Anahí Fleck
Magister en Neuropsicología. 0376-154-385152
La propiocepción es un sentido encargado de dos funciones concretas:
1. Medir la posición de las partes de nuestro cuerpo relativas unas a otras. Es por esto que somos capaces de, con los ojos cerrados, tocar nuestra nariz con nuestra mano sin “equivocarnos”: sabemos dónde está nuestra nariz en relación con nuestra mano y,
2. Estimar cuánta fuerza estamos haciendo o vamos a hacer al manipular algún objeto en nuestro entorno. Es por esto que, por ejemplo, si alguien está cargando una mochila pesada, pero de una forma que la hace parecer liviana, al recibir esa mochila de parte de esa persona nuestros músculos no se encontrarán “calibrados” para sostener ese peso, y tenderemos a tambalearnos o dejarla caer (al menos unos centímetros).
Medir la posición del cuerpo permite conocer efectivamente dónde está cada parte de nosotros, los traumas que devienen en amputaciones de uno de los dos miembros, por ejemplo, pueden distorsionar este sentido con el síndrome de la mano fantasma. Por su parte y tal vez más contundente la propiocepción desde el punto de vista de la fuerza que aplicamos y su regulación, se divide en dos variables, la que nosotros ejercemos según lo que sentimos (factores internos) y la que nosotros imprimimos por lo que atribuimos a percepciones fuera de nosotros (factores externos).
Entonces, por ejemplo. cuando sostenemos presión prolongada contra dos objetos y se fatigan los receptores propioceptivos musculares que ejercen dicha presión, la percepción del esfuerzo se distorsiona, al aflojar lentamente, el SNC fatigado no distingue plenamente parar de presionar y sin querer ni saber, seguimos aplicando fuerza. Lo cual nos hace creer que hay algo que mantiene unido dichos objetos.
Las aferencias subestimadas (señales sensoriales que van desde los receptores p. ej. Husos o fibras musculares, receptores de tensión, hacia la médula y el cerebro) engañan al sistema sensorial, dando la sensación de que los objetos «están pegados».
Tanto el factor ambiental interno como el externo evocan a las teorías de atribución causal (1) que tratará de explicar porqué se siete que dichos objetos están pegados, ¿están imantados, se unieron?
El sentido de propiocepción se desarrolla y entrena todos los días, sin embargo, cuando éste se sobre estimula a nivel motriz, corregulado por el SNC mediante las señales aferentes y eferentes, es posible que la respuesta del sistema nervioso central tome vías alternativas para explicar por qué seguimos haciendo fuerza, a pesar de haber dado la orden de relajar.
No solamente somos un cuerpo, además tenemos esa parte espiritual, emocional y sensitiva que nos interpela permanentemente en el habitar el mundo. Por supuesto que en Ecosanación citamos a la propiocepción como uno de los sentidos que evocan lo subjetivo y que va más allá de lo que hace un músculo, se trata de cuánto invertimos en cada segmento de la vida que llevamos adelante y si somos o no sensibles ante los estímulos de seguir o parar.
Aun así, desórdenes en la propiocepción nos conducen a la antesala que compromete la corrección online de movimientos, la percepción del esfuerzo y la sensación de pertenencia corporal; su alteración produce tanto problemas motores (ataxia, pérdida de precisión) como problemas cognitivos/psicológicos (atribuciones erróneas, negación de déficits, dolor mantenido).
En Ecosanación proponemos que cada sentido incorporado bajo trauma puede derivar en lo que hoy en día se denominan trastornos neuropsicológicos. Los sentidos fueron evolucionando conforme nos integrábamos en la naturaleza, ¿será acaso esa la manera de volver a calibrarlos?
Vías para recalibrar la propiocepción
• Entrenamiento o talleres, para comprender la lógica de atribución, ayuda a desarmar interpretaciones mágicas y devolver la agencia (“no son imanes, es fatiga propioceptiva” lo que equivale a estar haciendo fuerza por largos períodos de tiempo, sin pausa y/o descanso).
• En clínica (para tener en cuenta) , fallos en la monitorización corporal (p. ej., por lesión somatosensorial, anosognosia) favorecen atribuciones externas y construcciones erróneas del propio estado.
• Aportar información contextual (demostrar que los objetos no son magnéticos), y repetir experiencias correctivas para recalibrar atribuciones.
1-Arturo Torres. (2017). Teorías de la atribución causal: definición y autores. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/teorias-atribucion








