Natalia Moyano
Contadora con corazón de escritora
IG: @marianataliamoyano
En algún momento de nuestra vida dijimos: “Hasta acá”, a alguna situación que no nos hacía bien, que nos dejaba vacíos, pero por alguna razón, más adelante, se vuelve a repetir. Cuando dijimos “hasta acá” y nos alejamos de aquella relación que nos hacía daño, o dejamos ese trabajo que no nos gustaba, pero prometía seguridad, o dejamos esa carrera que se suponía debíamos seguirla; fue un acto de valentía y de amor propio.
Sin embargo, a veces pasa, que volvemos a caer sin darnos cuenta, en una situación similar, con otra persona, con otro trabajo.
Sentimos esa sensación de vacío, de no haber aprendido nada, pero no es así, no estamos en el mismo lugar, ahora nos damos cuenta, podemos detectarlo y tenemos las herramientas para no volver a repetirlo.
Ahora estamos en condiciones de decir “hasta acá” de una manera profunda, pacífica y definitiva.
“Hasta acá” es elegir qué es lo que ya no queremos más y dirigir nuestra energía a lo que elegimos para nosotros.
Es dejar de quedarnos en una situación por miedo a que luego no tengamos nada.
Es dejar de contentarnos con migajas aceptando lo que ya no nos llena. Es aprender a ver la realidad sin esperar a que más adelante todo sea diferente y se ajuste a lo que soñamos.
Es aprender a confiar en nosotros, en que estaremos bien, no necesitamos aferrarnos a nada.
Es darnos cuenta que somos suficientes y merecedores de aquello que nos gustaría vivir.
“Hasta acá” implica bucear en nuestro interior, ver nuestra herida no sanada, escuchar a nuestro niño o niña interior, y entender que el dolor de ayer no lo sanamos repitiendo, lo sanamos aceptando y perdonando lo que alguna vez nos dañó.
Hoy podemos elegir qué momentos queremos vivir. Como dijo una vez Sebastian Darpa: “Somos hijos de nuestro pasado, pero padres de nuestro futuro”.








