POSADAS. Para llevar a cabo el secuestro virtual no hace falta vehículos, ni armas y ni siquiera hace falta secuestrar. Sólo se necesita tener teléfono y facilidad de palabra. Esto justamente es lo que hacen los delincuentes desde las cárceles de distintos puntos del país. En Misiones hubo numerosas víctimas de esta modalidad y lo que ahora preocupa a las autoridades policiales es que en los últimos días fue perpetrada una nueva y alarmante ola de secuestros virtuales. Al caso registrado el pasado miércoles en Jardín América, donde un hombre depositó 3 mil pesos por el supuesto rescate de su esposa, que luego se supo que no estaba privada de su libertad y que había ido de compras, se le debe sumar otro ocurrido en las últimas horas y que fue denunciado en Apóstoles. La víctima fue un hombre domiciliado en Colonia Liebig (Corrientes), a quien una voz masculina le manifestó en su línea de teléfono fijo que su padre y su tío fueron secuestrados, en ocasión de un viaje que realizaron a El Soberbio. Pero el damnificado cortó la llamada y constató el engaño al verificar que sus parientes estaban sanos y salvos. Por si fuera poco, hubo otro intento similar a un empresario de Oberá y a una mujer domiciliada en Posadas. Esta seguidilla de secuestros extorsivos virtuales pusieron nuevamente en alerta a la policía. La modalidad se inicia con la llamada de un delincuente a una víctima elegida al azar para informar sobre el supuesto secuestro de un familiar y exigiendo el pago de un rescate bajo amenaza de matar al rehén si alguien llama a la Policía. Otras veces hacen creer a la víctima que su pariente tuvo un accidente grave, le dan un número (por lo general con código de área de Buenos Aires) y lo obligan a comunicarse. De acuerdo a voceros oficiales, los delincuentes operan desde distintas cárceles del país. Consiguen un paquete de celulares y una buena cantidad de chips (generalmente clonados) para efectuar las llamadas. Estos chips van siendo intercambiados entre los aparatos, lo que dificulta que las llamadas sean rastreadas. El hombre que hace las llamadas está en constante movimiento para no ser detectado por las autoridades. Cuando la extorsión se comete desde una penitenciaria, la comunicación se efectúa de teléfonos públicos ubicados en los pabellones. Por lo general llaman en horarios de la mañana y la tarde, que es cuando algún integrante siempre falta: si es adulto, porque está trabajando; si es menor, está estudiando. Luego los malandras exigen que el pago de dinero se realice en pocas horas e insisten a las víctimas que no digan nada a la Policía. Los pagos se realizan ya sea por depósito o giro postal o si los presos tienen cómplices fuera de la cárcel los envian a cobrar en un sitio "neutral": como ser un bar, una esquina o un descampado. Algunos consejos Desde la Policía recomendaron a la comunidad que no brinden ningún dato o información a la persona que lo está llamando, de ningún tema y menos sobre familiares que estuvieran ausentes en ese momento. Pida un teléfono de contacto de la presunta empresa desde la cual le están llamando para poder chequear la información. Esté atento ya que, generalmente, estas personas se hacen pasar por policías, inspectores municipales o médicos. Si el llamado procede desde un teléfono público ubicado en la cárcel, esta circunstancia le será informada por un mensaje automático previo. Rechace la comunicación. No llene cupones con datos telefónicos a desconocidos: ya sea en comercios, cines, boliches o en la calle. No agendar en los celulares números con la palabra "mami" o "papi". Ponga nombres y evitará problemas en caso de que extravíe o le roben el celular. Si recibe un llamado extorsivo corte la llamada, tenga presente que en caso de accidentes la Policía informa personalmente. Mantenga la calma y comuníquese rápidamente al 911 (emergencia policial). Contáctese con el familiar que no está en la casa y que supuestamente está "secuestrado".





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