APÓSTOLES. No le hizo falta limar los barrotes o cavar un túnel para escapar. Lejos de las historias que vende el cine, aunque mucho más “práctico”, un detenido se fugó de la comisaría seccional Primera de Apóstoles después de forcejear con los policías que lo custodiaban y huir corriendo hacia la libertad.La de Jonatan Omar Da Silva (24) no fue exactamente una fuga de película, aunque su nombre quedará grabado en el “estrellato” del delito misionero como uno de los escapes más insólitos de la historia, que hasta anoche continuaba con el prófugo sin aparecer.Al cierre de esta edición, efectivos de esa dependencia y de la Unidad Regional VII buscaban al escurridizo personaje, que permanecía preso por robar una carnicería horas después de la inauguración, un episodio reflejado por PRIMERA EDICIÓN en su edición del último jueves.La increíble historia tuvo su primer capítulo el jueves 31 de enero, hace poco más de una semana. Ese día, todo era fiesta en la carnicería “El Correntino” de Hugo Sánchez, sobre avenida Brasil, en el acceso al barrio Andresito de Apóstoles.Sin embargo, poco le duró el clima de alegría por el nuevo emprendimiento al comerciante, que al intentar abrir las puertas en su segundo día de trabajo descubrió que un delincuente forzó las rejas de una ventana y se llevó una balanza, 150 pesos, un ventilador de pie y siete kilogramos de carne.“Pensé en juntar todo, cerrar e irme”, le reconoció días después a este medio Sánchez, más indignado por el escaso tiempo que el local permaneció “virgen” de los ladrones que por los elementos que le robaron. Fue justamente eso lo que hizo trascender la historia a los medios.El comerciante todavía sentía la bronca “a flor de piel” cuando desde la Policía le informaron que el principal sospechoso por el robo había “caído”. Se trataba de un tal Jonatan, implicado después de haberle vendido la balanza al dueño de un autoservicio de la zona y detenido el martes pasado por efectivos de Investigaciones de la UR-VII.El caso parecía resuelto con la detención del muchacho, que fue alojado en la comisaría seccional Primera. Parecía. Porque el jueves, después de trasladarlo al sector de esa dependencia donde funciona el sistema Biosystem -donde se registran los datos de los delincuentes para la conformación de una base de datos- Da Silva decidió que sus horas en ese lugar estaban contadas.Después del fichaje digital, mientras lo trasladaban de regreso al calabozo, el joven comenzó a forcejear con el policía que lo custodiaba. No se informó a cuántos efectivos venció en el “mano a mano”, aunque se supone que a dos. Lo cierto es que el muchacho logró neutralizar a los agentes y, para darle aún más crédito a su hazaña, escapó corriendo de la comisaría por el acceso vehicular de la misma, que “no cuenta con portón”, como se informó en el parte policial.Increíblemente, Da Silva logró tamaña proeza y, más aún, alcanzó a perderse de la vista de los uniformados, en dirección al barrio Chaquito de Apóstoles. Hasta anoche su paradero era un acertijo para los investigadores. “No tenemos explicaciones”Ante el revuelo, medios radiales de esa localidad entrevistaron al comisario mayor Daniel Montero, subjefe de la UR-VII, quien reconoció el error que permitió la fuga de Da Silva.“Falló el control, fue negligencia nuestra y no tenemos mayores explicaciones para la sociedad”, dijo el uniformado, quien más allá del insólito episodio intentó llevar calma al asegurar que “el fugado no representa un peligro para la integridad de las personas”. Para fortuna y sólo gracias al destino, el fugado no es un delincuente sexual o, por ejemplo, un peligroso homicida.De todas formas, el increíble episodio debe servir de alerta a la hora de analizar las medidas de seguridad de las comisarías misioneras.Por último, ante las sospechas de un sector de la sociedad, el funcionario dijo que descarta cualquier “connivencia” entre el personal policial y el prófugo.





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