POSADAS. El 10 de enero último el matrimonio Romero cumplió sus Bodas de Diamante y la alegoría no es ninguna una casualidad, ya que se trata de una piedra preciosa irrompible, sin dudas el mejor símbolo para las personas que han llegado a los sesenta años de amor en pareja.La historia de ambos comienza una noche de San Juan, en la Posadas de 1947. Sin conocer todavía al joven Aníbal Romero, Clotilde Barrios, una muchacha de 18 años proveniente del campo, supo -por las pruebas- que se iban a casar…“El encuentro se produce semanas después, una amiga me lo muestra mientras él va paseando por la calle”, rememoró China (como le gusta que la llamen), mientras que juntos y tomados de la mano, mirándose, como si todavía tuvieran 18; recibieron a PRIMERA EDICIÓN en la comodidad de la casa que habitan desde hace más de cuarenta años. “Mamá y unos seis hermanos nos vinimos a Posadas a estudiar. No conocíamos el cine, el baile, ni nada. De la escuela Normal a casa y así. Nuestros nombres salieron en la prueba de San Juan, que consistía en poner los nombres de las muchachas y los muchachos en una lista y ahí se hacían las preguntas al santo. Cuando le preguntaron si Clotilde se iba a casar, obviamente la respuesta fue “sí”, y entonces surgió el nombre de él. Eso sucedió un 23 de junio de 1947. En agosto de ese año nos empezamos a hacer amigos porque una amiga nos hizo el enlace. Yo todavía la estoy siguiendo porque me metió en este lío”, sonrió Aníbal con gran picardía.“Estuvimos cinco años de novios, y hace sesenta que nos casamos”, apunta Clotilde con voz enérgica.“A los tres o cuatro meses de conocernos él me preguntó si me podía tutear. Le dije que no. De ninguna manera, no nos tuteábamos y ya nos estábamos conociendo, pero obviamente que no como se conocen ahora…”, suspira la mujer. En febrero de 1948 Aníbal partía a estudiar a Buenos Aires para incorporarse al Ejército y Clotilde se “escapó” de su casa en el campo diciendo que venía a la Capital para hacerse atender por un dentista.“Fui a despedirlo. Esa noche, en la estación de trenes, me pidió un beso y yo no se lo pude dar”, cuenta ella. “Todavía me lo está debiendo”, apunta él y vuelve esa mirada de amor. “Ni bien llegó a Buenos Aires me escribió una carta que termina con un glorioso ‘todavía estoy esperando el beso que te pedí aquella noche de despedida’. Yo tenía escondida la carta, que mamá no se entere (sonríe); pues un día mamá me pescó, yo leía y releía esa carta y un día me pescó. Me reprochó por años lo que hice”, rememoró. “Esta tarde le estuve contando a él (mira a Aníbal) y esas cosas eran las vivencias de antes…”.Clotilde reconoció en la amena charla que mantuvo con este diario, para recordar sus seis décadas de matrimonio, que “me moría de vergüenza cuando me pidió el beso. Algo que no se podía en esa época, era un escándalo, una falta de respeto”, contó. “Para los jóvenes de hoy todo esto es una novedad, pero así eran los noviazgos de antes”, apuntaron.Reconfirmación del matrimonioComo sesenta años de matrimonio no se “cumplen todos los días”, como dice la pareja, el sábado pasado fueron agasajados por su familia en una estancia en Candelaria, donde antes del almuerzo se celebró una emotiva misa para re-confirmar el matrimonio. Sin dudas, un ejemplo de amor. Momentos gloriosos “Todos nuestros años de matrimonio han sido muy buenos. Prácticamente si hubo algo negativo, ni lo recordamos”, contestó don Aníbal a la pregunta sobre si pasaron etapas difíciles durante la larguísima convivencia.“Nosotros nunca nos levantamos siquiera la voz. Nunca nos faltamos el respeto el uno al otro. Esta es nuestra vida. Nunca establecimos por ejemplo que no se dicen malas palabras en casa, pero aquí no se las dice. Es una forma de vida que inclusive les transmitimos a nuestro hijos y nietos”, contó Clotilde.“Nuestros hijos nunca nos escucharon discutir y tratamos siempre de vivir en paz. No tenemos ni tuvimos vicios y cuando salíamos lo hacíamos todos juntos. Nosotros y nuestros tres hijos. Los llevábamos a todas partes y compartían todo lo nuestro”.Para la pareja, que tiene siete nietos, de quienes se muestran muy orgullosos, la clave para amarse y vivir en armonía sesenta años es el amor y el respeto.“Nuestro amor es algo que actualmente no se ve. El buen trato, la suavidad que tiene mi marido es única. No hay otra persona que pueda ser igual, porque cuando lo hicieron rompieron el molde”, ríe Clotilde.





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