La morosidad en el pago de la energía eléctrica se convirtió en un termómetro del deterioro económico que golpea a los hogares misioneros. Las cooperativas del interior -responsables de abastecer a miles de usuarios- registran en los últimos meses un salto inédito en los atrasos y en la cantidad de cortes por falta de pago. Así lo confirmó Ángel Kuzuka, presidente de la Federación de Cooperativas Eléctricas de Misiones (FECEM), quien trazó un panorama preocupante: “Se duplicaron los casos de morosidad; lo vemos en la cantidad de cortes que debemos realizar cada mes”, afirmó.
El fenómeno no es aislado. En un país donde el costo de los servicios públicos aumentó muy por encima de los salarios, la energía se volvió un gasto que muchas familias ya no pueden afrontar en tiempo y forma. Según estudios nacionales, el peso de la canasta de servicios básicos creció más de 500% real en dos años, obligando a millones de usuarios a priorizar alimentos y alquiler por encima de las facturas.
En Misiones, las cooperativas detectan ese impacto de manera directa: “No miramos tanto los datos en dinero, sino el porcentaje de usuarios con inconvenientes para hacer el pago. Y eso varía según la zona. Si antes en una localidad hacíamos 40 cortes, ahora tenemos que ir a 80 o 90; se duplicó la morosidad”, detalló Kuzuka. Las cuadrillas que recorren pueblos y barrios para reconectar suministros conocen mejor que nadie el pulso de la crisis.
La nueva conducta de pago también muestra el deterioro del bolsillo. Lo que antes era una obligación mensual dentro de los primeros días, ahora se dilata durante semanas. “El vencimiento siempre es el 5 o el 10, pero la gente paga el 15, el 20 o el 25, según va juntando plata”.
“Se estiró la cadena de pagos, y cuando no llegan, se genera morosidad que tampoco podemos sostener”, explicó el dirigente. La mayoría de las cooperativas aplica cortes cuando se acumulan dos facturas vencidas, un criterio que se volvió cada vez más frecuente.
Cooperativas en dificultades
La situación, además, no solo afecta a los usuarios. Las cooperativas -que funcionan con recursos propios y sin subsidios directos- enfrentan mayores dificultades para cumplir con sus compromisos mensuales con Energía de Misiones (EMSA). “La mayoría está pagando con dificultad”, reconoció Kuzuka. Con ingresos que entran tarde y de manera irregular, muchas entidades deben reprogramar pagos, acumular deudas temporales o ajustar su funcionamiento interno para sostener la prestación del servicio.
A nivel nacional, el problema se repite en prácticamente todas las jurisdicciones. Las distribuidoras eléctricas registran incrementos sostenidos en la mora y una caída generalizada en la cobrabilidad. En algunas provincias, la morosidad supera el 40% entre los hogares de ingresos bajos y medios.
La eliminación progresiva de subsidios, sumada a una inflación que erosionó el poder adquisitivo, empuja a los usuarios a postergar facturas, solicitar planes de pago o directamente enfrentar cortes del servicio.
En Misiones, las cooperativas cumplen un rol clave: llegan a zonas rurales donde no operan empresas privadas ni grandes distribuidoras, y dependen del pago de cada usuario para sostener su infraestructura. Con costos en alza, menor capacidad de inversión y dificultades crecientes para afrontar gastos operativos, la morosidad se vuelve un riesgo sistémico.
El panorama, según la FECEM, obliga a encender alertas. Las entidades trabajan en mecanismos para evitar que la situación derive en un proceso de insolvencia generalizada, pero advierten que el problema es estructural: si la economía no mejora, si los salarios no acompañan el costo de vida y si la energía sigue encareciéndose, la tensión entre usuarios endeudados y cooperativas desfinanciadas será cada vez mayor.
Por ahora, los números hablan solos: más retrasos, más cortes de suministro, más familias estirando al máximo el pago de la luz. Un reflejo claro de la crisis que se vive en la provincia y en todo el país.





