POSADAS. El secreto a voces que recorre los pasillos del humilde barrio La Ripiera, casi llegando al Paraná, atormenta día y noche a Sonia Riveros (28), la mujer que se quedó sola junto a sus cuatro hijos desde hace dos meses. Para ella y su familia, hay algo más detrás de la desaparición de Hugo Omar Delgado Torres (28), su pareja, por estas horas sinónimo de misterio para los vecinos de Ñu Porá.El joven salió a comprar algo al kiosco el pasado 8 de diciembre, pero nunca regresó. El viernes se cumplieron dos meses de incertidumbre para Sonia, que escuchó y recopiló todos y cada uno de los testimonios de sus vecinos. Aseguran saber quién mató a Delgado Torres y hasta dicen que el propio homicida le confió a su círculo íntimo de la “macana” que se “había mandado”. Después, cuando llega la Policía, vuelve el silencio, dominado por el miedo a sufrir una venganza.“En el barrio me dijeron que vieron a ese tipo con la remera ensangrentada, y hay alguien que asegura haberlo visto mientras lo golpeaba a mi marido. Pero acá hay mucho miedo y nadie se anima a decirle todo eso a la Policía”, le explica Sonia a PRIMERA EDICIÓN, e insiste en que continúe la investigación hasta saber qué pasó realmente con su esposo.Secretos develadosNo es fácil encontrar una dirección en La Ripiera por la noche. A la falta de señalización de las calles se le suma una oscuridad profunda en algunos sectores, y calzadas que se transforman en trillos que terminan perdidos en algún arroyo o baldío. Sin embargo, no hay opciones: desde que Hugo no está, Sonia es el único sustento para los cuatro hijos de la pareja y debe trabajar todo el día. Cuando baja el sol, extenuada, recién tiene tiempo para contarle su historia a la prensa.“Carlos Lineo y Yerbales, de ahí, algunos metros para adentro”, había dicho minutos antes por teléfono. En la humilde casa de madera espera junto a sus hijos y Antonio Riveros (56), su padre, que la acompaña desde diciembre para no dejarla sola en medio de la crisis.Todo comenzó el sábado 8 de diciembre de 2012, cerca de la medianoche, cuando Delgado Torres salió de esa misma casa hacia un kiosco, a no más de 50 metros. No llevaba remera, sólo una bermuda y un par de ojotas, pensando en volver enseguida.“Se fue al kiosco y ahí me cuenta una señora que lo vio, que se juntó con un grupo que estaba ahí y se sentó a compartir unos minutos”, relata Sonia, en un intento por reconstruir lo último que se sabe del padre de sus hijos.Todo hace suponer que Delgado Torres compartió algunas bebidas con esas personas. Después, según pudo saber su mujer, “se retiró con un solo hombre, cerca de las 5, que los vieron caminando juntos”.Eso fue lo primero que supo Sonia, que asegura que no tenía problemas con su marido, no habían discutido y estaban juntos desde hace 10 años. Por eso descarta que Hugo haya abandonado el hogar, sospecha que confirmó cuando uno de sus hijos encontró cerca del kiosco una de las ojotas del joven. “Estaba toda rota, con la tira suelta y embarrada”. Ese hallazgo encendió el primer alerta.Como Delgado Torres es oriundo de Encarnación, su mujer no tardó en comunicarse con la familia del lado paraguayo. “Hablé con sus hermanos para ver si en una de esas estaba por allá, en la casa de algún familiar, pero ellos tampoco sabían nada y enseguida comenzaron a venir para acá, porque todos lo conocemos y sabemos que no es de desaparecer así nomás”, reveló Riveros.Mientras la familia de Hugo arribaba a Posadas, los secretos del barrio comenzaron a llegar a oídos de Sonia y aquellas sospechas fueron para ella una certeza: “en esos días comenzó a acercarse gente de la zona. Uno me aseguró que vio a esa persona que andaba con mi marido a la mañana siguiente, cerca del parquecito de Fátima. Tenía la remera ensangrentada y andaba diciendo que se había mandado una ‘macana’, que se le había ido la mano y le había ‘pegado demasiado’ a otro hombre y que después tuvo que esconder el cuerpo”.Shockeada por lo que acaba de escuchar de varias fuentes, corrió hasta la comisaría seccional Quinta y radicó una denuncia, en la que asentó todas esas declaraciones. “Hasta una persona llegó a decirme que vio cuando este tipo le pegaba a mi marido, pero ya de entrada me aclaró que a la Policía no le iba a contar nada por temor. Eso es lo que pasa, en el barrio hay mucho miedo y nadie se quiere arriesgar”, explica. Ante los trascendidos, efectivos de esa dependencia y de Investigaciones rastrillaron la zona de avenida Los Pinos y riberas del Paraná, donde la familia sospecha que pudo haber ocurrido lo peor, pero no se encontró nada.En medio de la desesperación, el 7 de enero pasado Sonia, los hermanos de Hugo y otros familiares decidieron montar su propia búsqueda y “peinaron” esa misma zona, también sin resultados. Pese a eso, sigue insistiendo.“Volví a la comisaría. En total fui como diez veces”, cuenta la mujer, que hasta llegó a ir a la Morgue Judicial hace pocas semanas, luego del hallazgo de un cuerpo. “No era él”, dice, con una extraña mezcla de sensaciones, a la espera de lo peor pero también con una pequeña luz de esperanza que la despierte de la pesadilla.Mientras el misterio continúa, Sonia pide que la investigación por la desaparición de Delgado Torres no se detenga. “Somos humildes, pero tenemos derecho a saber qué le pasó a mi marido”, reclama sobre el final, en un intento por lograr que la verdad salga a la luz y, de una vez por todas, supere al miedo.





Discussion about this post