ELDORADO. “Donde hay un niño abandonado, donde está el chico desnutrido con un contexto social de la familia que está sufriendo la extrema pobreza, ahí es donde no va a escatimar el Estado. Al que no tiene agua se le buscará el agua, a quien le falte el techo se le construirá el techo. Es decir todo lo que haga falta, pero de base la cuestión alimentaria como eje de ese niño desnutrido. Esto significará una rearticulación entre los distintos actores procurando ser eficiente la acción del Estado. Y, esa es la misión que me dio el gobernador Maurice Closs de procurar las soluciones”, manifestó el ministro de Derechos Humanos de la Provincia de Misiones y coordinador del Programa Hambre Cero, Edmundo Soria Vieta, en una conferencia de prensa.En sucesivos informes, y en el marco de un seguimiento periodístico exhaustivo del programa Hambre Cero junto a las familias más humildes de toda la provincia, PRIMERA EDICIÓN reflejó una extensa cantidad de casos en los que el programa incumple sus lineamientos básicos. En el norte, el centro y el sur de la provincia, se hallaron casos de niños desnutridos o con bajo peso, que pese a estar incluidos en el programa, continúan viviendo en la indigencia habitacional, sin servicios básicos y muchas veces sin recibir la ayuda elemental que el programa debería proveer. En este contexto, pequeños que no cuentan con agua potable, energía eléctrica, pisos, y que habitan en riesgosas condiciones socio ambientales deplorables, son exhibidos en las frías estadísticas como exitosos casos de “recuperación”.La ciudad de Eldorado, donde hay más de 200 niños en el Hambre Cero, no es la excepción. Días atrás, este diario acudió a los barrios más vulnerables del municipio, y constató directamente con las familias implicadas, incumplimientos, promesas truncas y escenarios habitacionales paupérrimos donde viven niños incluidos en el programa. Niñez en riesgo constanteDesde el Hambre Cero, expresan que “dentro del programa se efectúan cerramientos a las casas de las familias que están en mayor estado de vulnerabilidad, así como también se le realizan techos y baños instalados. Del mismo modo a través de un convenio se les ofrece la posibilidad de acceder al servicio de agua potable a las localidades en donde tenga intervención el EPRAC a las familias que pertenecen al programa nutricional”.La realidad de los beneficiarios eldoradenses marca el contrapunto entre el discurso y la práctica. Celsa Valdez (37, foto de arriba) vive con sus 5 hijos en una vivienda del barrio Parque Schwelm. Uno de ellos, Ángel (4), está en el Hambre Cero hace más de un año. La familia no tiene agua corriente en su casa y usan una letrina porque no le instalaron los sanitarios que el programa pregona. “Angel tiene hipotiroidisimo y un tumor cerebral, pesa 15 kilos, y estamos haciendo todo lo posible para que se mantenga estable, que suba de peso, pero es difícil en las condiciones que vivimos, sin un baño adecuado y con agua prestada de una manguera”, sostuvo la madre.A esta familia, como a otras, en reuniones del Hambre Cero se les prometió acceso al agua potable y baño instalado. Hasta ahora, solo eso, promesas.Mónica Fernández (33) vive en el mismo barrio junto a su marido y cuatro hijos. Sergio (10) tiene 130 centímetros de altura, y desde hace un año pesa 21 kilos. Es el mismo peso que tiene desde que ingresó al Hambre Cero. La vivienda no tiene energía eléctrica, viven a oscuras. Y de no ser por un vecino que les presta una manguera de agua potable, se verían obligados a consumir agua de pozo. Y a pesar de haber solicitado y recibido la promesa del Hambre Cero en relación a la instalación de un sanitario instalado, siguen usando letrina como única alternativa. “Sergio no mejora de su bajo peso, y tiene episodios de desmayo, y acá ni siquiera luz tenemos, no podemos cargar el celular por si hay alguna emergencia, ni podemos tener nebulizador, ni guardar los alimentos porque tenemos heladera pero sin luz ¿qué podés hacer?. Y el tema del baño, es muy insalubre vivir así, y a pesar de las promesas y de los papeles que me hicieron firmar, no nos solucionan el problema, y nosotros somos una familia muy humilde que vive de changas”, sostuvo Mónica.El 9 de octubre de 2012, cansada de promesas, Mónica le envió una carta – que exhibe, sellada por la mesa de ingreso – al propio gobernador Maurice Closs. “Le contaba que tengo un hijo en el Hambre Cero y otra hija con asma, y el más chiquito con problemas en los riñones, que necesitamos urgente luz y baño, por los chicos, pero nunca tuve respuesta”, lamenta la madre.Irineo tiene 8 años, padece bajo peso y está incluido en el Hambre Cero. Vive con sus padres y otros dos hermanitos en una precaria casilla del barrio 9 de Julio. Su, madre, Elsa Correa, cuenta que “tomamos agua de pozo porque no tenemos agua potable, muy pocos tienen acá en el barrio. Y nuestro bañito es un pozo también. Cuando llueve es agua sucia, contaminada. Mi hija menor tiene un soplo en el corazón. El médico me dijo que tenemos que mejorar las condiciones del lugar donde vivimos, pero es imposible sin ayuda. Nos habían prometido casa nueva, baño, y todo eso, pero nunca pasó nada”. Verduras, miel, aceite y frutas que no lleganAzúcar, miel, aceite, verduras, frutas y huevos, son solo algunos de los alimentos que el programa Hambre Cero anunció implementar, para todos los beneficiarios, como complemento nutricional a los kilos de leche que se entregan mensualmente. Sin embargo, constantemente encontramos casos de beneficiarios que nunca vieron ninguno de estos complementos. La promocionada Bolsa Verde, confeccionada en las ferias francas con verduras, frutas y huevos, sigue llegando de manera selectiva y discriminada, incluso existen beneficiarios que la recibieron solo un mes y nunca más.Celsa Valdez, madre incluida en el programa, reveló que “una sola vez me dejaron retirar frutas y verduras y después eso no vino nunca más. Y hay muchas madres que les pasó igual”. Por su parte, Elsa Correa, sostuvo que “nunca recibimos frutas ni verduras sólo la leche y cien pesos por mes”.En marzo del año pasado, el ministro Soria Vieta anunció que el programa Hambre Cero incluiría – a través de un convenio con apicultores locales- la entrega de miel a todas las familias beneficiadas “para aumentar el valor calórico”. En Eldorado, abunda las familias del programa que, a casi un año del anuncio, no vieron hasta ahora una sola gota de miel. Recortes y ajustesOtro aspecto que la sociedad mayoritariamente e incluso las madres de los beneficiarios desconocen es que existen muchos casos en que los incluidos en e
l programa sufren recortes o ajustes en la cuota económica que reciben. Muchos, sufren descuentos de 180 pesos a 100 y de 4 kilos a dos kilos de leche en polvo de un mes a otro. La explicación, es que una vez que los chicos están “recuperados” deben ajustarse a un régimen aún más austero cuando exhiben alguna mínima mejoría en su peso. Allí, el programa los considera “recuperados” y procede al ajuste, contradiciendo los propios objetivos del programa, ya que al recortar las cantidades económicas y alimenticias, sitúan al desnutrido en zona de riesgo nuevamente, aunque el rótulo de recuperados le sirve al gobierno no sólo para reducir el gasto, sino para obtener réditos políticos desde los números.El caso de Angel, beneficiario de 4 años del barrio Schwelm, no es el único pero es elocuente en cuanto al accionar del programa. “Mi hijo recibió una sola vez 180 pesos y la mes siguiente ya le recortaron a 100 pesos. Lo mismo con la leche, le daban 4 kilos y de pronto pasaron a darle 2 kilos por mes”, detalló su madre.“Cuando te hacen el recorte, se siente en la economía, porque todo sube y ellos te descuentan. Justo cuando los chicos empieza a repuntar, te cortan la leche y te sacan 80 pesos, es como un castigo”, lamentó otra madre. “Llegan desesperados de hambre”Rogelia Espínola (33) vive en el barrio Parque Scwelm y conoce el programa Hambre Cero desde dos perspectivas. Por un lado, es madre de una hija con bajo peso que está incluida en el mismo, y por el otro, es una de las cocineras de una de las dos “guarderías nutricionales” que el programa tiene en Eldorado, donde se contabilizaron 220 chicos desnutridos y con bajo peso, que según organizaciones sociales sería muchos más.“En el comedor acuden unos 50 chicos por día. Estamos sirviendo cuatro comidas diarias. Llegan chicos de distintos barrios, todos con bajo peso y provenientes de familias que en la mayoría de los casos tienen serios problemas económicos y de otros tipos. Los chicos llegan al comedor muertos de hambre, algunos desesperados de hambre, se nota en muchos casos esa ansiedad por comer, como si pasaran mucho tiempo sin hacerlo, sobre todo después de los fines de semana”, cuenta.Además, varios de los chicos que acuden al comedor, exhiben otros rasgos que denotan las características socio ambientales negativas en las que viven. “Estamos teniendo casos bastante especiales, como chicos que llegan con sarna y heridas al comedor”, añade Rogelia.Para la cocinera, “el Hambre Cero es un programa que ayuda mucho a las madres, que les da una posibilidad de recuperar a sus hijos, pero lamentablemente también hay mucha ignorancia, mucha pobreza, y eso hace que haya irresponsabilidad, por ejemplo hemos detectado madres que venden la leche por diez pesos”,Como madre, contó que su hija Claudia (8), “está en el programa dese que empezó, ella tiene bajo peso y es asmática. Le hacen el seguimiento regularmente, está repuntando bien”.La familia recibe del programa cien pesos mensuales y dos kilos de leche. Antes, eran 180 y cuatro kilos. Tampoco recibe la Bolsa Verde de veduras y frutas de la feria franca. “Des el programa nos prometieron el baño instalado, así que estamos a la espera”, señaló.





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