El Programa de Sanidad Escolar (ProSaME) cerró su ciclo 2025 con cifras que marcan un salto cuantitativo y cualitativo en la cobertura de salud pública dentro de las instituciones educativas de la provincia. Durante el acto de cierre, realizado en el Ministerio de Educación, el doctor Guillermo Rolón, referente del programa, desglosó los resultados de un año de trabajo intenso que comenzó en marzo y que logró expandir significativamente el alcance territorial respecto al período anterior.
La estrategia de articular salud y educación permitió evaluar a un total de 14.088 alumnos, un incremento notable frente a los 9.000 alcanzados el año pasado. El despliegue abarcó 452 escuelas, superando las 250 del ciclo previo. “Para nosotros es importante el número, pero sobre todo recalcar lo importante de trabajar en vínculo con educación”, destacó Rolón, enfatizando que el objetivo central es mantener a la población en edad escolar sana y monitoreada.
El operativo se centró, como es habitual, en los ingresos a primer grado y en los alumnos de sexto grado, aunque este año se extendió a otros niveles pero aún en casos aislados. Los equipos técnicos de las seis zonas sanitarias y el nivel central realizaron controles visuales, auditivos, bucales y clínicos.
“Lo que queremos es, justamente a partir del ingreso escolar, que dejan de concurrir a los centros de salud, no perderlos en ese control pediátrico”, explicó el funcionario, subrayando el rol de la escuela como espacio de captación sanitaria.
Patologías frecuentes y nutrición
A pesar de que la población escolar se considera “relativamente sana”, el tamizaje reveló problemáticas persistentes. La salud oral encabeza la lista de preocupaciones. “Lamentablemente la patología bucal sigue siendo la más frecuente. Este año tenemos más de 1.900 derivaciones de esos 14.000 chicos”, detalló Rolón.
En tanto, el responsable del Departamento de Odontología de Salud Pública, Luis Triadani, adelantó que planean focalizar la atención de los niños derivados por el ProSaME en algunos centros de atención “la idea es facilitar el acceso a la atención odontológica de los niños en estos centros específicos”. El odontólogo señaló que inciden en la mala salud bucal la alimentación rica en azúcares, la mala higiene bucal y la falta de fluoración del agua.
En segundo lugar, se ubican los trastornos nutricionales, específicamente el sobrepeso y la obesidad, que afectan al 17% de los niños evaluados (10% sobrepeso, 7% obesidad y 2% en riesgo de bajo peso). Si bien es una cifra alta, representa una leve mejora respecto al año anterior. “El año pasado fue un 22%. Igual es poquita la diferencia. Para mí son números importantes, pero la patología sigue predominando”, analizó el doctor, poniendo en relieve la necesidad de mantener las políticas de alimentación saludable y actividad física.
Por su parte, la responsable de Nutrición Escolar explicó que “los datos de sobrepeso y obesidad son de niños con desnutrición oculta, recordemos que el programa provincial llega a niños de primero y sexto grado, es decir de 6 y 11 años aproximadamente, por lo que es importante revertir estos factores de riesgo que traen de la mano una gran cantidad de enfermedades no transmisibles”.
El desafío de la inmunización
Uno de los ejes críticos del 2025 fue el calendario de vacunación, en un contexto de alertas nacionales por sarampión y la necesidad de reforzar la inmunidad pospandemia. El trabajo conjunto con docentes para la revisión de las libretas de salud fue fundamental. Según los datos aportados, más del 90% de los alumnos llevó su carnet y de ese modo se detectó que un 16% (alrededor de unos 1.800 chicos) tenía esquemas incompletos, por lo que el equipo de promotores procedió a la vacunación.
Ante esta realidad, el programa actuó in situ. “De ese 16% llegamos a hacer 1.600 vacunas. O sea, el ProSaME lo que hace es completar calendarios de vacunación y no dejar pasar, y lo hacemos en la misma escuela”, afirmó Rolón. El énfasis estuvo puesto en la triple viral (sarampión, rubéola y paperas) para los ingresantes a primaria, y en la vacuna contra la fiebre amarilla y refuerzos contra la tos convulsa para los chicos de 11 años. “Tenemos que unirnos a los padres y trabajar en equipo”, agregó, solicitando el apoyo continuo de las familias para autorizar estas aplicaciones.

Calidad en la detección y nuevas alertas
Un dato paradójico pero positivo surgió al analizar las derivaciones a especialistas. A pesar de haber evaluado 5.000 niños más que el año anterior, la cantidad total de derivaciones disminuyó a 4.585.
Según Rolón, esto no se debe a que se ignoren problemas, sino a una mayor capacitación de los médicos generalistas y enfermeros que realizan el primer control.
“Hemos mejorado la calidad de nuestra derivación”, sostuvo el profesional, citando el trabajo con oftalmólogos pediátricos que entrenaron al equipo para evitar falsos positivos. “A veces hacíamos no correctamente nosotros la derivación (…) ahora nos motivamos a estar capacitados para que nuestro equipo pueda detectar cosas realmente importantes o reales”.
Más problemas de lenguaje
Sin embargo, surgió una nueva luz de alerta en el área de fonoaudiología. Se detectaron problemas de lenguaje, tartamudez y dislalias en edades avanzadas, incluso en sexto grado.
“Nos llamó la atención que chicos de sexto grado tengan estas dificultades. Sabemos que si habla mal, va a escribir mal y va a ser más lento el aprendizaje”, advirtió el médico, marcando un punto de atención para el próximo ciclo lectivo.





