le robaron el celular.Andrada era el motorman que manejó el tren de la tragedia de febrero de 2012 hasta la estación Castelar, donde se lo entregó a Marcos Córdoba, el conductor a cargo de la formación cuando ocurrió el accidente en la terminal de Once, es por eso que se considera un testigo central de la causa que investiga el Juez Bonadío.El 29 de febrero pasado, una semana después de que ocurrió la tragedia, Andrada había declarado ante la Justicia que manejó la formación hasta la estación de Castelar, momento en que hizo el relevo a Marcos Córdoba. Lo que había dichoDespués de la tragedia Andrada le dijo al
juez de la causa, Claudio Bonadío, que ese día la formación estaba “sobrecargada” porque no había habido servicios durante los 18 minutos previos. Estimó que, por esa demora, subieron entre 1.800 y 2.000 pasajeros, “el triple de la capacidad que la formación debe llevar”, por lo que el tren iba más lento y había que frenarlo “con mayor antelación” a la habitual. 28 imputados… cuatro figurasLa causa por la tragedia de Once y en la cual el juez Bonadío días atrás dispuso el pase a juicio oral y público tiene un total de 28 imputados, entre ellos ex funcionarios, empresarios y el maquinista que condujo la formación que al chocar con el andén provocó la muerte de 51 personas.La lista completa de los acusados la encabezan los ex secretarios de transporte Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime; los ex titulares de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) Antonio Sícaro y Pedro Ochoa Romero; y el ex subsecretario de transporte Ferroviario Antonio Guillermo Luna; así como el maquinista Antonio Marcos Córdoba.Desde el empresariado, los acusados son encabezados por los hermanos Sergio Claudio y Mario Cirigliano, quienes si bien eran los que virtualmente conducían la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), concesión que tenía del ramal Sarmiento y Mitre hasta el accidente y que luego fue dejada sin efecto por decisión del Gobierno nacional, figuraban a cargo de firmas tercerizadas que aparentaban prestación de servicios a la concesionaria.También va a juicio quien era al momento del hecho presidente de TBA, Carlo Michele Ferrari, y de varios integrantes del directorio de la concesionaria.La lista de acusados que también van a juicio la conforman Marcelo Alberto Calderón; Carlos Alberto Lluch; Sergio Daniel Tempone; Jorge Álvarez; Guillermo Alberto D’Abenigno; Jorge Alberto De los Reyes; Alejandro Rubén Lopardo; Carlos Esteban Pont Vergés; Daniel Fernando Rubio; Víctor Eduardo Astrella; Oscar Alberto Gariboglio; Francisco Adalberto Pafumi; Pedro Roque Ranieri; Roque Ángel Cirigliano; José Doce Portas; Laura Aída Ballestero; Antonio Marcelo Ricardo Suárez; Miguel Werba; Daniel Guido Lodola y Luís Alberto Ninoná.





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