El juez de Instrucción 3 de Puerto Iguazú, Martín Brites, firmó la prisión preventiva por el delito de “femicidio” para el hombre de 45 años acusado de asesinar a la enfermera Irene Elvira Medina (61), el pasado viernes 26 de septiembre en el barrio Villa Nueva de Puerto Esperanza, señaló un vocero del caso.
Tal como publicó PRIMERA EDICIÓN, la investigación policial se activó tras la denuncia que radicó la hija de la víctima. La joven, de 21 años, alertó a las autoridades que su madre salió ese mismo viernes cerca de las 15 con destino a su trabajo y, desde entonces, no la volvió a contactar, pese a que le envió mensajes y la llamó.
La Policía activó la búsqueda y las primeras pistas surgieron de entrevistas con vecinos, que guiaron a los investigadores hasta el domicilio laboral de Medina en el mismo sector de la ciudad donde residía, el barrio Villa Nueva de Puerto Iguazú, donde oficiaba de cuidadora.
Una vez en el lugar, alrededor de las 22, fueron atendidos por un hombre, hijo del dueño de casa, quien desde el primer momento levantó sospechas por su nerviosismo: los oficiales advirtieron que presentaba evidentes rasguños en el rostro, un indicio que apuntaba a una posible confrontación física.
Los efectivos procedieron a inspeccionar la propiedad. Fue en un baldío lindante donde los agentes hallaron el cadáver de la mujer. Estaba boca abajo al lado de una torre de agua.
Los forenses, mediante la autopsia, establecieron que el cuerpo de la víctima presentaba “traumatismos graves en el rostro, con fractura de huesos que incluyeron la parte frontal de la calota craneal”. Pero lo que provocó su deceso fue la “rotura de vértebras cervicales”, todo producto de una golpiza.
Consumo de “varios días”
Durante la indagatoria ante el juez Brites, el acusado habría afirmado que ese viernes “consumió crack”, que lo venía haciendo desde hacía 72 horas e incluso no había comido. Dijo que “escuchó que los perros ladraban dentro de la casa, y seguro que era ella (por Medina), pero que no vio cuando salió, que estaba en su pieza consumiendo”.
Aseguró que “no sabía el nombre de la mujer y que ella trabajaba de lunes a sábado en la casa”. Con respecto a las marcas similares a rasguños que tenía en el rostro, dijo que “no se acuerda y no sabe quién o cómo se las produjo”.
Ante la pregunta directa si sabe quién mató a la mujer, respondió que “no” y que tampoco sabe quién llevó el cuerpo al lugar donde lo hallaron.
Por último dijo que “sí recordó haber ordenado los trofeos en la casa (uno tenía manchas que serían de sangre) pero que eso fue por la mañana del día del hecho”.





