Un equipo de residentes y profesionales del hospital Carrillo de Posadas trabaja en un proyecto de recuperación de testimonios y documentación administrativa para conformar un Archivo Histórico de salud mental de ese centro asistencial, con el objetivo de reconstruir la historia institucional del hospital y del abordaje de la salud mental en la provincia.
La iniciativa está a cargo del Colectivo Memoria y Salud Mental Misiones (MeSaMM), que trabaja en el relevamiento y recuperación de documentos, relatos y biografías de trabajadores que pasaron por el hospital entre 1960 y 1990.
A partir de entrevistas y de la recopilación de archivos administrativos, como decretos, documentos internos e historias clínicas, buscan conocer más sobre su rol y espacio de trabajo en la provincia.
Melany Medina Litter, coordinadora general del proyecto, dialogó con PRIMERA EDICIÓN sobre el complejo proceso de construcción de este archivo, que ya lleva casi cinco años de trabajo y capacitación, una convocatoria de financiamiento internacional ganada y muchas “manos amigas” involucradas para hacen posible el objetivo.
Reconstruir la historia
El proyecto de construcción del Archivo Histórico inició en 2021, para responder a lo que, en primera instancia, parecía una necesidad de las Residencias Interdisciplinarias de Salud Mental Comunitaria (RISaMC) que se desarrollan en el hospital Carrillo. “Nos encontrábamos con que muchas veces se acercaban estudiantes a preguntar por la historia del hospital, en qué año se fundó, en qué año empezó la residencia”, recordó Medina Litter.
Hasta entonces, las respuestas provenían de lo dicho, de lo contado. La historia institucional del hospital vivía en la oralidad y en el recuerdo de quienes habían pasado por allí. Sin archivos escritos, sin documentos.
“¿Cómo empezó esto? ¿Cuándo? Eran preguntas simples pero que tenían signos de pregunta gigantes y que nosotros decíamos: ‘No puede ser’, no tenemos un espacio donde la gente pueda leer de qué se trata el hospital y quiénes somos nosotros”, aseguró la coordinadora.
Esos interrogantes dieron lugar al interés común. Y ese interés común a varias reuniones de quienes más adelante conformarían el Colectivo MeSaMM, un grupo conformado para reconstruir la historia del hospital. Según la psicóloga, “desde la residencia siempre hay proyectos, hay ideas, decimos que por la cuestión formativa es como el pulmón del hospital”.
Voces y entrevistas
El primer paso que tomó el grupo fue el de realizar entrevistas a los principales referentes que habían trabajado en el hospital, en distintos roles y áreas. “Esos testimonios fueron importantes. Avanzamos con varias entrevistas y tuvimos la oportunidad de charlar con el doctor Hernández, que fue director del hospital en los años 70, una década muy importante a nivel institucional”, detalló Medina Litter.
En esta instancia, el trabajo conjunto con la Facultad de Humanidades de la UNaM les permitió dar un encuadre académico a esos testimonios. Esas narraciones permitieron reconstruir en parte la modalidad de trabajo y las experiencias de los trabajadores, pero no fueron suficiente para alcanzar la meta que perseguía el equipo.
“Algún que otro dato faltaba corroborar, o muchas veces en las entrevistas orales falta un poco de precisión por cuestiones subjetivas, por como una persona recuerda su experiencia”, explicó la coordinadora.
La búsqueda entonces derivó hacia la documentación del hospital, el archivo administrativo “que respalde todo lo que nos estaban contando, que era la pata que faltaba para complementar este trabajo de investigación y de construcción de la historia de nuestro hospital”, definió Medina Litter.

Datos y archivo
En la segunda etapa los desafíos se incrementaron, ya que el archivo administrativo del hospital no existía como tal: estaba disperso en varios lugares, expuesto a suciedad y otros agentes del ambiente que comenzaron a deteriorar el papel, principal material de soporte de los registros.
“Las historias clínicas, toda la documentación sin uso administrativo, que se conserva por su valor informativo, testimonial y cultural, era información que estaba distribuida en distintos sectores del hospital, que no tenía una estructura lógica, no estaba organizada ni clasificada y tampoco resguardada bajo las condiciones necesarias en términos archivísticos”, aseguró Medina Litter.
Y el volumen del material hallado tampoco era menor: hoy lo calculan en aproximadamente 8.000 carpetas, solamente de historias clínicas del periodo 1960-1990.
Además de la recolección y la organización de ese material, era necesario un espacio para resguardarlo, que finalmente cedió el hospital y fue acondicionado especialmente para la puesta en marcha del Archivo Histórico.
Allí trabajan en la limpieza, identificación y primera clasificación de los documentos. Para llevar adelante la tarea se capacitaron en el tratamiento técnico de documentos en soporte papel y, en junio, en procesos de limpieza mecánica, a través de brochas y gomas de borrar que remueven la suciedad superficial respetando la integridad del material.
“Para poder manipular la documentación hay que ponerse un traje, proteger la piel, hay que usar elementos específicos. Es un procedimiento muy particular y cuidadoso”, comentó la coordinadora, atendiendo a la importancia histórica del archivo como una herramienta para la investigación y el resguardo de la memoria del hospital, pero también de la provincia.

Memoria y compromiso profesional
Como el hospital Carrillo a lo largo de las décadas no solo cambió de nombre, también de función sociosanitaria, la iniciativa de recopilar y organizar su archivo de salud mental se convirtió en el desafío de reconstruir la historia institucional del hospital, con sus cambios atados a las transformaciones de los paradigmas médicos y sociales.
Eso explica que, para Medina Litter, el proyecto no tiene que ver únicamente con reconstruir una línea de tiempo, sino con “saber qué pasó antes para pensar cómo construimos nuestras prácticas hoy”. “Para mí este proyecto significa un compromiso ético con nuestra profesión y con el rol que asumimos como cuidadores de la salud”, aseveró.
Actualmente, 7 residentes trabajan en el proyecto, acompañados por profesionales y jefes de área. “La experiencia de formarse en salud pública, en salud mental en el Carrillo es extraordinaria, más allá de que quizás uno se encuentra con un choque de realidad. Ves cosas muy difíciles en la práctica, pero esa mirada cercana a la atención integral, humana, de calidad y ligada a la concreción de los derechos humanos te motoriza como profesional a replantearte muchas cuestiones”, cerró la especialista.

Con enfoque comunitario
Uno de los hallazgos más importantes que aportó el trabajo de investigación de este proyecto fue la información sobre la profunda transformación que atravesó el hospital Carrillo y el sistema de abordaje de salud mental en el país entre 1970 y 1975.
Primero, encontraron que a principios de esa década se produce una mudanza importante de entre 200 y 300 pacientes que son trasladados al hospital.
“A partir de la búsqueda de los documentos encontramos que se había creado una unidad médica entera que trabajaba en conjunto con el doctor Rivarola (referente a nivel nacional en salud mental), estaba a cargo del director Hernández”, detalló Medina Litter.
A través de ese dispositivo, lograron externar a más de 100 pacientes trabajando en articulación con autoridades e instituciones locales, como intendentes, escuelas, iglesias e incluso con los familiares de los usuarios.
Según precisó la psicóloga, la unidad funcionaba a través de “un equipo de visitas domiciliarias y atención rural, que en aquel entonces pudieron explicar que esos pacientes necesitaban reintroducirse en su comunidad”.
Más adelante, en 1974, los registros dan cuenta de que se inaugura en la provincia la primera residencia de psiquiatría comunitaria fuera de una unidad académica, es decir, una universidad, que en aquel momento, era requisito. “Esta residencia estaba ligada específicamente a una unidad de salud, que era nuestro hospital”, contó la psicóloga.









