Nancy Calderón
Coach The John C. Maxwell
Whatsapp 3764293817
El final del año es un momento ideal para detenernos y revisar cómo llegamos hasta aquí. No se trata de hacer balances perfectos ni de castigarnos por lo que no salió como esperábamos. Se trata de observar con conciencia, reconocer lo valioso, aprender de lo difícil y preparar nuestra energía para lo que viene.
Cerrar un año de manera saludable implica dos movimientos internos. El primero es valorar lo positivo. Muchas veces minimizamos nuestros logros porque no fueron grandes. Sin embargo, cada avance cuenta. Haber sostenido una rutina, haber resuelto un conflicto, haber pedido ayuda o haber dado un paso incómodo también son señales de crecimiento.
Lo segundo es entender que lo que no resultó no es una pérdida total. Cada experiencia contiene un dato, una lección o un límite que necesitábamos ver. Desde la conciencia, dejamos de repetir lo mismo y creamos nuevas posibilidades.
Te comparto dos herramientas simples para preparar tu mente hacia un cierre consciente y un nuevo comienzo.
1. Revisión honesta de tres momentos del año
Tomá papel y dividilo en tres partes. En la primera escribí “Lo que hice bien”, en la segunda “Lo que aprendí”, y en la tercera “Lo que dejo ir”. En la primera sección anotá logros y pequeñas acciones valiosas. En la segunda escribí aprendizajes surgidos de desafíos. En la tercera dejá por escrito hábitos, miedos o situaciones que ya no querés repetir. Esta práctica ordena la mente y limpia el ruido emocional.
2. Plan de enfoque para los primeros 30 días del año
Elegí dos hábitos simples que quieras sostener durante el primer mes. No busques perfección, solo constancia. Puede ser caminar todos los días diez minutos, organizar tus mañanas la noche anterior, tomar más agua o dedicarte cinco minutos de respiración consciente antes de comenzar tus actividades. Sostener pequeños actos consistentes genera claridad, orden y energía para tomar decisiones más conscientes.
Prepararte mentalmente para cerrar el año no es un proceso complejo. Es un ejercicio de responsabilidad interna. Al reconocer lo vivido sin juicio, podés avanzar con más serenidad y enfocarte en crear un año donde tus acciones estén alineadas con lo que realmente querés construir.








