A Alejandro Ángel Oviedo (38) el fanatismo por Lionel Messi le sale por los poros. Habla de su ídolo y se emociona. Y en su casa de Villa Urquiza atesora una colección de botines de los que el rosarino fue utilizando durante su carrera, algunos de los cuales consiguió en Argentina mientras que otros llegaron del exterior a través de plataformas digitales. “En su mayoría son botines de fútbol 5 -aunque tengo dos de cancha grande- que utilizo cada vez que juego con mis amigos. También tengo una imitación del trofeo de la Copa del Mundo y un cuadro, tallado a mano, que me regaló mi esposa, Camila. A eso agrego todo lo que puedo ir encontrando como revistas, canilleras, recortes, muñecos Pop con y sin copa del mundo, estampitas, medias, latas de cerveza, vasos, camisetas originales y réplicas, que tienen que ver con él y con los clubes donde estuvo (Barcelona, PSG, Inter Miami)”, manifestó, quien en el celular guarda fotografías y videos del futbolista desde que arrancó su carrera hasta la actualidad.

Contó que esta pasión y admiración se profundizó en 2006. “Era seguidor de Boca Juniors pero, después, me volví fanático de Messi. Empecé a ver todos los partidos en el horario que fuera y aunque sé que no es lo correcto puedo decir que inclusive lo hice en horario laboral -mi jefe Martín entiende el fanatismo, trabajo en el mismo lugar hace varios años-. El día que arribaron a Argentina tras ganar la copa del mundo, los acompañé mirando la tele hasta las 5, cuando llegaron a la AFA, y me fui a trabajar”.

Admitió que se sintió atraído “por su forma de jugar, sumado a la humildad que lo caracteriza. Fue un distinto siempre, hasta el día de hoy no vi -y eso que miré videos- que alguien jugara de la misma forma. La manera de moverse en la cancha y su forma de ser afuera, no tienen comparación, sobre todo a la hora de tratar con fanáticos, locos como yo”.
De acuerdo a su visión, “es, por lejos, el mejor. Creo que, en números, en goles y en la forma de jugar, superó a Maradona. Siempre discuto sobre eso con fanáticos de Diego, a quien no vi jugar mucho, pero observé videos y comparé, más allá que el de ahora es un fútbol totalmente diferente al de aquel momento”. Además, “Leo consiguió que la gente que hace dos o tres años no lo amaba, hoy lo idolatré más que a otros que lo estuvieron siguiendo por años. Siempre digo que cada cual tiene su fanatismo y su elección y la entiendo, pero desde mi punto de vista no tengo comparativa con Maradona ni con otros jugadores”, insistió quien es apodado “Messi” o “Ale Messi” que es algo que “me produce vergüenza, pero también entiendo que el fanatismo que tengo me sale por los poros”.

Nacido, criado y residente en Villa Urquiza, indicó que en las calles de ese barrio aprendió a patear la pelota, jugaba en la cancha de Brown “cuando nos permitían entrar”, en la plaza Urquiza “cuando te permitían jugar”, inclusive, en el salón parroquial de la Iglesia Inmaculada Concepción, “de delantero o media punta, siempre con mi grupo de amigos. No tengo el 10% del talento de Messi, pero me encanta este deporte y todo tiene que ver con él”.
Aseguró que, si Messi se enterara de esta movida, “sería una locura. Con solo pensarlo, el pulso se acelera. Siempre trato de subir alguna foto al Instagram y etiquetarlo para ver si le llega. Si eso pasa algún día, me quedaría sin palabras, porque sería una cosa de locos. Siempre está la intención, pero mi fanatismo lo guardo para mí, para mi familia, mis amigos, que son los que me incentivan”.

“Que viera una historia del Instagram, sería lo máximo que podría pasar, me tiembla el cuerpo con el solo hecho de pensarlo”, dijo quien está empeñado en “conseguir una réplica del balón de oro, que me falta en la colección”.
Camila comentó que llevaban diez meses de casados y que era condición que en la boda hubiera algún detalle de “La pulga”. Así, el muñequito de torta estuvo “luqueado” con camiseta y pelota. Lo apoyo. Soy feliz por él y tengo un santuario en el dormitorio”, celebró. “Es algo sano, no es algo que interfiera en su vida, en el matrimonio ni en nuestra economía. Es un disfrute. Cuando le gusta algo, lo incentivo a que se compre. Gracias a Dios se puede todavía. Lo conozco de toda la vida y siempre fue así”, valoró.









