La realidad de las calles de Posadas no se trata de grandes números macroeconómicos, sino del pulso de la economía real, aquella que se siente en cada venta no realizada, en cada ticket de caja que se achica. En el corazón de la capital misionera, el sector de electrodomésticos se enfrenta a un escenario complejo, marcado por una “caída significativa” en las ventas, según relata Carlos D’Orazi, experimentado comerciante del rubro, en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones.
El optimismo, un rasgo que D’Orazi reconoce en sí mismo, choca de lleno con la cruda realidad del día a día. “El centro comercial está muy deprimido, no solo en electrodomésticos, también en ropa o calzado. Todos se quejan de la falta de ventas”, lamenta. Esta percepción se volvió un eco en la mayoría de los rubros, reflejo de una sociedad que, ante la incertidumbre económica y política, opta por la cautela. La otrora “compra por inversión” o la previsión ante el aumento de precios desaparecieron. Hoy, el consumidor se limita a reponer lo indispensable: “El que tiene que reponer porque se le rompió algo, lo hace, pero el resto es cauto”.
Sin embargo, en medio de esta crisis, el sector encontró un salvavidas inesperado: la financiación. D’Orazi asegura que casi el 85% de las ventas en su local se realizan a través de planes de cuotas. La reciente incorporación de tarjetas con un fuerte impacto regional, como Tarjeta Naranja, con planes de hasta 18 cuotas, es un “salvavidas” para el sector. “Permitió que la gente pueda comprar productos que de otra manera eran inalcanzables en la situación actual”, explicó el comerciante, poniendo como ejemplo el caso de un aire acondicionado, cuya cuota mensual representa apenas la mitad del costo de llenar un tanque de nafta, “unos 30 mil pesos mensuales”.
Los desafíos de la importación y la competencia
La caída del poder adquisitivo no es el único desafío que enfrenta el comercio local. La volatilidad del dólar, que en las últimas semanas escaló a 1.380 pesos (después de la derrota de LLA en las elecciones bonaerenses este lunes llegó a los $1.400), puso en jaque la rentabilidad de la importación. Aunque los precios de fábrica no se dispararon, la financiación final sí lo hizo, encareciendo el producto para el consumidor. A esto se suma un fenómeno que cambia las reglas del juego: el resurgimiento de la industria nacional. “Las fábricas nacionales se pusieron a tono, entonces, la diferencia de precios ya no es tan grande”, sostiene D’Orazi, lo que reduce la ventaja de los productos importados.
Otro frente de batalla es el comercio fronterizo, una realidad inherente a Posadas. Para colmo ahora se suma la posibilidad de adquirir productos en el sur, a precios libres de IVA y con menos impuestos, lo que representa una “complicación” más para el comerciante local. Si bien el precio en dólares de estos productos puede atraer al consumidor, la diferencia de 20 puntos en las listas es un golpe para los negocios formales.
A la amenaza de la competencia fronteriza se suma el auge de las plataformas de venta online del exterior, como Temu, cuya publicidad se multiplica en la web. Aunque D’Orazi mantiene una posición cautelosa sobre el tema, advierte sobre los riesgos de estas compras, especialmente en el rubro de electrónica. “Lo barato termina siendo caro”, reflexiona, aludiendo a la falta de garantía, repuestos y la incertidumbre que rodea a estas transacciones.
En definitiva, la economía en Posadas parece navegar entre la esperanza de los planes de cuotas y la incertidumbre de un contexto que, a diario, presenta nuevos desafíos. Para D’Orazi, el pulso del comercio local es un reflejo del estado de ánimo de la gente: un paisaje de cautela, donde la falta de dinero y el miedo al futuro se imponen a la necesidad de renovar.




