Hay por delante un primer objetivo: transcurrir las siguientes semanas de la mejor manera posible hasta el nuevo quiebre que serán las elecciones de medio término el 26 de octubre. Ya pasó una desde el cimbronazo en las urnas, pero lejos de transformar la crisis en una oportunidad, el Gobierno se sigue empachando de errores forzados… y no tanto.
La elección bonaerense dejó un mensaje que empieza a reorganizar el mapa político en un momento de tensión económica, social e institucional. Tras haber bajado la bandera del libre mercado al intervenir con plata del Estado en el precio del dólar, el Gobierno se encaminó a una elección que dejó marcas profundas. La contienda dejó dos figuras simbólicas: el “padre de la victoria” y el “padre de la derrota”.
El primero es Axel Kicillof. El gobernador bonaerense tomó una decisión estratégica que rompió con años de tradición política: separar las elecciones provinciales de las nacionales. Lo hizo enfrentando resistencias internas -Cristina, sectores del peronismo tradicional- y apostando a construir un camino propio. La jugada, arriesgada pero calculada, dio resultados. Su triunfo lo proyecta con fuerza en el tablero nacional.
El segundo, el presidente Javier Milei. No solo porque intentó nacionalizar una elección que no le pertenecía, sino porque el resultado funcionó, en los hechos, como un plebiscito sobre su modelo. La contundencia del voto -incluso en municipios rurales históricamente refractarios al peronismo- refleja un nivel de descontento que trasciende lo ideológico. La economía está golpeando no solo al cordón industrial y al corazón agropecuario de Buenos Aires. El ajuste afecta al consumo, a la producción, a la vida diaria.

La admisión del excomisario Maximiliano Bondarenko, ahora diputado electo por LLA, explica más que cualquier informe técnico por qué se votó como se votó: “Mi mamá es jubilada y no llega a fin de mes. Para ella el 15 es fin de mes”. Esa realidad condensa la angustia cotidiana de millones de argentinos.
En medio de ese malestar, emergen actores políticos con más peso: los gobernadores. Todos -con la única excepción de la Ciudad de Buenos Aires- ganaron sus elecciones este año. Y lo hicieron en un contexto en el que el poder presidencial empieza a mostrar fisuras.
Lo que se avecina no es menor: la gobernabilidad ya no será posible sin los gobernadores. Lo que alguna vez fue una construcción verticalista, hoy se convierte en una necesidad de diálogo horizontal.
Las provincias son preexistentes a la Nación. Y cuando el poder central entra en crisis, son ellas las que históricamente ofrecen respuestas. Así se establece el reequilibrio natural de un sistema que se volvió demasiado centralista solo para el bien de Milei.
El Presidente eligió la confrontación antes que la construcción, reaccionó desde la rigidez, sobreactuando fortaleza. Esa estrategia puede servir en el corto plazo, pero difícilmente sea sostenible cuando la realidad económica y social no acompaña.
Milei mira de frente hoy una paradoja estructural: tiene que responder por las jubilaciones, la pobreza y la deuda, pero no tiene los recursos. Y cuando intenta transferir esa carga a las provincias, se topa con gobernadores que ya tienen sus propios problemas. Lo que antes se toleraba como un ajuste transitorio, hoy empieza a sonar como un sacrificio permanente. Y nadie quiere caminar con muletas toda la vida.
Ante esta tensión, el país vuelve a sus dos salidas clásicas: la emisión y el endeudamiento. Pero esta vez, ambas vías están agotadas. El nuevo “plan platita” poscepo, lejos de ser un alivio, representa un costo altísimo: no en pesos, sino en dólares. Y cuando se prometen dólares que no están, se entra en una zona de riesgo. De hecho, el temor a una derrota en Buenos Aires obligó al Tesoro a vender 500 millones de dólares para contener el tipo de cambio. También se subieron los encajes bancarios a niveles extremos, se elevaron las tasas de interés y se colocó deuda en pesos, que ya empieza a convertirse en un nuevo desafío fiscal.
En definitiva, lo que está en juego no es solo un modelo económico, sino una forma de entender el poder en la Argentina. Las provincias, antes relegadas, vuelven a ser protagonistas. Tal vez la salida no venga de un líder iluminado desde Casa Rosada, sino de una red más diversa y federal, que entienda que gobernar es negociar, escuchar y construir. Como siempre en Argentina, las señales están ahí, solo hay que saber leerlas.
Mal pagador
La convocatoria de Milei a los gobernadores llega tarde y mal. La mayoría la rechaza, no porque falte voluntad de diálogo, sino porque nadie quiere quedar atrapado en una puesta en escena en plena campaña. Pero también porque en los meses que lleva como Presidente, Milei se edificó una fama de “mal pagador”: exige mucho e insulta mientras aumenta sus incumplimientos.
La reticencia de los gobernadores, entonces, refleja una tensión estructural entre el poder central y las periferias. A estas alturas cualquier acercamiento se percibe como un acto meramente simbólico, una “foto vacía” que no garantiza soluciones concretas a los problemas que enfrentan las provincias, especialmente en materia de coparticipación y distribución de fondos.
Milei ve así minada su capacidad para consolidar apoyos provinciales. Si no hay un cambio de enfoque que traduzca las convocatorias en acuerdos tangibles, corre el riesgo de aislarse políticamente, fortaleciendo a los gobernadores como actores autónomos que actúan en defensa de sus distritos y no en función del gobierno central.
Los límites del modelo
Una nueva caída de las ventas minoristas consolida un cambio en el patrón de gastos de los argentinos. Con menos margen para el gasto no esencial, una fuerte dependencia del financiamiento y una notable reducción en la participación del canal digital, el consumo se vuelve más conservador, más defensivo, más enfocado en lo imprescindible.
Las promociones, las cuotas y las fechas comerciales ya no logran traccionar como antes: la incertidumbre pesa más. Si no se modifican las condiciones estructurales que asfixian al comercio minorista, la desaceleración coyuntural podría volverse estructural. Y con ello, la rueda del consumo interno podría dejar de girar.
¿Amague de cepo?
En una jornada marcada por la suba del dólar y la tensión en los mercados, una nueva medida de la Comisión Nacional de Valores encendió las alarmas la noche del viernes. La maniobra generó preocupación al ser interpretada por el mercado como un posible refuerzo del “cepo cambiario”.
El economista Gabriel Caamaño advirtió en redes sociales que mostrar “la puntita de más cepo” podría ser contraproducente, mientras que Luciano Laspina, exdiputado del PRO, calificó la situación como “una tragedia argentina”.
Empleo
Otro dato que aniquila el relato oficial es la última Encuesta de Indicadores Laborales. El empleo privado registrado sufrió una nueva contracción, reflejando una fragilidad persistente en la dinámica laboral del país.
La caída afecta por igual a los grandes aglomerados urbanos, y no se trata de un fenómeno aislado. Las desvinculaciones aumentaron y los despidos sin causa alcanzaron su valor más alto desde 2016, una marca que habla por sí sola. Incluso el dato acotado solo a la caída del empleo no termina de ser tan preocupante como la razón detrás: no es que se contrata menos, sino que se despide más. Es decir, el mercado laboral se está achicando por decisión empresarial, probablemente en respuesta a un contexto económico que sigue siendo incierto y restrictivo.
Obras con sello propio
Misiones no es ajena al contexto nacional, ni mucho menos a las formas en las que expresa el poder el presidente Milei, cuya fama de “mal pagador”, se siente con rigor por estas latitudes. En ese sentido, el gobernador Hugo Passalacqua oficializó recientemente la ampliación del cupo de cheques para el sector yerbatero. Será por 3.000 millones de pesos y tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre.
Por otra parte, la corrosiva motosierra libertaria dejó inconclusas muchas obras en la tierra colorada. En ese sentido, buscando cubrir esa demanda y sin generar un desmadre fiscal, Passalacqua anunció que será la Provincia la que asuma la ejecución de trabajos para optimizar las rotondas de la ruta provincial 103, en el cruce con la ruta nacional 12, en Santa Ana.
Al filo del fin de semana, el gobernador misionero y Oscar Herrera Ahuad mantuvieron un encuentro con intendentes y representantes de los 79 municipios durante el que se entregaron recursos descentralizados para diversas áreas como salud, viviendas y obras viales. Además, se dispuso la reducción de aportes previsionales de los trabajadores municipales que se implementará en cuatro tramos a partir de octubre. “Significa una mejora en su sueldo, porque al disminuir el aporte personal al régimen jubilatorio del IPS, aumenta lo que percibe cada mes”, explicó durante el evento el ministro Adolfo Safrán.







