La llegada de septiembre genera en la naturaleza un cambio rítmico. Esto se debe a que los días se alargan, el sol calienta con más intensidad y los brotes verdes asoman, marcando el inicio de la temporada de siembra. Este es el momento perfecto para ensuciarse las manos y crear una huerta en casa, una iniciativa que no solo beneficia nuestra alimentación, sino que también mejora nuestra calidad de vida.
La huerta, que estuvo en reposo durante el invierno, despierta con fuerza. La primavera les da un impulso a los cultivos, acelerando su crecimiento y prometiendo una producción abundante para el verano. No hay excusas: sembrar ahora es una de las acciones más inteligentes para asegurar una cosecha fresca y variada en los próximos meses.
Pero los beneficios de una huerta casera van mucho más allá de tener vegetales frescos en la mesa. Conectar con el suelo, sentir el aroma de la tierra y ver cómo crecen las plantas son experiencias que generan un efecto positivo en la vida cotidiana. Además de ser una forma de ahorrar en la compra de verduras, el trabajo en la huerta se convierte en una actividad física gratificante y en un momento de desconexión del estrés diario. La clave es simple: solo hay que elegir bien qué plantar y organizar el espacio disponible, por pequeño que sea.
Qué sembrar
Septiembre es sinónimo de semillas listas para germinar y de tierra fértil esperando ser trabajada. Es el momento ideal para preparar espacios y recipientes, proteger los brotes más tiernos y planificar de qué cultivos disfrutarás en el verano.
En ese sentido, para esta época del año, se recomiendan las hortalizas de crecimiento rápido y las aromáticas que llenan cualquier rincón con su perfume. Es aconsejable mezclar variedades para garantizar cosechas escalonadas y tener una oferta constante de sabores.
Entre las hortalizas recomendadas se encuentran el tomate, la lechuga, el zapallito, la berenjena, el choclo, la acelga, el rabanito, la zanahoria, la calabaza, el zapallo, la rúcula, la coliflor y la remolacha.
En el grupo de las aromáticas, durante la primavera se recomienda cultivar albahaca, romero, perejil, tomillo, lavanda, cilantro, eneldo, ciboulette y menta. En el caso de los frutales de estación se debe plantar frutilla, melón, sandía y cayote, ya que, si se siembra en esta época primaveral, se podrá disfrutar de sus frutos cuando llega el calor.
Huerta de 10 metros cuadrados
No es necesario tener un jardín para disfrutar de los beneficios de una huerta. Incluso con diez metros cuadrados o menos, se puede armar un espacio variado y productivo. El secreto está en una distribución inteligente, combinando cultivos y aprovechando especies que rinden en poco terreno.
Por ejemplo, algunas combinaciones que se pueden probar en un espacio reducido pueden ser: las hortalizas de base que permiten agrupar seis plantas de tomate, doce lechugas o rúculas y veinte zanahorias o rabanitos. En cuanto a los frutos de temporada se puede plantar tres o cuatro zapallitos, dos berenjenas y dos morrones. Y para complementar con los verdes, se puede incorporar tres o cuatro matas de acelga o espinaca, cuatro coles y alguna planta de apio o remolacha.
Lo mejor de una huerta pequeña es que es fácil de manejar y mantener. Además, te permite mezclar plantas de hojas con otras de frutos y hasta sumar flores que atraerán a los polinizadores, ayudando a todo tu ecosistema en miniatura.
Además, los beneficios de la huerta son diversos. Estos abarcan aspectos ligados a lo nutricional, ya que se ingieren directos de su cosecha, sin pasar por procesos de elaboración y químicos, lo que también destaca su valor sustentable.
Empezar ahora es una oportunidad de reconectar con la naturaleza y con el ciclo de los alimentos.





